El Annual Fashion Show 2013 de la Nueva Escuela de Diseño UDLA en Santiago muestra la apuesta de impulsar a los futuros profesionales del diseño.
› Por Luján Cambariere
Inquieta si las hay, la semana pasada la Nueva Escuela de Diseño UDLA de Santiago de Chile presentó su Annual Fashion Show 2013. Es un evento que los desmarca de la media y resalta el carácter innovador impuesto en la escuela desde hace dos años por su nuevo director, el diseñador industrial Juan Pablo Fuentes, fundador de Cómodo Tienda de Diseño. También es responsabilidad de la coordinadora de la carrera de vestuario Gabriela Olivares, una argentina radicada hace años en Santiago y fundadora de Passiontour Design. Apasionados y jóvenes pero con vasta experiencia profesional en su haber, ambos quisieron plasmar lo que consideraban no se daba en la educación chilena (tampoco en la nuestra): una mayor participación y contacto de los alumnos con la escena profesional, una relación más comprometida entre profesores y alumnos.
Por eso el jueves pasado presentaron por primera vez la colección de quince estudiantes de la carrera de vestuario en un evento que no tuvo nada que envidiarles a los del mainstream con cóctel, megapasarela, show en vivo y prestigioso jurado conformado por periodistas especializados. Un hito, según cuentan, que corona estos primeros años de trabajo y ambiciona cambiar los paradigmas establecidos en la enseñanza del diseño en Chile.
Los alumnos de primero y segundo año fueron los protagonistas con propuestas que iban desde lo puramente experimental a otras más cercanas a lo comercial, siempre fruto de su proceso académico. Sorprendió por el manejo de un material poco convencional, la arpillera, la sutil apuesta de Paulina Serrano –Lo longevo y lo rural– en homenaje, según considera su autora, a quien fuera una de las máximas promotoras de la cultura popular chilena, Violeta Parra. Acreedora del premio a la “Mejor propuesta de innovación”, un atuendo propio de una Carrie Brad-shaw en Sex and the City del sur, de bella morfología y original empleo de los recursos al alcance.
También la apuesta de quien se alzara con la “Mejor Propuesta Creativa”, a puro pompón: Meidin Chile de Natalia Calderón. Y Matías Hernán con la “Proyección comercial femenina” por Black Leather, de impecable factura. Vestidos y trajes a través de los que juega, como explica su autor, con el imaginario femenino de los años cincuenta (siluetas ajustadas en faldas tubo) realzando la figura con un lenguaje moderno a puro cuero.
El Premio a la Proyección comercial masculina fue para Paloma Vilches por su propuesta Apresurada superficie hibridando superficies. Transmutación mental, Prisionero, Delirio Apasionado fueron otras de las propuestas presentadas que evidencian la vestimenta como construcción, hábitat, casa, más o menos amenazada en estos tiempos que corren. Pero sobre todo un trabajo hacia el ser en el hacer. Una búsqueda hacia lo propio que a la larga siempre da frutos y que Olivares explicó a m2.
–Desde septiembre de 2010, cuando Juan Pablo asume como nuevo director de la Escuela de Diseño UDLA y nos convoca a formar el equipo junto a Jaime Ramírez (a cargo de la dirección de arte del desfile) y Ricardo Abarca.
–Porque la educación en términos generales es un desafío en sí misma y permanente. Esto conlleva la provocación de hacer ejercicio de ella desde cargos directivos, sin duda una oferta muy tentadora de rechazar, sobre todo por las convicciones soñadoras que ambos compartimos de dar un vuelco desafiante basado en una educación integral, ocupada del hacer y del ser. Una educación que aún se encuentra cedida al “debe” desde su base en los colegios y necesita de reajustes, con nuevas formas de enseñanza adaptadas a una realidad en vertiginoso y acelerado movimiento comunicacional. Una época marcada con estas variables requieren de actualización permanente, sobre todo frente a esa responsabilidad tan grande como es “educar”.
–La meta aún no termina, de hecho nos encontramos transitando a mitad de camino recién. La primera etapa se concreta cuando titulemos a la generación que recibimos desde el inicio de nuestra gestión. Desde ahí proyectaremos un segundo ciclo y continuidad con desafíos nuevos y actualizados, siendo consecuentes con lo que planteamos desde el principio. Por eso nuestro slogan sigue formándose en la base de la “nueva escuela”, una actitud vinculada con la novedad y reinvención permanente. Un trabajo de estas características requiere no sólo de convicción sino de esfuerzo y trabajo colaborativo.
–Ufff qué pregunta difícil... porque quizás en esa época no lo dimensionaba tanto, pero hoy sí. No sólo porque me toca estar del otro lado sino porque percibo el sitio de los jóvenes que hoy me toca guiar. Me hubiera gustado tener una escuela más comprometida con los alumnos, desde el punto de vista de acompañarlos y guiarlos por el camino que cada uno quiere o pretende al menos moldear. Ese camino que hubiéramos querido lo hacemos hoy desde la otra vereda que nos toca transitar, nos involucramos en el proceso de aprendizaje desde varias aristas y eso implica hacerse cargo de la educación integral que buscamos, relacionada al mismo tiempo con la era que nos toca vivir. Estamos insertos en una era de transformación social profunda, nada más y nada menos que la revolución de la conciencia.
–Cambiar paradigmas suena bien y parecería fácil, sin embargo no lo es y no se logra de la noche a la mañana. Requiere tiempo que se traduce en períodos de prueba. Tiempos que a veces resultan impredecibles. Se trata de cambios profundos y “aceptados”. El solo hecho de crear conciencia, en una sociedad de consumo desmesurado y la enfermedad como camino para llegar al entendimiento, parece casi una labor titánica. La motivación por cambios y cambios significativos es definitivamente un estímulo que muchos compartimos y queremos lograr; sin embargo requiere de convicción, pensamiento, visión y certeza, entre otros criterios. Queremos cambiar el paradigma de la educación controlada por notas y asistencias por una educación centrada en la confianza y la motivación personal de aprender. Si la educación hoy es sinónimo de lucro es porque no es consecuente con lo que entrega, por lo tanto centramos nuestro esfuerzo en escuchar lo que el mercado necesita y entregamos a nuestros estudiantes y futuros profesionales herramientas de aptitud (regida por el conocimiento) y actitud (regida por la voluntad) congruentes con la demanda. Es por esto que digo que cambiar paradigmas no se hace de un día para otro y requiere de muchas variables que deben conjugarse. Sin embargo, hoy puedo asegurar que nuestro norte, a través de esta “nueva Escuela”, está situado en el podio de la confianza que tenemos en nuestros alumnos y equipo docente, y mantenemos la convicción de que juntos podemos lograrlo.
–Un alumno de diseño UDLA egresa con énfasis en el emprendimiento, entendiendo que el éxito de ello no se logra solo, sino mejor en equipo. Un profesional capaz de enfrentar el mundo de la creatividad, los negocios y competitividad sin miedo, es decir, un profesional confiado y centrado en sus fortalezas, consciente de los obstáculos y con la capacidad de superarlos sin contrariedades. Un alumno con capacidad crítica y creativa en todos sus planteamientos. En otras palabras, un profesional que carece de obstáculos, es simplemente libre.
En UDLA hay contexto de realidad, pasión, confianza, hechos determinados, intercambio cultural y paciencia... Esto conlleva a que exista carencia de flojera, descuido, aislamiento. Trabajamos por formar una escuela fundada en un “nosotros”.
–Creo que este primer “acto” bautizado Annual Fashion Show UDLA marca junto a otro proyecto, Club E, los hitos más significativos de la escuela ya en una etapa mas sólida. El Annual Fashion Show, a pesar de que abogó siempre por defender “lo latino” como base primaria, se identificó de esta manera justamente por una decisión improvisada y azarosa que nos agarró sobre la marcha. Representa el hito primero en nuestra escuela de vestuario porque justamente cumple con lo requerido, un hecho y punto de partida que despierta atención y se enmarca como un referente en la idiosincrasia chilena, siempre refiriéndonos puntualmente a lo que implica un evento anual de escuela.
Club E, sin caer en lo ambicioso, es un movimiento de conciencia pura donde el alumno (socio en este proyecto) conoce y descubre las características y tipologías que “hacen” al emprendedor. En otras palabras, lo prepara integralmente y busca convertirlo en uno de éxito. Bajo este esquema también existe acá un cambio de paradigma donde nos ocupamos del alumno más allá de la sala de clases con el aporte de expertos multidisciplinarios y una entrega de tiempo y esfuerzo que trasciende la labor docente. Este proyecto, si bien nace en la escuela, ha sido abierto y dispuesto a toda la comunidad y es transversal a todas las carreras.
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