Residencia inteligente
Se está terminando en Miami uno de los primeros edificios inteligentes dedicado a vivienda particular. Es una torre de 50 pisos de lujo, con cableados digitales y de fibra óptica, que permite controlar hasta el microondas por computadora.
Con un presupuesto que por aquí resulta de obra pública, se está terminando en Miami un edificio inteligente pero residencial. El complejo, de 48 pisos de altura, ya viene con Internet inalámbrica, cableados de alta velocidad, funciones informatizadas, computadoras con pantallas sensibles al tacto en cada rincón y un servidor propio. De hecho, todas las funciones del departamento –desde el control climático hasta el aire acondicionado, pasando por las persianas, las luces y la temperatura del agua para bañarse– se controlan por computadora. Y los electrodomésticos están conectados en red y permiten el control remoto –por mail o teléfono, el microondas comienza a descongelar o cocinar– y controlan el stock de alimentos.
El edificio cuesta 280 millones de dólares y ocupa un terreno costero al sur de Miami de algo más de dos hectáreas. Es un coloso con 48 pisos de vivienda, una entrada de triple altura con recepciones y servicios como un hotel, un piso doble al tope que es un mirador a 360 grados con vistas al mar y a toda la ciudad. Como el tema es el lujo, el complejo tiene un gimnasio y spa de 1500 metros cuadrados, una enorme pileta de natación, un bosque plantado de palmeras colocadas entre piletas reflectoras –de adorno y con reflectores– y ocho pisos subterráneos de estacionamiento con valet parking. Sobre la costa, que tiene amarradero propio, hay ocho “cabañas” que funcionan como quinchos o simples carpas de balneario para pasar el día.
Por un par de millones de dólares se puede comprar uno de los dos departamentos especiales, llamados E, de 317 metros cuadrados, con cuatro dormitorios, cuatro baños, cien metros cuadrados de terrazas propias y dos muros completamente vidriados. Los futuros miembros del consorcio tienen en el mirador una cafetería, una sala para sentarse a mirar el paisaje de 500 metros cuadrados y el media center. Ese es el real corazón de la novedad del edificio. El centro mediático aloja lo último en informática y el contrato de compra incluye el compromiso de que las expensas –seguramente astronómicas– pagarán un constante update de programas y aparatos. Desde allí se sirve a las decenas de terminales de cada departamento y se mantienen los cableados digitales y de fibra óptica que acarrean señales informáticas y de telefonía. Estas facilidades controlan la seguridad –incendios, identificación de visitas– y permiten cosas como ir caminando de ambiente en ambiente sin perderse detalle del programa de televisión.
No queda muy en claro para qué pueda servir esto último, pero allí está. La inteligencia en edificios ya no es sólo para oficinas.