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Sábado, 10 de octubre de 2015

Olaf

 Por Jorge Tartarini

Años atrás tuvimos una visita peculiar en nuestro Museo, una joven noruega, Marianne G. Boye. Estábamos cerrando la edición de un libro sobre la historia del Palacio de las Aguas Corrientes y su llegada fue casi providencial. Explicaremos el tema.

Sobre la autoría del Proyecto del Palacio –su arquitectura exterior– existía una difundida versión que adjudicaba el trabajo al ingeniero sueco Karl Nyströmer, representante local del estudio de John Frederick La Trobe Bateman, un ingeniero hidráulico inglés contratado por el gobierno para el proyecto y dirección de las obras de salubridad de Buenos Aires. Nyströmer fue quien supervisó la mayor parte de los trabajos desarrollados por la oficina inglesa en Buenos Aires, habida cuenta de su condición de director a cargo y de que Bateman en 17 años sólo pasó por estas tierras en tres oportunidades, para renegociar sus contratos. De allí que muchos de los planos del Palacio lleven la firma del ingeniero sueco.

Los anteproyectos del Palacio comenzaron hacia 1873, pero recién tomaron forma cuando en 1886 se definió y licitó la estructura de hierro y, al año siguiente, se aprobaron los planos del proyecto exterior, firmados por Nyströmer. Curiosamente, hasta este momento no se sabía cuál sería su revestimiento exterior, pues mientras el gobierno pensaba en usar granito y piedras del país y sólo una parte de piezas de terracota, el estudio inglés se inclinaba por cubrirlo sólo con este material, como efectivamente aconteció. Es decir que, al iniciarse las obras en 1887, su apariencia exterior estaba todavía en veremos. Pero vayamos al punto que más nos interesa en esta historia.

La construcción del Palacio duró siete años, entre 1887 y 1894. Dos años más tarde, en una conferencia en el Instituto de Ingenieros Civiles de Londres, el ingeniero Richard Clere Parsons –integrante del estudio Bateman, Parsons & Bateman– detallaba los trabajos realizados en Buenos Aires. En su disertación, Parsons adjudicaba al arquitecto noruego Olaf Boye –empleado de la oficina de Bateman en Buenos Aires– el diseño exterior del Gran Depósito. De no ser por esta mención, probablemente no estaríamos al tanto de su participación. Y si ésta así aconteció, el desempeño de Nyströmer habría sido supervisar y aprobar el trabajo de su colega nórdico.

¿Quién era Boye y cómo llegó a estas tierras? Olaf Petrus Boye había nacido en el condado de Rogaland (hoy Stavanger), Noruega, el 19 de agosto de 1864, y fue el tercero de seis hermanos. Contrajo matrimonio con Anna Emilie Levanger, con quien tuvo cuatro hijos, el primero de ellos Ole Langfeld Basilio Boye, nacido en Buenos Aires el 14 de junio de 1890. Estudió en el Instituto Politécnico de Trondheim, creado en 1870 a semejanza de institutos alemanes similares. Antes de graduarse, trabajó como asistente del arquitecto Henrik Thrap Meyers en Cristiania (antigua denominación de Oslo), participando en el diseño del complejo residencial Victoria en esta ciudad. Por sus croquis y dibujos de edificios históricos y ciudades, sabemos que en 1883 se encontraba en España.

Dos años más tarde partió de su país, seguramente atraído por las posibilidades de desarrollo profesional que ofrecía Buenos Aires, ciudad en la que permaneció hasta 1891. A poco de su llegada, Boye comenzó a trabajar en estudios de reconocidos arquitectos locales como Juan A. Buschiazzo, Adolfo Büttner y Carlos Altgelt. Hacia 1887 se incorporó a la Oficina Técnica de Bateman en Buenos Aires hasta 1891, año en que regresó a su país.

En Oslo, Boye estableció su propio estudio, comenzando una intensa actividad profesional, proyectando apartamentos de renta y villas residenciales en variedad de estilos dentro del eclecticismo historicista vigente. Durante el decenio 1891-1901, su estudio era uno de los más importantes de la capital noruega. Después de 1902 fue disminuyendo su actividad en esa ciudad, y se estableció como arquitecto del municipio de Baerum, en las afueras de la capital, donde desempeñó diversos cargos y construyó varios edificios escolares. Falleció en Baerum, el 22 de julio de 1933, a los 68 años.

La visita de Marianne Boye nos dejó fotos familiares de su bisabuelo Olaf Boye, y corporizó aquella cita de Parsons en un profesional con interesantes actuaciones, previas y posteriores a su paso por Buenos Aires. Cosas de la globalización, viabilizadas por Internet, que nos acercaron a un arquitecto noruego poco conocido. Una historia de cientos de historias de nuestro país vinculadas con la inmigración.

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