Sábado, 24 de octubre de 2015 | Hoy
Por Jorge Tartarini
Para los que conocieron algo de su antiguo esplendor, y también para los que aprecian hoy su porte monumental, quizá no haga falta aclarar de qué terminal ferroviaria estamos hablando. La del ex F.C. Mitre fue siempre la mayor y más suntuosa de las tres en Retiro. Levantada por el F.C. Central Argentino, uno de las cinco grandes compañías británicas que se repartían el negocio ferroviario en los primeros años del siglo XX, fue inaugurada un 2 de agosto de 1915. Cuando Europa estaba inmersa en una guerra que se pensaba efímera y que –durante años– sembraría muerte y destrucción mucho más allá del Viejo Mundo. Por aquí, los argentinos –y la enorme cantidad de extranjeros radicados en la Capital– comenzaban entonces a disfrutar de una terminal a todo lujo, que en nada envidiaba a sus parientes europeos. Antes que ella, hubo una pequeña estación del F.C. Norte de Buenos Aires, el primero inglés por estas tierras, luego adquirido por el Central Argentino. Convertida imprevistamente en terminal, luego del incendio en 1897 de la Estación Central, era insuficiente para el gran Central, tanto para el volumen de pasajeros que llegaban a la ciudad desde Tigre, como para el tráfico del norte del país, arribado desde Córdoba y Tucumán. A pesar de su modestia, aquella construcción simplona fue muy querida por los porteños. Al punto que, antes de ser demolida, gran cantidad de personas fueron a despedir al último tren que partió de sus andenes.
El cambio fue abismal. En su lugar, la Terminal de Retiro era una de las más importantes de Latinoamérica, por su monumentalidad, calidad arquitectónica, dimensiones y adelantos técnicos. Sus plataformas estaban conectadas por túneles transversales con montacargas para circulación de equipajes, y las estructuras metálicas de las bóvedas de cañón corrido sobre los andenes eran equivalentes en sus luces a las de la Sala de Máquinas de París de 1889, con 50 metros de ancho y 250 metros de longitud. El conjunto de las piezas, que fueron fabricadas en Liverpool por la firma Francis P. Morton & Co., tiene un peso cercano a las 8000 toneladas.
El proyecto original de Retiro era más ambicioso que el finalmente construido, pues presentaba un cuerpo principal sobre la calle Maipú (hoy avenida Ramos Mejía) de 160 m de longitud que seguía hasta Avenida del Libertador, donde tenía un torreón en esquina y luego se desarrollaba en un frente de 232 m de longitud sobre esta última avenida. De este proyecto, que incluía tres naves metálicas, solo se construyeron el cuerpo central con la cúpula y sendos pabellones laterales coronados por mansardas, en cuyos pisos altos se alojaban oficinas administrativas. Pero este no fue el único cambio. De completarse el proyecto sobre Libertador, los pasajeros hubieran disfrutado de una salida prevista para los arribos. Su ausencia hizo que partidas y arribos se concentraran en un único hall y acceso sobre calle Ramos Mejía, como sucede hoy.
Entre sus recursos constructivos de interés, se halla la solución adoptada para la iluminación cenital del gran hall público, de aspecto basilical, con paños vidriados armados, curvados, acompañando la calidad expresiva de las monumentales vigas metálicas y los cielorrasos decorados. El conjunto recuerda la ambientación de los grandes espacios termales de la antigüedad clásica.
Recientemente, este Monumento Histórico Nacional ha comenzado un proceso de restauración interior y exterior, que incluye además el retiro de los locales comerciales ubicados en el medio del Gran Hall. Es de esperar que en el conjunto de trabajos no se produzcan alteraciones en la magnífica confitería, que conserva parte del equipamiento original. La advertencia no es caprichosa. El control del arrendamiento de los espacios comerciales en las estaciones es uno de los eslabones más flojos en el cuidado del patrimonio ferroviario, y merece el debido rigor por parte del Estado.
Un nuevo ciclo de vida útil se inicia en nuestra querida Terminal Retiro. Tan esperado y saludable como la oportunidad de corregir errores y ajustar controles para su mejor cuidado y conservación.
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