Sáb 15.02.2014
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Desde el Norte

Para juntar las manos artesanas y el diseño contemporáneo, Silvina Lippai creó su Tienda de Costumbres, donde todo tiene origen y nombre propio.

Muebles y objetos con origen. Así define Silvina Lippai las piezas que diseñan y producen manos artesanas del norte de nuestro país. Y lo cierto es que no hay una definición que le calce mejor a un espacio, su Tienda de Costumbres, que estalla de color celebrando diversos oficios como el de los más exquisitos carpinteros, bordadoras y teleras. La historia empieza allá lejos y hace tiempo. Su papá tenía casa de antigüedades y como estaba separado de su mamá y su colegio quedaba a unas cuadras, de chica prácticamente vivía en el local. Juntos viajaban mucho al interior a buscar muebles. El portarse bien era el pasaporte a nuevas aventuras, descubriendo artesanos, técnicas, saberes y con ellos, diversos mundos que hoy son parte de su vida en la ciudad.

–¿Un mix de orígenes el de tus piezas?

–Sí. Es loco porque a los chicos no suelen gustarle esas cosas, pero a mí me encantaba de chica acompañar por los sitios más inhóspitos a mi papá para reunir las más bellas piezas para su casa de antigüedades. El viajaba constantemente a buscar muebles y objetos que después intervenía y vendía en el local. En varios de esos viajes iba yo como acompañante de ruta y me encantaba. Eran viajes largos, pero me los aguantaba sin chistar, el portarme bien me aseguraba que me llevara en el próximo.

Era mi mejor programa. Me crié en ese entorno, jugaba con juguetes viejos, pianos con mucha historia y en Navidad recibía los camiones con los muebles que mi papá compraba en los campos, siempre con algún tesoro oculto. Alguna carta en los cajones, plata vieja en los travesaños de las camas o alguna foto, y a mí me fascinaba.

Después crecí y decidí estudiar diseño de interiores. Tuve un estudio propio con una socia por un tiempo pero siempre me tiraba esto de empezar a materializar un poco lo propio. Porque cuando uno tiene un estudio diseña y crea para los clientes pero el crear un producto para vos es totalmente diferente. De esto hace dos años y medio y una pasión creciente.

–¿Cuál fue desde el inicio el foco?

–En un principio hice muebles reciclados y de carpinteros del norte que volvía a encontrar. Principalmente de Santiago del Estero. Trabajo con todo el NOA –Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy–. Y sobre todo el interior del interior. Pueblitos en el medio de la montaña o en la ruta donde te vas metiendo. Mi marido es piloto de línea aérea, pero en su tiempo libre es mi chofer de lujo. Nos compramos una camioneta y hacemos los viajes juntos. Al principio viajaba mucho porque tuve que retomar todos los contactos. El capital humano que había conocido a largo de todos esos años y que heredé de él. Me encontré con todos estos carpinteros y sus mujeres tejedoras que me conocían de chica, cuando no medía más de un metro de altura, así que comenzamos una nueva relación. Les llevé los dibujos de lo quería hacer y empezamos a producir para lo que iba a ser mi local. Con el primer pedido que llegó tuve la sensación de estar abriendo un regalo de Navidad. No podía parar de romper las cajas y los envoltorios, quería saber cómo había quedado, fue mucho mejor de lo que esperaba. Ahora abro regalos todos los días. Pero como mi principal objetivo es tener un emprendimiento sustentable, dar continuidad de trabajo a las personas y un trato justo, de a poco empecé a poder también trabajar a la distancia haciendo mis pedidos especiales a carpinteros, bordadoras y teleras. Obviamente en el trato hay cosas más modernizadas o otras no tanto, así que hay diseños que viajan por correo argentino ya que muy pocos cuentan con Internet y a veces tampoco con señal para el celular.

Así me fui nutriendo de la experiencia de cada artesano que con paciencia me iban contando como se hacía cada cosa, los procesos, la mejor forma de producir mis prototipos. Y así fuimos llegando a acuerdos de producción y diseño hasta hoy que ya todo está más aceitado.

–¿La primera pieza?

–Una alfombra tejida en telar. Había llevado en el primer viaje al norte en donde se estaba gestando el local, muestras de colores de la pinturería, lápices, escalímetro, pedacitos de la lana y con esos elementos les encargaba a las teleras lo que quería. Me miraban como bicho de otro pozo, pero con el tiempo nos acordamos de mi primer desembarco con los utensilios que había llevado, nos reímos.

–¿Comercio justo?

–Trabajo sobre esas pautas. Muchas veces pago por adelantado. Siempre un precio que nos convenga a todos. Y con materiales naturales. Desde que empecé me caracteriza el color. Pero también lo hecho a mano, con elementos naturales: papel, lana pura de oveja o llama, hilo ciento por ciento algodón, madera, tiento, fieltro amasado de primera calidad. El comercio justo es nuestro pilar, nuestro vínculo con el artesano es de total respeto, valoramos su trabajo, el tiempo de ejecución de cada pieza y el precio que fija él o la cooperativa a la cual pertenece. En nuestro sistema de precios, la ganancia del local es la mínima posible para de esta forma garantizar dos cosas: que el producto rote logrando que el artesano pueda vivir del trabajo de sus manos y que el cliente pueda acceder a un producto hecho a mano, con diseño, pero a un precio razonable, que sea justo en ese aspecto también. Estamos pendientes de que los chicos vayan a las escuelas y no trabajen, no tenemos productos en donde se utilice mano de obra infantil. El comercio responsable tratamos de transmitirlo a nuestros clientes contándoles de dónde viene cada producto, el tiempo que llevó hacerlo, con qué material, eso a la gente le gusta porque sienten que son parte del proyecto.

–¿De qué lugares son?

–Nuestros productos están hechos en seis provincias del norte de nuestro país. Viajo cada dos o tres meses para visitar a las teleras y carpinteros y llevarle los nuevos diseños y prototipos a desarrollar, vamos puliendo técnicas, muestrarios de colores y aprendo mucho para luego volver y volcarlo a los productos. Es un contacto muy directo, muy humano, cuando voy me invitan a sus casas, generalmente almorzamos juntos o tomamos mate y después pasamos a los telares y a los dibujos. Los bordados son de Córdoba, los tejidos en telar con pompones de Tucumán, el trabajo en tiento de Santiago del Estero. Otra particularidad es que además de las mantas o alfombras estándar, damos la posibilidad de que las personas elijan los colores, composiciones y tamaños que más les gusten y las hacemos por encargo.

–¿Temáticas?

–Sobre todo la naturaleza. Flores, animales. Este año lanzamos una línea de almohadones en algodón bordado llenos de mariposas y flores para tener una opción más de verano. Y a la gente le encantaron porque nada mejor que imprimir color y personalidad a la casa.

www.tiendadecostumbres.com.ar

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