Manímero es una apuesta por un nuevo material creado a partir del maní, uno de los descartes más grandes de la industria cordobesa.
› Por Luján Cambariere
Parece que por fin los paradigmas están cambiando, y en Córdoba, donde un grupo de estudiantes de diseño eligió como material el maní, en vez del plástico inyectado. El proyecto forma parte de su tesis de grado de la carrera de Diseño industrial de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Córdoba, y sus autoras, un trío de inquietas ya profesionales, decidieron optar por el desarrollo de un material como producto, entendiendo que eso también es diseño.
Así surgió Manímero, iniciativa y compuesto desarrollado por Ana Martínez Carranza, Carolina Sedrán y Valentina Santellán Arbol. La idea utiliza el tegumento del maní (la suave piel rojiza que recubre el grano) como carga de una matriz polimérica, recuperando este desecho agroindustrial y agregándole valor. Córdoba, y más precisamente Hernando, es la capital del maní y tercer polo productivo del mundo.
“Es importante destacar –detalla Santellán– que nosotras no trabajamos con la cáscara. Ya hay muchos proyectos sobre eso. Sino con la pielcita rojiza que al haber una gran exportación recientemente de nuevos productos en la región, como manteca de maní o chocolate con maní, se descarta.”
“El tegumento es una fibra que se desecha de la producción industrial de maní pelado en Córdoba. En la región del sudoeste de esta provincia se concentra la mayor producción de maní para exportación del mundo (el triángulo formado entre La Carlota, Villa María y Río Cuarto) y en la cual se descartan aproximadamente 10.000 toneladas anuales de tegumento de maní con un bajo porcentaje de reuso como pellet para alimento animal. Estas cantidades van en aumento por la creciente demanda de maní pelado para su uso en productos derivados”, agregan.
La innovación consiste en la aplicación como carga para un nuevo material, permitiendo su reutilización como materia prima de una nueva cadena productiva. A partir del uso de polímeros, logran obtener un material compuesto con variabilidad en su dureza, posibilitando su aplicación en objetos rígidos y flexibles apto para ser conformado por medio de distintos procesos productivos como inyección, extrusión y roto-moldeado.
“Comprobamos una buena performance del material en distintos procesos productivos, lo que permite abarcar una amplia gama de aplicaciones, entre ellas, la arquitectura no estructural, objetos de uso doméstico y decorativo, y mobiliario”, señalan. Opciones estas últimas que no han abordado aún, ya que prefieren centrar su investigación en el material.
“Lo novedoso tiene que ver con la posibilidad de reducir el volumen de este desecho a partir de su reutilización, la generación de un nuevo material compuesto de industria nacional, sector casi inexplorado por la industria local, con muy pocos antecedentes. Aquí además se aprovecha la cercanía entre el residuo desechado y las grandes industrias del plástico en la provincia de Córdoba, lo que permite generar un polo productivo de vanguardia, con la posibilidad de comercializarlo en el mismo formato de los polímeros actuales utilizando los canales ya establecidos”, suman.
Para la investigación, además, contaron con el apoyo de otras facultades de la universidad, como el laboratorio de materiales de química de Ciencias Exactas, además del INTI y el asesoramiento de investigadores del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv), perteneciente al Conicet, especializados en la producción de maní, quienes les transmitieron a las investigadoras la problemática del desecho en dicha industria.
“Otra cosa que me gustaría señalar de nuestro proyecto –cuenta Santellán– es que estamos en la etapa de profundizar la investigación, buscando recursos para poder hacerlo. No sólo queremos comprobar mejor nuestras viejas hipótesis donde planteamos el uso de polímeros termoplásticos vírgenes (PVC, PE y otros), sino que queremos investigar la mezcla con plásticos reciclados y biopolímeros para poder obtener resultados aún más sustentables. Ganar el segundo premio de la categoría diseño industrial de Innovar el año pasado fue una gran motivación, pero necesitamos más apoyo para poder avanzar en una idea que no es nueva, pero tiene mucho que ver con quiénes somos y nuestro posible contexto laboral”, remata.
“Para el futuro buscamos crear lazos entre la industria manisera y la plástica a fin de proponer nuevas formas de producción más limpias, en donde el output de una industria sirva de input para la otra, cerrando el ciclo productivo como la teoría relacionada con la sustentabilidad propone. Esperamos que Manímero pueda producirse nacionalmente y genere nuevos productos con alto valor estético y ecológico, ampliando las posibilidades actuales de la industria para competir en mercados internacionales con normativas ecológicas”, suma Sedrán.
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