La sobrina nieta de Evaristo Carriego, María Julia, no puede con el alma al ver la tapera que era la casa del poeta. “Yo sólo pude escribir esto para desahogarme”, le avisó a m2 y mandó esta suerte de poema en prosa que levanta el tema de la crueldad indiferente con que fue tratada una pieza de nuestra cultura:
Van a demoler la casa de Evaristo Carriego.
Van a demoler la casa en la que nació mi papá.
Van a demoler la casa que mi papá y mi tío decidieron vender al gobierno de la Ciudad porque ellos no la podían cuidar y el gobierno de la Ciudad, sí.
Van a demoler la casa de la poesía. Que los poetas se junten en una casa definitivamente la hace especial, pero la van a demoler.
Es complicado juntar estas palabras: poesía y demoler. Un lenguaje que las asocia sin que a nadie le preocupe definitivamente es un lenguaje del que no quiero ser parte.
Es difícil encontrar palabras cuando el que reina es el sin sentido. Hacen falta más poetas para ayudarnos a entender... Pero van a demoler la casa de la poesía, no creo que se sientan bienvenidos en esta ciudad.
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