Las piezas de la etiqueta Cúbreme, de María Alejandra Gotelli, viajan a Londres a participar de 100% Design. Fibras naturales y un trabajo consciente que nos representan en el mundo.
› Por Luján Cambariere
nComo las piezas del proyecto textil que desarrolla, su vida y obra se fueron tejiendo y sosteniendo gracias a delicadas pero firmes y coincidentes tramas. Una infancia de economía de recursos materiales, pero no de posibilidades, con una mamá absolutamente inspiradora y formante. Luego un marido, diseñador industrial, que también educó en economía de recursos materiales en el mundo del proyecto en pos del planeta. Y como frutilla del postre, una hermana bióloga. Todos esos hilos conectados dieron vida a Cúbreme, etiqueta que emplea materiales naturales y trabaja desde un modelo de negocios con estándares más justos que en unos días viaja a Londres a participar de la feria 100% Design.
–Cúbreme es una decisión de crear textiles y objetos bellos simples y atemporales que despierten en cada persona un deseo de pertenecía y perpetuidad. No soy diseñadora de formación, en realidad, vengo de la docencia. Estudié geografía porque amaba la cartografía. Creo que esta parte mía como creadora se fue gestando y componiendo desde muy joven gracias a mi madre que nos enseño el valor del cuidado, las telas nobles, el detalle y la alta calidad por delante de la cantidad. Mirándola se aprendía mucho. Tuvimos una infancia humilde pero cuando salíamos de casa parecíamos Lady Di. Somos tres hermanas y mi mamá procuraba, no se cómo, vestirnos como unas princesas. Y no lo hacía por aparentar sino por una cuestión de cuidado y mimo absoluto hacia nosotras. Hacía magia con su máquina de coser. Y además reciclaba todo desde que tengo uso de razón. Según ella un cartón podía ser el techo de alguien, así que en mi casa todo se cuidaba. Seguramente, tampoco fue casual haber vivido diez años con Gui Cereceda, un gran diseñador industrial obsesionado por la escuela purista donde la economía de materiales estaba presente en todas sus obras y en nuestra vida cotidiana en San Pablo donde me radiqué de 1983 a 1990. Luego volví a la Argentina y me cayó la ficha de querer educar de otra manera. Hubo mucho trabajo desde adentro para entender y formarme en fibras naturales regionales, conocer sus características, sus cualidades y diferentes usos, las ventajas e importancia económica, social y ambiental de su producción. Así que me inicié en el estudio de las fibras con Eduardo Frank en la UCC, con el programa SUPPRAD. La historia de la herencia de mi madre es algo así como el alma del proyecto. En sus frases y acciones cotidianas veo, de joven no lo hacía, la síntesis de lo que el mundo necesita hoy: cooperación, cuidado, lealtad. Mi hermana Dada como biología trabajando en Etiopía y en Tanzania también provocó esta fascinación mía de ir al origen, al primer eslabón de la cadena productiva de las materias primas, conocer su procedencia, su historia. Ese cóctel esta reflejado en mis diseños, en cada elección que tomo creo que la palabra que mas respeto es cuidar: los recursos naturales, el tiempo de la obra, la herencia. Sobre todo porque hay muchísimo por hacer en el sector. Descentralizar y generar economías locales de autogestión. Sigo y acompaño el trabajo de algodón orgánico en el Chaco, el del guanaco silvestre, la lana en la Patagonia. Por eso una vez, la genia de la historiadora Ruth Corcuera me saludo tiernamente como la “nueva llamera”.
–Sí, usamos fibras naturales procurando, conservar su estado más puro y auténtico. En todo el proceso de producción. Estudiamos el menor impacto ambiental empleando técnicas de bajo consumo como el telar manual que además de la merma energética restablece viejas prácticas y tradiciones que queremos rescatar. Desarrollamos una cadena de valor corta y limpia, coparticipando con productores agropecuarios locales que en muchos casos están encarando proyectos innovadores con gran esfuerzo como es el caso de Ovis21, la Cooperativa Agroecológica del Litoral, El Mercado de la Estepa, la Cooperativa Payun Matru, aspirando a una nueva economía más equitativa y largoplacista. Este es un camino más arduo donde aún hay mucho por hacer y mejorar, pero sin dudas, es el camino correcto. Cúbreme lleva en su marca la ultima letra “e” invertida. Ese sello habla de un retorno a la equidad social, el equilibrio ambiental y la ética comercial. Crecer como empresa sin olvidar el bien común. Por eso somos una empresa certificada por la B Corp.
–En Cúbreme no hay colecciones sino estaciones frías y cálidas según el componente de fibras y tramas que lleven los productos o prendas. Camélidos o lanares para otoño invierno. Bambú, algodón nativo, seda, lino para primavera verano. Con estos mix trabajamos en las cinco líneas –sastrería, Lounge wear, interiores, accesorios y tejidos.
–Después de varios años de comercialización local, viendo el gran atractivo que es para el público extranjero la tienda y sus objetos, pensé en salir del nido y presentar la marca en Londres como punto de partida y primer experiencia en el exterior. Mi hermana Dada, la bióloga, está radicada allá hace mas de 20 años y fue quien me ayudó a tomar la decisión. Así que viajamos junto a Cancillería a participar de la feria 100% Design del 23 al 26 de septiembre.
–Estar en contacto con otros públicos y jugar de visitante siempre es una buena prueba. Te ayuda a crecer y autoevaluarte. Se que el producto gusta y es genuino, ahora es cuestión de encontrar el par allá para poder comercializarlo con esta misma filosofía de trabajo que quisiera se sostenga a la distancia. Mi compromiso pasa por trabajar cara a cara con la problemática social y ambiental. Esto no sólo requiere de un compromiso que es legítimo desde adentro, sino conocer la historia, la idiosincrasia, las necesidades de otros y tratar de encontrar el bienestar y equilibrio de todo el ecosistema socioambientaleconómico. No siempre los cambios son notorios a corto plazo pero el trabajo de coparticipación de todos los agentes (empresas privadas, instituciones públicas, organismos de conservación ) involucrados generan una sinergia, un respaldo que permite enfrentar mejor las incertidumbre de este nuevo camino donde debe predominar el cuidado. Por ejemplo, hace poco, salió un video muy malintencionado de la organización Peta, sobre maltrato animal en un establecimiento de la red de productores de OVIS21, donde confunden esquila con faena. Varias marcas importantes, clientes importantes, como Stella McCartney y Patagonia, dejaron de comprarles. Analizo y vuelvo sobre el tema día tras día. Viendo el video reconozco la malicia y su intención que distan mucho de la realidad que conocemos los que convivimos con estas prácticas. Repito, el vídeo es una faena no una esquila. Me pregunto por qué nadie analiza o reflexiona sobre esto. Algo sensacionalista fuera de contexto, editado para provocar. ¿Cuántos conocen las vida de los troperos en Patagonia? Los invito a mirar la película en http://www.troperos.com/. Si hay errores como los del establecimiento en cuestión, hay que inducirlos a las prácticas menos violentas, más humanas con un nuevo concepto de bienestar animal. Invertir en formación y capacitación, dar ayuda financiera, acercar tecnología y sobre todo solidaridad, cooperación. Revertir la situación pero desde adentro. Trabajar para generar el cambio y sumar. No dar la espalda y dejar que del problema se encargue otro. Seguiré apostando y comprando OVIS21. Pongo este ejemplo porque es uno. Pero en realidad hay mucho por hacer. Y en eso estamos, en mi caso desde la marca.
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