Sáb 09.06.2012
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Telas y papelitos

Algo de lo mejor de Japón por manos latinas. La escuela de origami de Romina Goransky y un cuaderno con yapa por Flavia Collovati.

› Por Luján Cambariere

Romina Goransky estudió economía, pero fueron las materias que cursó por gusto nomás en historia del arte y, fundamentalmente, su primer contacto con las estampas japonesas, lo que la hicieron, de forma naturalmente apasionada, virar de profesión. “A mí siempre me gustó coser. Desde los 15 que tengo mi máquina porque siempre me gustó la idea de hacer uno lo que desea: el ‘saber hacer’. Entonces lo primero que hice cuando dejé economía fue abocarme a estudiar moldería. Me formé con Ricky Casali, que es un profesor muy bueno, y empecé a hacer prendas para mí y enseguida con Constanza Martínez cuando abrió su tienda Salsipuedes de Palermo, donde hacíamos polleras con sus estampas.” Estudiar moldería, para ella, tenía que ver con empezar a entender de estructuras para después, sí, tener la libertad de jugar o romperlas. “Hay algo de saber el recorrido que me parece indispensable para diseñar”, detalla.

Fue así que empezó instintivamente a hacer origami en tela. Técnica, saber, conocimiento, disciplina, que después perfeccionaría con los especialistas más destacados de Japón en la Argentina. Le incorporaría sus propias experimentaciones –“soy un ser textil, es mi ADN, entonces empecé a buscar una manera de tratar las telas para después poder plegarlas como si fueran papel”–: nuevas técnicas como la del furoshiki –“con una simple pieza cuadrada de tela permite envolver todo tipo de objetos, con el fin de regalar, ordenar o transportar”– y, lo más importante, su propia y muy reconocida escuela.

–¿Aprendiste un nuevo mundo?

–Sí, sobre todo la vivencia, la sintonía del plegar. Que ni es algo contemplativo, ni meditativo. Hay una comunión entre el movimiento y el alma muy especial. Hay algo de entrar en una cadencia al plegar que es un estado que no alcanzas, para mí, con ninguna otra cosa porque no es pasivo ni totalmente activo, y a la vez está muy recomendado porque activa el cerebro, la motricidad fina.

–Parás la mente...

–Y te ponés a construir. La realidad es que en un minuto y medio aprendés a hacer el primer origami. Es una actividad que te abre los brazos automáticamente. No tenés un período de preparación, enseguida ves los resultados. Y por otro lado tiene un plus que a mí me parece súper interesante y es algo que remarco en las clases, que a diferencia de todas las otras disciplinas no tiene la limitación de los recursos porque papeles para reciclar hay miles. No necesitás ni de un lugar para lavar, ni de un horno, ni materiales. Acá vos solo en el regazo, en cualquier situación de espera, o en un viaje, podés hacer. Al ser así te enfrenta con tus ganas, porque no hay excusas. Hay un punto en que si vos sabés origami caés a la casa de alguien y llevar algo depende de vos..., después hacete cargo si no tuviste ganas. Esta cuestión de que el papel está disponible y nos rodea, tampoco es un tema menor. Y con los tiempos que corren es una disciplina que nos habla del placer que nos da construir, sin estar limitado si tengo o no tengo. Por eso en mis clases uso papel reciclado, después las ganas de hacer dependen de cada cual.

–¿La inteligencia pasa de las manos a la cabeza?

–Para la cultura japonesa, el arte del plegado de papel (ori: plegar, gami: papel) se suma hasta a las festividades religiosas. ¿Pero por qué Japón y por qué la recta? Cuando plegás un papel generás una recta y la recta es lo que define al espíritu japonés. Es la síntesis que vemos en todos los aspectos de su cultura. Desde el kimono que tiene sólo costuras rectas y a la vez hay una idea del uso eficiente. También en la arquitectura. Con el origami ellos comienzan a representar lo que los rodea. Como aman la naturaleza aparecen plantas, flores, animales. La idea del módulo. El origami no podría no ser en Japón y no podría no tener esas características.

–Hoy, ¿cómo te definís?

–Como profesora de origami. Hoy estoy abocada a esto y amo hacerlo. Es lo que me produce un disfrute indescriptible. Adoro compartir, lo humano, lo que aprendo de lo que me toca en suerte de la gente con la que me cruzo y lo que doy yo como herramientas a los demás a las que podés recurrir cuando quieras. Para mis clases incorporé el sistema japonés de fijar un día: yo empiezo los cursos de principiantes todos los primeros jueves de cada mes. Si te lo perdiste, ya sabés que podés arrancar el próximo. Ponerse en contacto con las manos, construir algo, empezar y terminar, hacerlo en cualquier lugar sin necesidad de comprar nada. Yo lo descubrí y me hizo tan bien que quiero compartirlo.

–¿Qué siente la gente cuando regalás tus piezas?

–Yo creo que lo que pasa es que los objetos que uno construye tienen una carga, una intención que el que lo recibe lo siente y es lo que lo hace único y un presente. Vos dedicaste tu tiempo a alguien. Eso que pusiste vos, está ahí. Tengo una amiga que se casó hace poco y nos juntamos todos a hacer unas cajitas como souvenirs y empezamos a disfrutar en familia desde antes. Ver a la abuela plegando era emocionante. Lo único que tenemos es nuestro tiempo. Y dedicarle eso a alguien habla de una entrega importante.

Origami block

Cualquier fan del origami lo sabe: si uno pliega mil grullas los dioses le conceden un deseo. Promediando ese número debía estar Flavia Collovati mirando el mar en Panamá, país al que arribó acompañando a su amor, cuando le cayó la ficha del proyecto personal que unía su pasión por la cultura japonesa, la ilustración y el trabajo manual. Diseñadora industrial argentina, con trabajo de diseño y desarrollo en el emprendimiento de calzado Mata Studio, de otra talentosa diseñadora local, justamente el estar lejos y en un sitio particularmente tranquilo alejada de sus múltiples actividades (clases en la facultad, amigos, familia, cursos varios) fue lo que posibilitó que la idea decantara.

“Al irme a Panamá surgieron varias situaciones que llevaron a concretar proyectos que aguardaban en el tintero hace tiempo. El primero y principal: crear El árbol de cerezo. El nombre a través del que busco reunir ideas, materiales, texturas y colores, generando diferentes productos. Todos bajo el lema del disfrute, tanto el de las personas al usar cada producto como el mío al momento de diseñarlos y crearlos”, cuenta. 

Así, después de muchas tardes de dibujo en la playa, pruebas de color y testeos con amigos, nació su primer producto: el Origami Block. “Cabe aclarar que tengo fascinación por ciertos aspectos de la cultura japonesa: el trabajo con papel, las estampas, las tramas y esos pliegues mágicos que dan lugar a formas increíbles. No se trata de un simple cuaderno para escribir o dibujar , sino que cuenta con la posibilidad de transformar cada una de estas notas o dibujos en una grulla. En la primera hoja se encuentra una breve descripción acerca del origami y lo que simboliza la grulla. Este es uno de los aspectos más destacados del producto, porque invita a regalar las grullas deseando buena fortuna a quienes las reciban. En la retiración de tapa se encuentran los pasos de armado y en el dorso de cada hoja figuran unas líneas punteadas muy suaves, que ayudan a seguirlos. El frente de cada hoja es liso y lleva micropuntillado en cada una de ellas, para que se puedan retirar sin problema y siempre quede un cuadrado listo para armar una grulla. También cuenta con un sobre para guardar las grullas armadas, papelitos o lo que uno quiera. Y por último, cuando cerrás el cuaderno, un elástico sujeta las tapas de lado a lado.”

¿El nombre? “Tiene que ver con un instante que experimenté en un viaje a Bélgica, en un parque bellísimo lleno de cerezos en flor, las hojas cayendo, la brisa, un momento único de contemplación, disfrute perfecto, que es el que significa para mí este proyecto”, detalla. Otra fruta, esta vez guindas –cuenta graciosa– fueron las que rompió a conocidos, colegas y amigos para que hicieran sus grullas con las explicaciones que iba testeando hasta que las fue perfeccionando. “Creo sin dudas que ésta es la mejor parte del proyecto. Al principio eran muy simples y nadie las entendía. El testeo me dio las claves”, remata.

Romina Goransky:
http://origamitextil.blogspot.com.ar/; www.furoshikitex. blogspot.com.ar/; http://quieroco serya.blogspot.com.ar/
El árbol de cerezo:
www.elarboldecerezo.com.ar

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