Sábado, 3 de marzo de 2012 | Hoy
En Construcción, joyería contemporánea puesta en debate en un simposio que se realiza en Buenos Aires del 29 de marzo al 4 de abril, con suma de conferencias, muestras y talleres.
Por Luján Cambariere
Profunda, con contenido, abierta a la vez que integradora, podríamos agregar. Así se encuentra la disciplina en la región y así son muchos de sus protagonistas, como en el caso de la joyera Francisca Kweitel que en lo personal ya ha dado muestras de su empuje (estudió joyería en la Escola Massana de Barcelona, se perfeccionó en países como Finlandia, es profesora titular en la UBA, donde estudió indumentaria, y cofundó Peu de Reina, asociación de joyería artística, y Metalistería, de joyería contemporánea, entre otros). Y quien ahora nuevamente trabaja en pos del colectivo, subiéndose al hombro, junto a Pamela de la Fuente de Chile, la organización de un simposio que cuenta con múltiples actividades –talleres, muestras, conferencias– e invitados internacionales con el fin último de reflexionar y debatir sobre el panorama de la joyería contemporánea en nuestros países.
–La joyería contemporánea es una disciplina muy nueva en toda Latinoamérica. La etimología de la palabra no ayuda a exhibir las grandes diferencias que hay entre la clásica y la folklórica con lo que se reconoce –sólo entre los que comparten este hacer– como joyería contemporánea. Hace décadas que existe el debate en Europa acerca del lugar que debería ocupar este oficio/forma de expresión y aún no consiguen llegar a una conclusión que deje a todos contentos. Joyería contemporánea, joyería conceptual, joyería de autor y otros tantos títulos tratan de explicar que lo que hacemos son objetos que se relacionan directa e íntimamente con el cuerpo. Un cuerpo que porta, un cuerpo que siente la presencia de la pieza, que decide exhibirla atrayendo al espectador distraído o esconderla en su más preciada intimidad. Ahora, ¿dónde entra la joyería contemporánea –que no dice más que ser de la actualidad–? ¿Es arte, diseño o artesanía? Una discusión bizantina. En general, suele tener problemas para pertenecer. Si se trata de piezas que tienen un proceso conceptual y son únicas, podrían ser objetos artísticos. Sin embargo, la propiedad de ser llevadas en el cuerpo, rápidamente las ubica en el apartado de artes aplicadas u objetos de decoración. Éstas tampoco entran en la categorización de diseño porque al ser sólo una, no están dentro de un sistema de producción en serie o sus valores no la vuelven fácilmente comercializable. Pero por sobre todas las cosas, lo que diferencia la joyería convencional de la joyería contemporánea son los materiales con los que están realizadas las piezas o la relación con el cuerpo portador. La joyería contemporánea no contempla estrictamente técnicas, materiales o proporciones como suele verse en la comúnmente llamada joyería. Si decimos joyería contemporánea, no estamos hablando necesariamente de oro, platino y brillantes sino que la elección de los mismos son los que le dan sentido a la obra. Una pelusa, cabello, píldoras, hilos y cientos de materiales son utilizados en la búsqueda por intentar comunicar ideas, sensaciones, intereses o preocupaciones.
Los materiales no tienen valor por lo que cuestan en el mercado, sino por la implicancia que tienen en las piezas mismas. Incluso si se utilizan metales o piedras preciosas, suelen cargar con el peso propio de su significado.
Una soldadura desprolija, un atado de alambre o una perla de telgopor pueden ser los resultados técnicos de esta joyería que aún no sabe cómo llamarse a sí misma. En esta disciplina todos los materiales y técnicas son posibles y ya no cumplen con la histórica tarea de perdurar por años en la familia o demostrar una situación de status o poder.
Esta joyería es la que recién está dando sus primeros pasos fuertes en Argentina y el resto de Latinoamérica. Un “recién” que lleva trabajado por lo menos veinte años pero que empieza a dar sus frutos, a ser visto y hasta buscado por el espectador desprevenido, sólo desde este nuevo siglo. Lo más interesante es que hay muchísimas cosas por hacer, compartir y debatir al respecto y que poco a poco hay más interesados en enfocar la mirada y darle un lugar.
–La idea original empezamos a gestarla con Pamela, de Chile, hace más de un año. Sin siquiera habernos visto la cara una sola vez en la vida, empezamos a intercambiar mails con los deseos e intereses de cada una –inspirados por simposios como Koru de Finlandia o Area Gris que fue el primero realizado en Latinoamérica en 2010–. Así fuimos dándole forma a este proyecto que aún hoy no deja de crecer. A decir verdad, los apoyos institucionales son muy escasos y la tarea se hace ardua. Pero el equipito fue creciendo y, gracias a Laura Leyt, conseguimos albergar los talleres en el MARQ (Museo de Arquitectura) y, a Andrea Saltzman, armar las conferencias en la Facultad de Arquitectura, FADU-UBA. Luego, gracias al entusiasmo de Liliana Ojeda, de Chile, Mayte Amezcua, de México, y Marina Molinelli Wells, de Argentina, se sumaron las muestras colectivas de joyería contemporánea chilena y mexicana que serán exhibidas en el Museo José Hernández y la argentina que se expondrá en Gachi Prieto Gallery, quien por segunda vez apuesta a la joyería contemporánea.
–Los talleres, como todo workshop en general, consisten en hacer una búsqueda intensa en lo personal, en lo íntimo, “en lo que hay y no vemos”. Ese espacio de trabajo individual, donde buceamos bien adentro nuestro y a la vez podemos compartir y debatir con el resto de los participantes del grupo. La experiencia de los coordinadores de estos talleres les dará a los participantes herramientas para indagar, descubrir y seguir trabajando sobre esta búsqueda. En este sentido me ha sorprendido muchísimo la respuesta latinoamericana. Un simposio que empezó ideado para argentinos y chilenos, terminó agrupando también brasileños, mexicanos, colombianos, peruanos y ecuatorianos. Evidentemente, de este lado del charco, hacen falta más talleres de este tipo.
–La joyería contemporánea abarca muchos estilos diferentes. Creo que la mayoría lo utiliza como un medio de expresión. Susurrar o vomitar lo que sale de las entrañas, es donde yo pongo el foco y desde donde me interesa la búsqueda dentro de la disciplina.
–Hace varios años vengo armando talleres con personajes que ya tienen un largo recorrido en la joyería contemporánea. Y en esto me ha ayudado muchísimo Lidia Blanco, ex directora del Cceba (Centro Cultural de España en Buenos Aires) y luego el actual director Ricardo Ramón. Hemos invitado a dar talleres a los reconocidos joyeros españoles Ramón Puig Cuyás, Gemma Draper, Estela Saez y Miquel García. Desde un comienzo el simposio fue pensado con tres talleres en simultáneo. Como los mismos son para grupos pequeños –para poder hacer un trabajo bien intenso– sabía que si organizaba sólo uno, mucha gente quedaría fuera. Los tres talleres finalmente se convirtieron en cuatro y me alegra muchísimo haberlo armado así por la enorme variedad de procedencias de los participantes y talleristas y porque todos estaremos trabajando en simultáneo en un mismo espacio de acción. Toda la torre del MARQ estará ocupada con un taller por piso. Nos visita Ruudt Peters que es una eminencia de la joyería contemporánea europea. Ha vivido la cresta de la ola en los ’70 en Holanda, ha dado y da clases en las mejores universidades y escuelas del mundo. Es un gran alquimista que consigue transformar los materiales por completo y convertirlos en su fuente de inspiración. Investiga en el trabajo entre el consciente y el inconsciente y lo aplica en sus propios talleres. Tiene un estilo que a mí me interesa mucho –amado y odiado–: revolver en lo más profundo de tu ser. Con Nelli Tanner, de Finlandia, tuve un encuentro mágico. Cuando se realizó el Simposio Area Gris, nos propusieron a veinte latinoamericanos y veinte europeos trabajar juntos –en parejas, uno de cada continente– a través del debate virtual en la gestación de una pieza. Todos teníamos en común la migración, por alguna razón nos habíamos movido de ciudad o país en algún momento de nuestras vidas. La comunicación entre nosotras fue muy fluida aunque casi sin palabras. Como resultado de este intercambio cada una realizó una pieza que se exhibió durante el simposio en México 2010. Un mes más tarde, yo me ganaba una beca para hacer una residencia artística en la Universidad de Saimaa –Finlandia– donde Nelli es profesora. Nelli hablaba bajo y pausado, y con suma calma movía todas las estructuras establecidas acerca de la joyería. Su trabajo, lleno de sutilezas, esconde casi imperceptibles diferencias de colores o capas de materiales que reflejan el contexto de la cotidianidad que la envuelve. Es una gran observadora de cada una de las personas y elementos que la rodean, su presencia y también la huella de la ausencia. A Jorge Manilla lo conocí cuando me propusieron participar de un libro donde 33 joyeros invitaban a otros tres cada uno y estos tres invitaban a otros dos y estos dos invitaban a uno más. Una locura de algo así como mil joyeros, unidos en lo que terminó siendo el compendio de una época (Compendium Finale of Contemporary Jewellers 2008). Me tocaba elegir a dos joyeros y me entusiasmaba la idea de buscar dentro de Latinoamérica, así llegué a encontrar el maravilloso trabajo que Jorge venía desarrollando desde su reconocible “mexicanidad”. Desde ese momento, planeamos hacer un intercambio de talleres entre Buenos Aires y Amberes donde reside y es docente en la Real Academia de Bellas Artes y en la Academia de Arte Rhok de Bruselas. Creo que su obra tiene un muy interesante equilibrio entre sus fuertes raíces latinoamericanas y su cotidianidad europea. Que confronta sus propias emociones y busca el lugar de la incomodidad para llevar adelante el trabajo. Por último, Estela Saez, de España, pasó por la misma escuela que yo, en Barcelona. A partir de ese encuentro, formamos con otras joyeras, un colectivo llamado Peu de Reina desde donde gestionábamos proyectos relacionados con la joyería contemporánea. Ella colabora y ha trabajado con algunos de los mejores artistas internacionales del panorama de la joyería actual. Vino a Buenos Aires a coordinar uno de los talleres que organizamos junto al Cceba en el 2008. La experiencia fue muy interesante y enriquecedora tanto en el proceso de trabajo como los resultados que los participantes obtuvieron. Ha sido invitada a dar cursos y conferencias en universidades, escuelas de Joyería y academias de Diseño a nivel mundial, mientras reside en Amsterdam.
–En Argentina vamos construyendo poco a poco el camino de la joyería contemporánea. Hay trabajos muy buenos de joyeros, no sólo de Buenos Aires sino también de muchas otras provincias argentinas y cada vez más se animan a investigar en esta disciplina. Hace algunos años comenzaron a abrirse espacios dedicados exclusivamente a la joyería contemporánea e incluso las galerías de arte abrieron sus puertas a exposiciones individuales y colectivas. Varios joyeros fueron reconocidos con premios nacional e internacionalmente y han participado en muchos libros de joyería, arte y diseño. Desde el 2011 junto a Guigui Kohon armamos la Cátedra Kweitel-Kohon de Diseño de Accesorios que pertenece a la carrera de Diseño de Indumentaria (FADU-UBA), desde donde creemos que podemos aportar a la joyería contemporánea. Los chicos empezaron el año pensando que “joyería” era oro, plata, piedras preciosas, un poco de alpaca y quizás alguna resina y terminaron haciendo trabajos muy maravillosos, donde investigaron, pusieron las manos en la masa y se ve claramente que el proceso de experimentación es lo más importante del hacer.
–Por sobre todas las cosas, que realmente se convierta en una usina de energía, que hagamos ebullición, que compartamos, conectemos e intercambiemos. Que nos divirtamos, discutamos, planeemos, que la gente la pase bien. ¡Y que se repita!
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