SU ELUSIVO TITULAR FUE, PARA PREGUNTAR QUé HACíA CON BASTA DE DEMOLER. Y FINALMENTE ¡PROTEGIERON UN EDIFICIO!
› Por Sergio Kiernan
Este martes pasaron tres cosas realmente raras en esa institución procelosa llamada Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales. La primera es que se aparecieron por su sede en el viejo Mercado del Plata, frente al Obelisco, integrantes de Basta de Demoler demandando acceso a las sesiones. La segunda, debida a la primera, es que por primera vez en la historia de la entidad su titular, el director general Antonio Ledesma, hizo acto de presencia aunque sea por unos minutitos no más. Y la tercera es que los consejeros aceptaron proteger un edificio, algo que hace rato que no hacían, aunque fuera uno que ya completó su “carga constructiva” y era indemolible de grande nomás.
Basta de Demoler se presentó en las oficinas de Héctor Lostri, secretario de Desarrollo Urbano, socio comercial y amigo de su ministro Daniel Chaín, por una razón muy simple. El consejo aspira a sesionar en secreto, sin testigos y sin personas molestas como la recientemente expulsada –a la Lugo– Mónica Capano, que tenía la extraña noción de que los actos de gobierno deben ser públicos, en particular cuando hacen o deshacen las fortunas de algunos. Esta idea repulsiva para los consejeros tiene largas y hondas raíces en gente –en particular las funcionarias de carrera que ya andan llegando a la mediana edad con décadas de municipalidad–- acostumbrada a que absolutamente nadie mire lo que firman y deciden.
Lo cual explica la bronca con Capano, que adoptó medidas como mandar voluntarios a fotografiar los edificios que se iban a tratar en el consejo. Esta novedad descubrió, por ejemplo, que los empresarios mandaban fotos de edificios y los demolían de una, con lo que lo que el CAAP debatía estructuras ya destruidas o, en un caso, reemplazadas por una torre a medio hacer. En su indiferencia municipal, a los consejeros nunca se les había ocurrido mandar a hacer sus propias fotos... total, nunca nadie mira nada y no hay castigo alguno al incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Chaín, Lostri y Ledesma defienden el secreto del sumario diciendo que el consejo, como su nombre lo indica, es un ente “asesor” y por tanto sus actos no son públicos. Pero resulta que gracias a la Ley 2548, el consejo tiene poderes vinculantes y cómo: si a sus miembros les cae mal un edificio, lo “desestiman” y es destruido de inmediato. Y nada hay más vinculante que una pila de escombros, excepto un cadáver.
Por eso este martes a las 18.30 hay una reunión muy importante en el Salón Montevideo de la Legislatura, convocada por Basta de Demoler, Proteger Abasto, PropAMBA, Proteger Barracas, Protocomuna Caballito, Salvar a Floresta, SOS Caballito, Amigos de Costanera Norte, Asamblea Juan B. Justo y Corrientes, Asociación Amigos del Lago de Palermo, Asociación Medio Ambiente y Ciudad, Asociación Pukará, Asociación Vecinos de Plaza Italia, Centro Argentino para la Cooperación Internacional y el Desarrollo, Club de Observadores de Aves, RECS, Comisión de Vecinos de la calle Irala y adyacencias, Corredor Peruano, Cultura Abasto, Festejo Popular en la calle, Fundación TIAU, Mutual Prisma, Por la Reserva, Vecinos Autoconvocados, Tribuna Ambiental, Vecinos por la Ecología y un largo etcétera.
El Encuentro en Defensa del Patrimonio Urbano Ambiental explícitamente continúa la reunión del miércoles 25 de julio en el Centro Cultural de la Cooperación, pero agrega una novedad concreta. Esta vez están invitados personalmente los sesenta miembros de la Legislatura, de todos los bloques, para que escuchen a los vecinos. El primer pedido es que asuman que son los únicos garantes a nivel gobierno del patrimonio edificado de los porteños. Y como consecuencia de esto, que exijan a sus dos representantes en el consejo –uno por la comisión de Patrimonio y otro por la de Desarrollo Urbano– que voten desde el patrimonio y que les entreguen, para su difusión, las fichas del CAAP y las actas de votación.
Una de las cosas de las que se enterarán los diputados al ver estos temas es que los consejeros reciben cada jueves las fichas de lo que tratarán el martes siguiente, quebrando los 35 días que ordena la ley. Es un notorio síntoma de la complaciente improvisación en la que trabaja el órgano que decide qué se demuele y qué se conserva en la ciudad porteña. Que este tipo de cosas no llegue al público explica que Ledesma se molestara en aparecer por una reunión.
Lo que hizo el director general fue de antología. Luego de ver a Basta de Demoler, se presentó ante los consejeros y les encajó el problema, pidiendo que “consultaran” con las instituciones que representan y decidieran si dejaban o no que hubiera testigos en las reuniones. La antología viene a que éste es un tema legal –lo de vinculante o no– y no de consorcio, con Sociedad Central de Arquitectos o el CPAU, por ejemplo, “decidiendo” y bancándose la eventual carga jurídica de lo que decidan.
Después de estos diez minutos de Ledesma en la sesión que debería conducir siempre, el funcionario se retiró y el consejo sesionó. Ahí fue que aceptaron proteger un edificio, el primero en semanas. Es el racionalista de la esquina de Juncal y Uriburu, un predio caro, lindo, que abraza la esquina con un garbo que ya no hay. Y que no necesita protección porque sería económicamente indemolible. Por algo aceptaron protegerlo...
Se ve que los consejeros quedaron entusiasmados por la presencia tan rara del titular, porque conversaron y mucho. Este suplemento estuvo presente en la agenda, con la representante del Cicop Alicia Magdij exhibiendo un ejemplar de Página/12 traído de un bar, con el comentario de que se lo robó porque “esto no lo compro”. Magdij representa a una institución supuestamente dedicada a proteger y estudiar el patrimonio, pero vota consecuentemente por una demolición tras otra, muchas veces sin decir una palabra, con una pasividad notable. Esta vez, la consejera salió de su silencio y ante Ledesma señaló que m2 distorsiona la información “porque es oficialista” y que ahora todo andará mejor porque la reemplazada Capano “filtraba” información. Un curioso uso de la palabra filtrar, que implica secretos indebidamente revelados.
La representante de Ledesma, la interminable funcionaria Susana Mesquida, también criticó a Capano y a este suplemento, con su habitual dedo en alto. El arquitecto David Kullock se limitó a desear que por lo menos le escribieran bien el apellido, cosa que aquí se hace, con la disculpa de que prácticamente todas las fuentes lo escriben mal.
Y hablando de corregir nombres: el diputado de Proyecto Sur que votó la remoción de Capano no fue Ariel Basteiro, actual embajador argentino en Bolivia, sino su hermano Facundo, actual diputado porteño.
Otra mala noticia es que el gobierno porteño anda destruyendo árboles de modo salvaje, sin la menor técnica. Sucede que el “servicio” fue tercerizado a empresas que obviamente no saben o no tienen interés en cuidar árboles, apenas en cortarlos, y que para peor cobran por árbol intervenido, con lo que no se salvan ni los ejemplares demasiado jóvenes. La barbarie resultante es notable, con palos borrachos serruchados de mala manera, ficus pelados hasta el tronco y arbolitos de un año o dos con la copa cortada, casi una garantía de muerte.
Observar el trabajo de estas cuadrillas es casi morboso. Sin ningún tipo de equipos especiales, los operarios se asoman al árbol apenas con una escalera de metal y cortan a partir de ahí. Quien alguna vez haya podado un árbol sabe que es una mutilación delicada, más de “puntas” que otra cosa y que las ramas jamás se cortan desde su nacimiento en el tronco, excepto si se las quiere eliminar. Pues Buenos Aires exhibe ahora decenas de muñones, troncos ya sin ramas.
Quien quiera protestar que se prepare para el surrealismo municipal. Una vecina de lo que alguna vez se llamaba Barrio Norte llamó a la Comuna 2 para advertirles del pésimo trabajo que realizan los podadores y pidió hablar con su presidente, Facundo Carrillo. No hubo caso, pero sí pudo hablar con su secretaria, Sol, funcionaria con un estilo verbal llamativo. “Ay, amor, cuánta queja”, fue una frase, y “mamita, todos llaman para pedir podas y vos para pararlas” fue otra. Cuando la señora que llamaba pidió un trato más formal, Sol explicó que “hay que tener buena onda”.
El sábado pasado se remataron muebles, enseres y cuadros del convento de Las Victorias en la casa Verga Hermanos. El edificio de Libertad y Paraguay va a ser semidemicuasimedioque demolido pese a que tiene una protección estructural, que impide cualquier modificación. Sus dueños, la iglesia, confían en que se podrá encontrar la vueltita para hacerle encima un edificio de oficinas con cocheras cuyo acceso estará en breve donde ahora se demolerá la capilla.
El detalle es que lo hacen por una buena causa: este mobiliario patrimonial porteño fue vendido para colaborar con la evangelización de Mozambique.
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