Sáb 12.03.2016
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Entre muebles

La semana próxima se presenta el Proyecto Deseo, iniciativa que vincula el diseño con la industria del mueble.

› Por Luján Cambariere

Un país sin industria es triste, pero un diseñador industrial sin industria no existe. Hay muchos proyectos para fomentar el vínculo entre estos dos sectores, con más o menos frutos. Una nueva iniciativa que tiene un prelanzamiento la semana próxima en el marco de la Feria Presentes y a partir del 14 de abril en el Museo de Arquitectura y Diseño de Buenos Aires (MARQ), suma su proyecto. Son cincuenta prototipos creados por más de diez duplas conformadas por diseñadores junto a empresas del sector mueblero, dando cuenta de una mejor salud de estos vínculos.

Así, cuentan que la consigna que guió la producción de estas piezas fue pensar en el próximo mueble argentino a partir de explorar nuevas morfologías, identidades, usos, necesidades y tecnologías. ¿Los responsables? Faima, Federación Argentina de la Industria de la Madera y Afines, quien junto a dos diseñadoras Carolina Guerendiain y Beatriz Sauret y la comunicadora y asesora en la Comisión de Bienes Finales de Faima, Carolina Martínez. Juntos convocaron a las empresas y a los diseñadores, muchos de ellos con mucha experiencia en el universo del mueble.

¿A saber? La diseñadora industrial Alejandra Rumich, pionera desde su Formosa natal en promover el valor agregado del diseño en el sector mueblero. Esta vez, diseñó dos productos: las sillas y objetos Quebradas y Roll and Roll, producidas por la empresa Fabril Madera. Asientos que remiten al perfil ergonómico definido por la columna vertebral del ser humano. Otra gran promotora del interior, en este caso la diseñadora industrial santafesina Elizabeth Arn, quien desde su estudio Arn Salum gestó junto a la empresa Richezze el mueble multiuso Flex, de superficies curvas, livianas y flexibles e ideal para la separación de ambientes.

Desde La Plata, Patricia Lascano ideó la colección Penta Tesela junto al Centro de Diseño Italiano. Sistemas que desde una tesela pentagonal, evocan las estructuras de la naturaleza que funcionan como un mosaico no periódico. A su vez, Grupo Bondi en dupla con Itar realizaron un desarrollo experimental de mueble prensado, y Gonzalo Díaz Malbrán creó las piezas Isla y Límite, fabricadas por Federici Amoblamientos, inspiradas en las placas tectónicas.

De yapa, y en el museo, se va a sumar un Salón Enlace, con desarrollos de otros profesionales que vienen trabajando hace tiempo en madera, como Designo Patagonia, El Catango, Federico Varone, Fro y Leko, entre otros.

A días de la apertura, hablamos con Martínez, una de sus responsables.

¿Cómo nace el proyecto? ¿Cuáles son sus principales objetivos?

–Faima tiene dentro de su estructura al Instituto del Mueble Argentino y desde ahí estamos trabajando en el reposicionamiento del mueble argentino asociado a atributos de innovación, diseño, calidad, tendencias y para eso estamos impulsando una programa integral de acciones del cual este proyecto es la punta de lanza. Creemos que se trata de un aporte inicial para generar un cambio cultural necesario: tenemos que lograr que las materias primas nacionales, en especial la madera, las capacidades productivas locales y los enormes talentos profesionales se encuentren para visibilizar a un sector que tiene un potencial enorme y que necesita profundizar su identidad. Un dato interesante es que Proyecto Deseo es una experiencia integral: construimos un salón de diseño desde cero. Pensamos la exhibición y salimos a desarrollar los contenidos que iba a tener. Estos muebles no existían, ni se imaginaban aún. Lo interesante es que no se van a exhibir productos que ya tenían las empresas, se exhiben muebles que las empresas desarrollaron exclusivamente para este salón. Se invirtió la relación. Y eso es porque el sector privado comprende la necesidad de trabajar en una nueva propuesta de valor para el mueble argentino. La iniciativa busca mostrar las potencialidades que tiene la forestoindustria en nuestro país: capacidades productivas, tecnológicas, excelentes materias primas, profesionales del diseño muy talentosos y especializados en este sector, además de instituciones como la federación que buscan motorizar este tipo de cambios culturales. El proyecto a su vez, está acompañado por la Sociedad Central de Arquitectos y empresas que apoyan como Hafele, Masisa, Kisp, Grupo Euro y por una gran cantidad de instituciones.

¿Deseo de qué? 

–El deseo en este proyecto funciona como un motor. La pregunta por el deseo motoriza y propone una perspectiva para accionar. Desde el punto de vista del consumidor, es la pregunta por el mueble deseado: no el que puede pagar, no el que hay en los locales, no el que le entregan más rápido: es el deseado, con la tipología deseada para crear la experiencia que busca. Desde el punto de vista de la industria es el mueble que desean desarrollar más allá de las limitaciones con las que se pueda encontrar. Se trabajó con la consigna de desarrollar el próximo mueble argentino desde una mirada muy experimental y eso permitió que las unidades productivas tuvieran mucho vuelo a la hora de proponer. Y desde el punto de vista del diseñador también existió esa pregunta: qué deseo diseñar para esta empresa. A partir de esos deseos se generó el diálogo entre diseñadores, industriales y el equipo de Faima. Estos equipos trabajaron con una metodología proyectual y con un cronograma ajustado. La propuesta era estimular el diálogo entre diseñadores y empresas para desarrollar estos concept pensando en la exhibición.

¿Cómo fueron los vínculos? ¿Qué sacó de provecho cada uno?

–La vinculación entre diseñadores y empresas no siempre es fácil porque cuesta encontrar un lenguaje común, tiempos de trabajo comunes, entender los territorios de cada uno. El diseñador tiene que hacer un aprendizaje muy grande sobre la industria (sus tiempos, sus prioridades, sus tecnologías, sus materias primas, sus trabajadores,) para encontrar un campo de diálogo. A su vez los industriales muchas veces desconocen la disciplina, no saben qué beneficios les puede aportar, para qué los necesitan, entonces les temen y aparecen las resistencias. Por eso nos pareció fundamental trabajar también con un equipo de consultores en diseño y comunicación. Este equipo acompañaba el vínculo entre diseñadores y empresas, abordaba con ellos las estrategias y aportaba a la hora de tomar decisiones. Entre todos los actores, se resolvieron las propuestas de manera consensuada. Creo que todos sacaron provecho de esta experiencia. Para los industriales porque tuvieron la experiencia de trabajar con profesionales que hicieron aportes realmente innovadores en las fábricas. Y para los diseñadores porque tienen la posibilidad de articular con la industria y eso les aporta desafíos y mucho aprendizaje.

¿Cuáles son los prejuicios más fuertes de ambos grupos?

–Por parte de los industriales en algunos casos existe el preconcepto de que los diseñadores son como artistas que vienen con ideas locas e irreproducibles y que hacen unos dibujos buenísimos pero que no tienen en cuenta a la realidad productiva de la empresa. Esos preconceptos son los que atacamos con el proyecto: buscamos que se comparta la metodología, que se consensúen todos los pasos que se dan, todas las decisiones, y que el industrial comprenda y se involucre completamente con el desarrollo que proponen. Por eso no estamos hablando de sólo de “servicios profesionales” por parte de los diseñadores, sino de conformar verdaderos equipos de trabajo. Además, como buscamos diseñadores que tengan cercanía territorial con la empresa, la idea es construir un vínculo profesional que perdure más allá de este proyecto. Por su parte los diseñadores con los que trabajamos estaban muy interesados en trabajar con empresas que tienen grandes escalas productivas.

¿Y los resultados?

–Pensando en el mueble nacional hay resultados increíbles y no exagero. Muchas empresas desarrollaron innovaciones sobre la materia prima que hasta ahora ni habían imaginado, otras desarrollaron productos con tipologías completamente diferentes a las de su mercado objetivo. En el camino hubieron empresas que tuvieron que desarrollar nuevos perfiles dentro de su unidad productiva para resolver alguna parte del producto. Eso también suma a la experiencia porque esos nuevos perfiles permiten nuevas posibilidades de resolución de un mueble. Lo que se ve en los prototipos son productos con el vuelo que podría tener un producto más de diseño de autor con la resolución, la calidad y la posibilidad de entrar en una escala productiva muy grande que aporta la industria.

¿Buenos ejemplos para compartir?

–En el caso de la empresa Springwall que trabajó con Cristian Mohaded, la consigna fue trabajar con superficies de descanso. Les planteamos que utilizaran todo su talento y su capacidad productiva para trabajar algo que no fueran colchones (especificidad de la empresa). Al principio se sorprendieron y nos insistían en hacer colchones pero luego comprendieron el proceso y se sumaron a la iniciativa. Aprovechando la investigación en densidades de materiales y su experiencia en tapicería de alta calidad, se generaron nuevas propuestas que, si bien no van a entrar en el mercado en breve, se configuran como posibles caminos hacia donde la empresa puede crecer. Además, en ese caso, tuvieron que enseñarle a parte del equipo de costura a trabajar con nuevos materiales y esa experiencia fue muy exitosa ya que hoy cuentan con perfiles desarrollados dentro de la empresa que pueden resolver nuevas situaciones de productos. El caso de Ricchezze también es muy interesante. El estudio buscó salir del formato octogonal de los muebles de la empresa, generando superficies curvas, livianas y flexibles. De esta manea se rompió el paradigma del mueble “económico plano”, a partir del uso innovador de la tecnología disponible. Para ello se centraron en utilizar la tecnología disponible en la empresa, con una metodología de uso diferente; propusieron usar placa de MDF (un producto habitual de la fábrica) y  generaron las curvas a partir de desarrollar patrones de corte que rompan la fibra del material y lo vuelvan muy flexible. Eso por citar sólo algunos.

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