› Por Sergio Kiernan
Este martes hubo lleno completo en el auditorio del Anexo del Congreso de la Nación para una reunión de las que debería haber más seguido. Fue un encuentro organizado por el PRIE, el plan rector que está terminando la restauración del sector de Diputados del palacio legislativo, por la Comisión Nacional de Monumentos, de Bienes y de Lugares Históricos, y por Icomos. La movida fue para transmitir información sobre lo realizado en el Congreso y lo que se va a hacer en el Molino, y lo especial fue que estuvo muy dedicado a los que trabajan en el palacio y van a trabajar en el Molino. Fue una alegría ver a tanta gente que hace que los edificios públicos funcionen y son los encargados finales de que no vuelvan a caer en la decadencia a la que ya estamos resignados.
La senadora Liliana Fellner abrió el encuentro hablando de Lola Mora y la historia de las esculturas que ahora vuelven a ornar el frente del palacio gracias a la iniciativa del presidente de la Cámara de Diputados Julián Domínguez. Le siguieron el asesor en Patrimonio Cultural de la Cámara Guillermo García, el subdirector de Obras y Proyectos Leandro Villanueva, y Mónica Capano en representación de la Comisión de Honor. La invitada de honor era la arquitecta italiana y especialista en administración del patrimonio Liliana Pittarello, de Icomos Italia, que entre otras cosas se dedica a investigar la historia de la arquitectura italoargentina.
La senadora Fellner explicó que la fachada del palacio “lucía mutilada” como producto de una época que “se la tomó con Lola Mora” desde el prejuicio más simple: mujer, artista, de vida “irregular”. La escultora, además, resultaba provocativa en sus ideas, como la de la Justicia cuya copia exacta volvió a la escalinata del Congreso. Como tantas otras alegorías, esta Justicia tiene espada, pero no tiene los ojos vendados y no sostiene su balanza, que está como escondida atrás de su trono. Es una crítica muy sutil y una observación muy crítica de la realidad.
Fellner contó el enorme amor que les tienen los jujeños a las piezas de Mora que ornan su ciudad, y su inmensa desconfianza hacia los que fueron a hacer las copias de alta tecnología, con el arquitecto Gordoner a la cabeza. Una y otra vez hubo que explicar que nadie se las iba a llevar, que “ni las íbamos a tocar”. Como los originales están al aire libre y han sufrido vandalismos diversos, Jujuy recibió un juego de copias para llevar las piezas a un museo que todavía no existe.
García hizo una muy concisa clase sobre desde qué ideas se encara una restauración, con ideas fuertes como “preguntarle al edificio qué quiere ser, cómo es su relación con la gente, qué tiene que decir sobre sí mismo, cómo es su historia material”. El arquitecto destacó que el objetivo es siempre ser “sensible y cuerdo”, cosas poco comunes en el gremio, e intervenir lo menos posible: “No se altera nada, se releva, se estudia para no cambiar nada” y para devolver al edificio su aspecto original. Villanueva reforzó la idea mostrando la exploración de los planos originales del edificio, que resultaron exactísimos, para despejar agregados y deformaciones, y dio el ejemplo del flamante museo y centro de visitantes en un salón de la planta baja. Ese encantador lugar había sido “sucucheado” y esta noche va a ser estrenado en la Noche de los Museos.
Capano arrancó atacando la idea de “nostalgia” que ciertos cínicos les endosan a los patrimonialistas. Licenciada en Letras, la vocal de la Comisión explicó que la palabra denota una vuelta al lugar de uno, al pago o al hogar. Hablando del Molino, definió que es mucho más que “un patrimonio en piedra y cal, es una acumulación de ritos y significados de nuestra cultura”, un edificio que fue cargado de historia por los muchísimos que lo usaron.
Finalmente, Pittarello explicó que había dedicado su vida a la administración del patrimonio edificado y a la regulación de la obra nueva en un contexto ta cargado de tesoros como el italiano. Y explicó que en su país hay una fuerte tendencia a estudiar la diáspora creativa y en particular la creatividad de los arquitectos italianos emigrados. Con lo que no extraña que su tema fuera las biografías de Meano y Gianotti, los autores del Colón y el Congreso, y del Molino y las Galerías Güemes, entre otras. Fue una clase encantadora, repleta de datos y de anécdotas, que dejó en claro que la importancia creativa de estos diseñadores no es simplemente local.
El cierre fue una convocatoria a participar en lo que bien puede ser la primera restauración colectiva de la historia. El PRIE y la Comisión están lanzando dentro de muy poco un blog con información, fotos y documentos fundamentales sobre el Molino, y la idea es que todos participen. El blog va a servir para recibir fotos, datos, historias y anécdotas sobre el Molino (la confitería como el edificio). Las imágenes pueden ser de una fiesta familiar o social, de una visita al café, de un departamento de un pariente, de cualquier tema, y servirán para ver objetos, colores, empapelados, luminarias, vajillas y cualquier detalle hoy perdido en el edificio.
Y, para empezar, se pidieron dos imágenes en particular: alguna en la que se vea el diseño de los vitrales de la cúpula, hoy desaparecidos, y alguna en la que se vean las trece esculturas que ornaban la fachada en 1916. Las piezas se esfumaron en algún momento y ni siquiera se conoce una fotos en las que se las distinga. Quien pueda aportar una pista puede escribir a [email protected].
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