La etiqueta Carro, Efectos portantes, fue pensada para transportar los bienes personales del nómada urbano.
› Por Luján Cambariere
Silvina Cannito y Guillermina Balsells son las Carro “porque nos movemos, avanzamos y transportamos”. Juntas, diseñan siguiendo el concepto de portabilidad. Su usuario es el nómada urbano, un “personaje que disfruta del desplazamiento, busca estímulos en el movimiento y absorbe fragmentos de los diferentes lugares que transita, es multicultural, viaja, cambia de climas y de hemisferios. Le gusta jugar con los objetos que elige y lleva en sus travesías urbanas”. Por eso y especialmente para él, crean productos prácticos y diversos –mochilas, bolsos, portalaptops y celulares, megabolsas para ir al super o al lavadero– en base al ensamble.
Su línea más icónica, la Sastre, está basada en la reconstrucción y la experimentación a partir de trajes como el morral D’contracte, confeccionado con materias primas recuperadas, o la Mochi Sastre, resistente e impermeable. “La sastrería funciona como disparador estético y conceptual. Sugiere un modo de producción que presta atención a cada pieza y se especializa en los detalles y las terminaciones. El resultado son piezas que establecen un diálogo entre la sastrería y la marroquinería, lo artesanal e industrial, el humor y el estilo”, aclaran. Con la línea Prestaciones ponen el ojo en dar respuesta a la necesidad específica de transportar y proteger, en un mismo acto, dispositivos tecnológicos. Por eso la colección incluye las fundas para notebook y netbook Carrintosh, confeccionadas en arpillera de yute con refuerzos en cuero. También está la familia Multi Fundi, diseñada para el transporte y cuidado de smartphone, tablets y otros dispositivos, realizada con descartes industriales de arpillera de nylon. Por último, ultraprácticas, suman bolsas gigantes plegables y resistentes para todo tide mudanzas.
Casualidad o causalidad, el camino de Carro comenzó con su propia travesía urbana. En febrero de 2007, Silvina y Guillermina recorrieron juntas Europa en un viaje académico con el que finalizaban sus estudios universitarios. El objetivo era analizar tendencias emergentes y consolidadas. Durante más de un mes anduvieron por ferias de moda, galerías de arte, universidades de diseño, ciudades, trenes, subtes, aeropuertos, tranvías, veredas, bares y museos. “El nomadismo urbano a flor de piel fue un guiño movilizante para nuevas proyecciones creativas”, recuerdan.
Al regreso, hilvanaron y profundizaron esos conceptos en su tesis, con la que finalizaban sus carreras de grado. Enfatizaron la importancia que cobraban los efectos portantes en el día a día y las entusiasmaba la idea de crear propuestas a las necesidades estéticas y funcionales de estos nuevos usuarios. El 2007 lo dedicaron a la experimentación, búsqueda conceptual y finalización de la carrera de diseño de indumentaria. Pero ya en julio del 2008 el diseño del Bolso Sastre fue premiado en el VII Salón Diario La Capital, en Rosario. Y de aquí en más, como cuentan, comenzaron a girar las ruedas. Iniciaron la comercialización en tiendas de diseño, festivales y ferias. En el 2010, abren su primer showroom y ganaron el concurso Incuba del Centro Metropolitano de Diseño, lugar donde hoy se encuentra su taller y donde trabajan, rodeadas de colegas y amigos.
¿Por qué eligieron la sastrería para reciclar?
–En primera instancia, porque buscábamos salirnos del lenguaje deportivo o demasiado conservador que suelen tener principalmente las mochilas. Quisimos innovar desde el punto de vista estético, adaptar la tipología a un nuevo usuario, con su nuevo código de uso, y ofrecerle un nuevo discurso estético. Nos pareció interesante re-significar de esa manera el estilo, tomar prestados detalles, recursos y sistemas de construcción de los sacos sastres y aplicarlos un poco fuera de lugar. Lo mismo nos pasa con todos los demás materiales que utilizamos. Por lo general pertenecen a otros rubros o industrias y se les da otro uso y tienen una función diferente.
¿Por qué optaron por este tipo de materiales?
–Reutilizamos así como resignificamos, porque nos interesa la memoria, la historia y la carga cultural previa de los materiales. Nos ayuda a construir el discurso. Carro se caracteriza por la diversidad de materiales que utiliza, no nos casamos con ninguno, tampoco con ninguna técnica en especial, sino que experimentamos y probamos con materiales nuevos todo el tiempo. Ellos funcionan como disparadores creativos. Nos gusta mucho encontrar materiales perdidos, abandonados o descartados por otros y pensar qué podemos hacer con ellos. Así es también cómo gran parte de los que utilizamos son recuperados.
¿A qué cuestiones básicas del transportar pudieron dar respuestas con sus productos?
–Si bien cada tipología de productos está pensada para cubrir alguna necesidad de resistencia, protección y transporte especifica, Carro principalmente satisface en el plano comunicacional, emocional, con su lenguaje, con su ensamblado discurso de materiales. Cuando diseñamos pensamos en el usuario, moderno, urbano, que se desplaza por la ciudad como pez en el agua, que necesita llevar consigo sus pertenencias, los objetos que lo configuran y lo definen y lo acompañan en su odisea diaria.
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