Sábado, 8 de diciembre de 2012 | Hoy
El Senado acaba de dar media sanción unánime a la preservación, por ley nacional, del casco histórico de la ciudad correntina. Y en Diputados esperan que el proyecto les llegue en extraordinarias para votarlo.
Por Sergio Kiernan
Hay dos perspectivas para entender el caso del casco histórico de Goya, el puerto de Corrientes sobre el río Paraná. Una es el más alto posible, abriendo Google Earth y encontrando la pequeña ciudad. Desde esas alturas satelitales se verá verde y más verde, un río que parece anchísimo, un litoral de islas meandrosas y un damero de calles y cuadras. Quien haga esto tiene que agregar un pequeño ejercicio, el de contar 21 manzanas, menos del diez por ciento del ejido. Ese rectangulito es el centro de la polémica.
El otro ángulo a utilizar es exactamente el contrario, el de los pies sobre la tierra, caminando las calles para apreciar el valor de cuadras y cuadras de edificaciones coherentes, parejas, que refuerzan sus valores individuales formando un conjunto. Es algo que hacen los edificios de una misma época o de épocas diversas, pero anteriores a la ideología de la ruptura, del “ya se hizo”: se ponen en patota y te deslumbran. Es lo que seduce de Europa, las cuadras y cuadras de coherencia.
El 28 de noviembre, jueves de la semana pasada, el Senado de la Nación le dio media sanción a una ley de Eugenio Artaza y José Roldán, ambos senadores correntinos, declarando Lugar Histórico las 21 cuadras. A quien le extrañe que proteger un sector de un casco urbano de una provincia termine siendo tarea del Senado, hay que decirle que el ámbito donde estas cosas suelen hacerse, el local y municipal, no funcionó. Las demoliciones abundan en Goya, las construcciones en altura avanzan y las remodelaciones de las casas históricas son rutina. En este suplemento se polemizó hace rato con los arquitectos locales, que corporativamente defienden su “libertad” de romper todo. Uno de los descalificativos lanzados en ese momento fue el de “porteño” –¿y cómo saben si en m2 somos porteños?–, fallutada que no alcanzó. El Senado de la Nación, sesionando en la porteña Buenos Aires, votó por unanimidad salvar Goya por un proyecto de sus coterráneos.
Este puerto tiene una historia pervasiva, muy central en el período federal y de la Organización como polo económico, de comercio regional y de cultura. Por ejemplo, en Goya se alza el teatro más antiguo que siga en funcionamiento en nuestro país, el Solari, construido en 1877. La ciudad guarda la memoria física, en ladrillos, de cómo se vivía en esos tiempos movidos, tuvo como vecino a José Hernández y como escondidos a una Camila O’Gorman y a un cura español llamado Ladislao que posaban de maestros. En Goya fueron capturados para ser fusilados por sacrilegio. Este puerto de escala obligada tiene hasta una curiosa historia médica, porque allí nació el pionero de la psiquiatría Borda y allí se crió Pichon-Rivière.
La movida para salvar este ámbito cargado de historia y de buena arquitectura nació en la Comisión Nacional de Monumentos, de Museos y de Lugares Históricos, de la mano de Teresa de Anchorena. Artaza y Roldán tomaron la idea y la llevaron al más alto nivel legislativo. Correntinos ambos, sabían que la “Pequeña París” de nuestro siglo XIX valía el esfuerzo, y también sabían que Goya es hoy una de las tres ciudades de menos de 100.000 habitantes más pobres de Argentina. Preservarla a este nivel es dar el pie para relanzarla económicamente.
Nada de esto entienden en el nivel municipal. Goya es un lugar con todo para presentarse como polo turístico y cultural, para ponerse literalmente en el mapa como destino. Muchos locales lo saben, como saben que destruir su tejido urbano podrá enriquecer a unos pocos, pero apenas deja a los demás boqueando en un pueblo de la misma pobreza pero horrible. No extraña que en Goya surgiera una Asociación Civil, Proyecto Goya, con 2200 miembros, lo que en proporción es como si en Buenos Aires Basta de Demoler tuviera 250.000. La lista de famosos que apoyan es interminable e incluye a cuanto correntino se destacó en las artes y la cultura, con una Teresa Parodi especialmente vocal.
Ya en junio de 2011, la Comisión Nacional había mandado una misión dirigida justamente por Anchorena, que en ese momento pidió al Concejo Deliberante local que suspendiera todo permiso de obra y demolición en la zona. La misión hasta habló de “rediseñar” las obras en altura cercana para que fueran “más amigables con el entorno histórico”. El más crítico era justamente el del maltratado Teatro, a punto de ser deformado por la construcción de un vecino sin el menor valor estético y medio que prepeando con un ángulo. Para peor, a pocos metros del Solari se va a construir ahora un edificio ¡de siete pisos! El bodrio va a arruinar a dos de las mejores casas de Goya, la Pando, de 1900, y la Monferrer, de 1855. El desmán sigue frente a la plaza central, trazada en 1807, que agrupa la escuela donde trabajaba O’Gorman, el obispado de 1860, la biblioteca y la casa López Lecube. A este conjunto coherente y bajo se le quiere agregar ahora un edificio de nueve pisos.
La intendencia no les prestó la menor atención a estos consejos, con lo que la Comisión Nacional emitió el 28 de julio de 2011 una propuesta de declaratoria donde advertía del riesgo inminente. Lo único que admitió el intendente fue que las obras no tenían estudio de impacto ambiental, como manda la ley nacional 25.675 y que no respetaban la legislación local que manda tener en cuenta “el emplazamiento y el carácter del lugar”.
Artaza escribió que “no debemos consentir que el Casco Histórico de Goya, verdadero Lugar de Memoria nacional, sea desfigurado por edificios que pueden hacerse a distancia razonable de un sitio que debe ser preservado”. Su ley preserva el conjunto y crea un área de amortiguación para que el patrimonio no quede como una maqueta rodeada de edificios altos. La potencia de la idea fue tal que el Senado la aprobó por unanimidad.
Ahora falta la Cámara de Diputados para que el proyecto sea ley nacional, en firme. Como terminaron las sesiones ordinarias, la esperanza es que este tema se incluya en el temario de extraordinarias. El presidente de Diputados, Julián Domínguez, adelantó a m2 que esperan el proyecto “con ganas” y que está seguro de que también en su cámara “será aprobado de inmediato y también por unanimidad”.
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