Federico Varone estudió diseño industrial en la FADU (UBA). Aunque su amor por el mundo del proyecto viene de chico. Desde muy pequeño, el dibujo era su juego preferido. Además de armar y desarmar objetos, como todo diseñador de producto que se precie. Desde hace casi diez años viene trabajando para diferentes empresas haciendo desde productos para tecnología, a packaging, cartelería publicitaria y objetos promocionales, hasta hoy que decidió abrirse camino de forma independiente con el objetivo de desarrollar su propio mobiliario, luminarias y objetos. Hace unos días, además, recibió la grata noticia de que varios de sus productos fueron seleccionados por la Cancillería argentina para participar en el pabellón argentino en la exposición 100%Design Londres. Hacia allí partirán su jarra de cerámica para vino Pingüino Empetrolado, su florero de cerámica Polución Natural, la familia de lámparas de colgar y de pie Es Tubo Deprimido y el candelabro Drago, entre otros.

¿Por qué te decidiste a encarar lo propio?

–Como diseñador comencé hace casi 10 años. Trabajé para varias empresas de diseño industrial, perosiempre quise largarme solo y encarar este tipo de aventura. Los últimos años estuve a cargo de la oficina de diseño de una empresa con base en Miami, gracias a la cual tuve la posibilidad de viajar a China varias veces para ver fábricas y procesos industriales. Pero el objetivo de esta empresa y muchas tantas otras es producir a mansalva y vender sin importar el costo, y esto es algo que decidí evitar. Además no encontré ningún lugar donde pudiera divertirme de la manera en la que me divierto ahora. El producto es la excusa para llegar a las personas, un canal de comunicación. Una forma de compartir la cultura. Esto de trabajar independientemente me transformó en una especie de malabarista, donde no sólo hay diseño de productos, al mismo tiempo puedo desarrollar otras áreas como la ilustración, character design y murales, entre otras cosas.

¿Cuál es tu mecánica, si existe, a la hora de diseñar?

–Me gusta observar todo: actitudes, costumbres, hábitos. Esto me lleva al papel a través de dibujos, notas, collages, manchas, plastilina. Todo lo que me sirva comom disparador para poder continuar el proceso creativo. Luego de la idea o concepto viene un desarrollo sobre el tablero, donde empiezo a descubrir la morfología que va a tener el objeto. Me gusta mucho y es fundamental hacer maquetas de estudio. Muchas veces el tema lleva al material o el material lleva al tema... todo parte de la experimentación en ambos sentidos.

Algunas ideas tienen varios meses o años dormidas dentro del cuaderno esperando a ser encontradas nuevamente. Por ejemplo, el palillero Pic a Pic es una idea que surgió en el 2003 aproximadamente y recién hace unos años pude producirlo.

Estoy intentando cada tanto alejarme de la computadora. Es una herramienta súper potente (y necesaria) y puede resolver casi cualquier cosa. Pero corremos el riesgo de quedar atados y esclavizados por ella. Por eso el lápiz y el papel son fundamentales en el proceso de diseño y de creación, Creo que nos tenemos que ensuciar más las manos, menos mouse y más taller, hacer más. Mi intención con los productos es que perduren en el tiempo, que nos acompañen a su manera en la vida.

Quizá sea debido a esto que intento hacer productos y objetos que sean atemporales, relacionados con el imaginario cultural. Con la carga cultural de imágenes que tenemos dentro. Muchas veces mis productos pecan de tener una dosis más de arte o de concepto que de funcionalidad.

¿Cuál fue el primero?

–Sientateteta que tuvo varios nombres (Icono, Ubre, una especie de crisis de identidad). Costó traerla al mundo real, ya que distintas circunstancias evitaban su materialización. Recuerdo que me pasé horas lijando el modelo para poder hacer las primeras patas en PRFV. Con este banco intenté experimentar entre lo orgánico y lo inorgánico. Plástico y cuero. Un objeto que puede ser un banquito o una especie de mascota hogareña. El resultado fue una síntesis morfológica de la vacas, esas que nos miran desde la ruta cuando dejamos la ciudad.

¿Y el que más satisfacciones te trajo hasta ahora?

–Es difícil elegir, porque la verdad es que cada producto que nace es especial. Todos tienen algo para contar y mostrar. Pero si tengo que hablar de algún producto en particular: el Pingüino Empetrolado. Fueron seleccionados en el 2011-2012 para formar parte de “The World Bank Art Program About Change”, donde tuvieron la posibilidad de viajar y mostrarse junto a obras de diseñadores y artistas de toda la región. Hubo buena repercusión y me siento muy orgulloso de haber sido seleccionado. En 2008 la familia de lámparas “Es Tubo Deprimido” ganó el primer premio Paolini Innova, proyecto que tuve la posibilidad de compartir con dos amigos. Unos años antes“Cazador Cazado” me dio mucha alegría, un producto muy conceptual, donde la naturaleza se toma revancha. Este formó parte de la vidriera de HP France en Japón en el año 2007.

¿El humor está siempre presente?

–Creo que lo que más está presente es la observación y la reflexión, y a través de esto llego al humor, al sarcasmo o la ironía. Una mezcla de sentimientos que terminan en objetos que cuentan historias. Trato de darles una impronta personal a los objetos. Me resulta interesante que los productos generen cierta sorpresa o “incomodidad” en el otro. Que obliguen a sonreír, reflexionar. Con algunos productos encuentro un canal de comunicación a través del humor, trato de hacer productos simples donde lo importante se encuentra una vez que uno entiende qué es lo que dice el objeto. Si el que está del otro lado esboza una sonrisa cuando ve el producto, eso paga todo el esfuerzo que me tomó llegar al producto final.