Susana Mesquida es una funcionaria “de carrera” en la municipalidad/gobierno autónomo, poco conocida, pero con roles relevantes en temas patrimoniales. Arquitecta, maneja de hecho el notorio Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales que administra el trámite de demolición de edificios anteriores a 1941. Daniel Chaín, su ministro de Desarrollo Urbano, y Héctor Lostri, su secretario de Planeamiento, le dejaron la llave del CAAP porque saben que está en buenas manos y los permisos para destruir edificios corren fluidamente. La funcionaria, según sus amigas y partidarias, “hizo tanto por el patrimonio” y es una cruzada, a su manera, de los edificios históricos. Parca de palabras, tiene sin embargo una frase favorita que usa letalmente: “Eso es política”, dice con disgusto cada vez que alguien le discute la permisividad de las demoliciones.

Pues parece que a la arquitecta Mesquida se le pasó el disgusto por la política y se está comprometiendo con la campaña de sus jefes. Esta semana llamó la atención su aparición en una gestión que no pasa exactamente por su campo de expertise. Resulta que el Ministerio de Desarrollo Urbano llamó a los vecinos de Salvar Floresta y pidió una reunión para hablar de los problemas del barrio, acosado por talleres clandestinos y locales sin permiso de obra que aparecen como hongos, pese a su APH. Esta semana se hizo la reunión y la delegación oficial estaba formada por un trío de asesores del ministerio, por el candidato y rabino Sergio Bergman y por Mesquida. Hay que darle la bienvenida, entonces, a la arquitecta en la arena de la política explícita, con candidato y todo.