Sáb 19.07.2014
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Coimas y pedidos

En La Plata sigue creciendo el escándalo de las coimas para rezonificar, mientras en Caballito piden más parque y menos negocio en los terrenos ferroviarios.

› Por Sergio Kiernan

La linda y maltratada ciudad de La Plata ya es un verdadero laboratorio en cuestiones patrimoniales. El reciente fallo de la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires ordenando que la Municipalidad local muestre un poco de respeto y seriedad, presentando el plan de manejo que debe desde hace dos años, fue una muestra. Y el reciente escándalo por los funcionarios que coimeaban para dar permisos de construcción, subdivisión y rezonificación termina de demostrar que los patrimonialistas tienen razón: la ciudad está siendo destruida para que unos pocos se llenen los bolsillos.

El fiscal de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio 8, Jorge Paolini, está investigando la denuncia de un particular al que le pidieron doscientos mil dólares para rezonificarle lotes. El denunciante, Guillermo Andreau, quería subdividir dos terrenos para venderlos a beneficiarios del plan Pro.Cre.Ar, que concede créditos para construir viviendas en lotes propios. Esto da una idea de la modestia del asunto y deja en claro que no se trata de grandes negocios con torres en zonas premium.

Paolini sorprendió con una serie de allanamientos en el Palacio Municipal y en otras dependencias donde secuestraron grandes cantidades de documentos.

Con los papeles en la mano, el fiscal consideró en la causa por exacciones –el nombre legal de las coimas– que existe una asociación ilícita dedicada al tema. Sus miembros incluyen a Mariano Bruera, que es el hermano del intendente Pablo Bruera, a su secretario de Gestión Pública, Enrique Sette, a su director general de Planeamiento y Obras Particulares, Gustavo Petró, y a su director de Planeamiento, Roberto Moreno. Además, están bajo investigación penal los empleados Raúl Moratti y Cristian Ybarra. Esta semana se supo que la pista está trascendiendo al hermano del intendente y al nivel técnico que concede los permisos, para llegar más arriba en la política. El secretario general de la Municipalidad, Jorge Campanaro, también está siendo investigado en el caso.

La causa arrancó con la denuncia de Andreau de que le pidieron 216.000 dólares contantes y sonantes para arreglarle los permisos de subdivisión y rezonificación de sus terrenos en 52 y 161. El fiscal Paolini intervino los teléfonos de los funcionarios ahora procesados y de un ex, Ricardo Riddick, que fue director de Planeamiento de la Municipalidad. Según informó el medio local Infoplatense, Riddick era el nexo en el negocio entre Sette y Moratti. Este último, empleado municipal, era el que hablaba con el denunciante para convencerlo de pagar.

Pero el fiscal avanzó más allá de comprobar fuertes indicios de coimas y descubrió que, igualito que en esta Capital Federal, había dos cadenas de corrupción compitiendo entre sí. Según Paolini, la cadena de Sette competía en forma directa con la de Campanaro, que además de secretario general del gobierno municipal de Bruera es abogado del principal diario platense, El Día. El fiscal escribe que “de las escuchas intervenidas surgiría también la posible comisión de otros delitos de acción pública en los que habrían tomado parte otros sujetos de los aquí imputados. Tal es el caso del actual secretario general del municipio, Jorge Campanaro, y el ex director de Planeamiento Ricardo Riddick”.

El denunciante Andreau fue a verlo a Campanaro, a quien conocía, para decirle que “realmente no podía creer que estos tipos me estuvieran pidiendo dinero para hacer un trámite administrativo”. Según Infoplatense, la respuesta fue que “esto se maneja así”. Este diálogo tuvo consecuencias el 6 de mayo pasado, cuando el funcionario Moreno y el empleado Moratti hablan, en una llamada grabada por la fiscalía, acerca de que Andreau “estuvo golpeando otra puerta”.

Para el 28 de mayo, la entrada de Campanaro en escena tenía una consecuencia muy concreta, una rebaja en la coima. Ese día, a las 18.05, Moratti le pide a Moreno que “le baje la pendiente” al asunto “en 114 grados” de modo de cerrar de una vez. Es que “de esa forma yo se lo saco del buche al otro, porque el otro iba a ir directo arriba, viste... se lo saco del buche y lo solucionamos nosotros”. Esta última frase hace que Paolini considere que está confirmado que “interviene al menos otra persona más en el pedido de dinero, que decide por encima de estos dos sujetos. Quien no sería otro que Enrique Sette, máximo responsable de la Secretaría de Gestión Pública”.

El fiscal considera que no hay duda de que esto no fue un caso aislado sino un “plan delictivo” que se continúa en el tiempo. “La pluralidad de personas a las que se les solicita o exige dinero, o de las que se reciben propuestas; las distintas características de los lotes comprendidos en la negociación; la diferente ‘tasación’ de las operaciones; y la planificación de distintas personas en la solicitud-exigencia de dinero –Petró, Ybarra o Moratti– despejan por completo la hipótesis de unidad de conducta delictiva”.

El denunciante Andreau fue valiente al hacer su denuncia, que puede comenzar una bola de nieve imprevisible. Si para dos terrenos modestos, destinados al plan de viviendas populares del gobierno nacional, se pedían semejantes montos, ¿cuánto figura en el tarifario para emprendimientos realmente grandes? Ahora se entiende mejor la durísima voluntad de la Municipalidad de La Plata de mantener abierto al negocio el Casco Fundacional de la ciudad, el Centro, y la arbitrariedad con que se pasaron códigos urbanos suicidas...

CABALLITO

SOS Caballito insiste en poner un poco de raciocinio en el proyecto de cambio de zonificación de los terrenos ferroviarios de su barrio. La ONG que se batió tan bien con las torres pide algo realmente duro en esta ciudad gobernada por el macrismo: que se tengan en cuenta las necesidades reales de los vecinos y se haga, una vez en la vida, un plan de uso. Lo hacen porque ya casi no quedan terrenos semejantes en Buenos Aires y no queda ninguno en su centro geográfico, un punto de saturación extrema.

Caballito es la demostración por la brutalidad de dónde nos lleva la doctrina falluta de la Máxima Densidad Urbana. Muchos profesionales de la arquitectura y el urbanismo proponen esto con voz engolada y argumentos supuestamente intelectuales o al menos técnicos, pero la realidad los pone en su lugar de voceros de la industria especulativa. La Máxima Densidad es en concreto la falta de límites para poner una torre al lado de la otra sin sujetarse aunque sea a la ley de Nueva York, donde se paga por la adaptación de la infraestructura urbana y el aumento de tránsito (estos yanquis, tan socialistas).

Caballito tiene siete kilómetros cuadrados de superficie donde ya se apilan 180.000 personas, casi el doble que el promedio del resto de la ciudad. En esta década, le agregaron a este colmenar unos tres millones de metros cuadrados de construcción, lo que hace un metraje por superficie del barrio realmente notable. Sin embargo, la población de Caballito no varía de censo en censo, lo que muestra que lo que se construye son estacionamientos de dólares y no viviendas. Lo que sí se habilita son locales y más locales, lo que consolida la afluencia de tránsito a la zona. La situación respecto del verde es simplemente calamitosa, ya que el barrio tiene apenas un metro y medio por habitante, concentrados en un par de parques grandes, muy lejos de los diez metros recomendados. Este panorama se extiende hacia el oeste porteño, caracterizado por la falta de plazas y la saturación de transporte público y de automóviles.

Lo que hizo SOS es enviarles una carta abierta a los legisladores porteños que tienen que tratar un proyecto de normas especiales oficialmente conocido como el Expediente 2513-J-2013 y agregado antecedente 1604-J-2011. Lo que piden es que se suspenda el tratamiento del proyecto y se averigüe cómo fue que terrenos de propiedad nacional fueron a parar a manos de la constructora IRSA, cosa hasta ahora casi secreta. Si no hay irregularidades en los títulos, los legisladores deberían insistir en un parque, dándoles a los privados una compensación no por medio de una expropiación sino por un convenio urbano por el que se cambia la obra en Caballito por otra u otras en lugares donde sí hagan falta estas inversiones. Sería fresquísimo ver que por una vez en la vida la Ciudad no sale perdiendo de uno de estos convenios, que siempre terminan con empresas tomando espacios públicos.

Recuperar los terrenos permitiría crear un parque y dar espacio para cierta infraestructura que Caballito necesita mucho más que un shopping y más torres. Por ejemplo, se podrían hacer túneles o puentes conectores que eviten el absurdo macrista de los puentes en U, ridículos bodrios que se proyectan por ejemplo para la calle Federico García Lorca. También se podrían construir una escuela –ya que en Caballito también faltan aulas–, un centro de atención de salud y un espacio social para gente con necesidades sociales. Y verde, más verde.

Como se ve, esto es usar el escaso espacio disponible en Buenos Aires con racionalidad y no con la lógica excluyente del dinero. Además, estos usos no traerían manadas de autos al barrio y solucionarían más de un problema a la vez. El PRO anunció recientemente un plan de lo más electoralero para crear más plazas y espacios verdes en la ciudad que malgobierna. Pero se cuidó muy mucho de mencionar Caballito. ¿Por qué será?

Y eso que Mauricio Macri se debe haber enterado de que las Naciones Unidas publicaron su nueva guía de megaciudades y que Buenos Aires es una de las cuatro, apenas cuatro por suerte, que tiene Latinoamérica. México, Río y San Pablo completan el podio continental de las que tienen más de diez millones de habitantes, con lo que se entiende que al decir “Buenos Aires” quieren decir el AMBA, el conjunto real de todo el tejido urbano. De paso, la ONU descubrió que el proceso de apilamiento urbano aumenta rápidamente. En 1990 había apenas diez megaciudades, con 153.000.000 de personas, hoy hay 28 con 453.000.000. La fuga del campo a la ciudad es un hecho, con el 54 por ciento de los seres humanos viviendo en ciudades.

UNA DE DELFINO

Un lujo que se da m2 es el de tener a Matías Delfino como una suerte de enviado especial a los mejores eventos de diseño gráfico del mundo. Con base en Nueva York, Delfino es diseñador de las Naciones Unidas y autor de varias campañas de interés público para el organismo internacional. Quien tenga la suerte de andar hasta fines de este mes por Manhattan podrá ver una muestra de su trabajo en el Consulado argentino de la calle 56, casi Quinta Avenida. Titulada Making Hope Visual: Designing for the World from de United Nations, la muestra reúne imágenes muy fuertes sobre la paz, la reconciliación y la vida creadas por Delfino para la ONU.

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