El macrismo es un fenómeno cosmético, se sabe, pero también generoso. Como la industria de la construcción en su faceta especulativa enfrenta una recesión onerosa –es más difícil blanquear fondos comprando torres–, el jefe de Gobierno creó un Plan Jefas y Jefes de Empresas Constructoras para sostener a los amigos en las malas. Esto explica la verdadera pelea con la ley que es insistir en asfaltar calles empedradas, la fiebre de peatonalizaciones en el Centro y el mismo metrobús en la Nueve de Julio. Que muchas obras se paralicen para siempre, como es el caso de los asfaltos, porque son ilegales de toda ilegalidad, no tiene importancia alguna. Es que el contrato ya se firmó y, por juicio o por ventanilla, el contratista amigo cobrará igual, que es la idea. El caso de la foto muestra otro elefantito blanco, este inventado con pintura y esos palitos amarillos tan feos, en el cruce chueco de Gascón y Costa Rica. Esta zona de Palermo se sale de la grilla y crea diagonales y cruces en ángulos llanos. El lugar es perfectamente navegable y si el gobierno local se molestara en pintar las cebras para saber dónde hay que parar, sería hasta fácil. Pero no, lo que prefirieron hacer fue el exagerado bodrio de la foto, una rotonda pintada con una de las esquinas prolongadas virtualmente, en pintura. Es lo que ya probaron en la esquina complicada de Libertad, Juncal y Quintana, donde los vecinos todavía se preguntan para qué tanto gasto. Ahora se suman los de Palermo. Las empresas, felices.