Es muy raro que se hable en serio del transporte público de esta ciudad, que tiene el mayor sistema del Cono Sur. Y es muy raro que eso sea tan raro, porque esta red es uno de los objetos más caros del país y su funcionamiento tiene enormes consecuencias en la vida económica y social del área metropolitana porteña. Por eso fue una alegría interesante la jornada sobre “El transporte público: los colectivos y el derecho a la movilidad” que organizó el viernes de la semana pasada la Defensoría del Pueblo. Hablaron la titular Alicia Pierini y sus adjuntos Gerardo Gómez Coronado y Atilio Alimena, y el encuentro reunió a representantes de la industria, autoridades municipales y entes de pasajeros. Lo cual también resulta una rareza.

El nombre de la jornada fue explicado por Gómez Coronado, que considera que “el colectivo es un portal de acceso a otros derechos”, con lo que es importante “garantizar el derecho a la movilidad”. Quien haya padecido las tantas ciudades de esta vida sin transporte público –casi todas las norteamericanas y brasileñas, las tantas localidades del interior y de países como Uruguay, para no irse tan lejos– entiende la idea: a patacón por cuadra, la vida es más pequeña y cerrada. Por ejemplo, los recientes eventos en la Ciudad Universitaria que, señaló el defensor adjunto, tuvieron la muy concreta consecuencia de cursos cerrados y perdidos.

Su colega Alimena explicó que la jornada “no busca directamente una solución a los problemas, sino visibilizar las situaciones” del transporte. El secretario de Transporte porteño Guillermo Dietrich aportó la necesidad de discutir planes integrales, ya que “el transporte es un sistema integrado”.

Una intervención fue particularmente interesante, la de Silvia Cabeza, de la asociación civil Oír Mejor, que relató el nivel increíble de ruido en el que vivimos por una particularidad de nuestro parque automotor de transporte público. Como desde hace medio siglo la única prioridad en la materia es el precio del boleto, los colectivos no tienen ni siquiera un gesto de silenciar sus motores, ni hablar de cosas caras como catalizadores para el humo...