Tienda Malba presenta la colección Luminarias del Colectivo Atico de Diseño y Mercado Don Toto, y la Universos de la Cátedra Kweitel-Kohon de FADU-UBA.
“¿Cuándo un objeto es diseñado? ¿Cuál es el momento exacto de inicio de esa configuración y cuándo se encuentra terminado? ¿Cuándo un objeto es único o universal? ¿Nuevo o viejo? Las preguntas en este caso las disparó la alumna Jessica Tarrab, pero son las de todos los que de alguna u otra forma toman contacto con el mundo del proyecto y por supuesto varían, desde quien las articula diseñador, gestor, cliente, usuario. Sumándose hasta el infinito cuando además intervienen otras variables: prácticas colectivas, cambios de paradigmas en usos, empleo de materiales, funciones y mecánicas. Y esto es buenísimo al tratarse de una disciplina tan joven.
Así, el año de lanzamientos de diseño, por lo menos en lo que atañe a Tienda Malba, además de bellísimas y singulares piezas, tiene que ver con dar pie a través de ellas a estas reflexiones. Fronteras que se rompen, técnicas que se recuperan, materiales que se reutilizan, uniones que hacen a la fuerza, para concebir objetos y experiencia únicas.
Esta próxima semana, más precisamente el jueves 7 de abril a las 20 hs, se presenta la colección “Luminarias” fruto de un workshop de reuso de la alianza entre Atico de Diseño y Mercado Don Toto junto a 12 nóveles diseñadores. Mientras que a fines de marzo, la Cátedra KweitelKohon de diseño de accesorios de Fadu, Uba presentó su “Universos”, trabajos que nacen del primer y último ejercicio de la materia llamados “El lenguaje de la joya” y “Autorretrato”. Ambas iniciativas producidas en 2015 que ahora ven la luz en el museo.
Atico de Diseño de Luján Cambariere y Mercado Don Toto de Soledad Benvenuto son vecinos. Uno se dedica al diseño y el otro al rescate de piezas de antaño, verdaderas perlitas de un sin fin de décadas. En la intersección justa de sus pasiones, se unieron cada uno aportando lo suyo, para la puesta en valor de piezas antiguas desde la mirada contemporánea del mundo del proyecto. Y ahí, en esa delicada intersección, esa que agrega valor, radico la clave.
Uniones a las que se sucedieron otros vínculos entre materiales y personales.
Doce diseñadores convocados por Cambariere –Ana Wasserman, Sabina Tiemroth, Rosaura Flynn, Nacho Fabio, Eugenio Paz, Matías Pérez Fichera, Iván Lopez Prystajko, Fernando Pacheco, Ivana Crivos, Cristian Izurieta, Javier Gómez Dodero y Leandro Leccese– quienes en los tres días que duró el taller eligieron entre cientos de piezas de otras décadas su materia prima –latas antiguas, tulipas de vidrio o cristal, bronces, alabastros, caireles, frascos– para reusarlas dando vida a nuevas piezas. La iniciativa puso el foco, valga la redundancia, en dar luz. Diseñar una colección amplia de todo tipo de luminarias –de pie, colgar, veladores– que optimizan lo mejor de dos mundos.
Vínculos, vínculos y más vínculos, que sobre todo de esto se trata el diseño cuando el reuso esta en juego. Una colección de más de doscientas piezas bajo la consigna de unir pasado y el presente.
Así, fruto de la intervención nació la línea Arabe realizadas con un sin fin de distintos frascos de vidrio antiguos y combinaciones varias de bronces originarios de otras lámparas.
Las Tulup, un increíble canon pastel, formado por delicadas combinaciones de tulipas antiguas de los más sutiles colores y formas, donde por ejemplo, las que antes eran pantallas ahora son bases.
De la combinación de linternas antiguas y pantallas de vidrio de antaño, unos veladores muy originales.
En clave ultra funcional, los coloridos Trompos, luces que se apoyan o cuelgan donde uno quiera. Más retro, las Mimbre lámparas colgar reciclando sifones antiguos y otras bellezas únicas como veladores con pantalla de globo terráqueo.
Mientras que los trabajos, todo tipo de accesorios, de los alumnos de la Cátedra KweitelKohon, son resultado de la exploración, el debate, la reflexión y elaboración de los ejercicios realizados durante el curso en encuentros semanales de cuatro horas de taller teóricopráctico a lo largo del año 2015.
En este caso “Las joyas, lo que nos viste, los secretos de la abuela, son creados, recreados y convocados en cada clase”, adelanta el cuerpo docente formado por Francisca Kweitel, Guigui Kohon, Mercedes Castro Corbat, Margarita García Faure, Lucía Mishquila Brichta, Paula Bragazzi y Javier Huertas, entre otros, donde los que se renuevan obviamente año a año son los alumnos, en esta edición Marina Alonso, Agustina Aprigliano Adriana Ledezma, Lucía Bollini Melisa Levin, Belén Caputo, Valentina Castro Valdez Soledad De Ezcurra, Mariana Denevi, Guido Giordano Juan Ignacio Monzón, Laura Layana, Sabrina López, Melina Knees, Sofía Romero, Jessica Tarrab y Candela Villanueva.
“La mayoría de los trabajos presentados surgen del primer y último ejercicio llamados ‘El lenguaje de la joya’ y ‘Autorretrato’”. En este último, los alumnos parten del registro de sensaciones en una bitácora donde articulan textos, imágenes, dibujos propios y ajenos que les inspiran, incluyendo variedad de texturas, experimentaciones, fotografías de las primeras materializaciones, sugerencias, correcciones en clase y comentarios hechos por sus compañeros, sumado a problemas, hallazgos, soluciones, intereses, deseos e inquietudes que poco a poco van armando/estructurando sus relatos. Así surgen los materiales como recetas de una cocina íntima, y así también nacen los conceptos que emergen al hurgar dentro de los objetos y cuadernos de viaje, siempre están allí, sólo es cuestión de detenerse, buscar, escuchar, percibir y acompañar el camino que se va hilvanando”, detallan.
En la selección se pueden encontrar piezas de madera y tachuelas, bolsa de plástico, acrílico y madera, cemento y pelo sintético,
¿A saber? Los bellos anillos en polietileno de alta densidad modelado mediante calor de la dupla Guido Giordano y Juan Ignacio Monzón. Los prendedores apodados ‘Estructuras de la razón’ de Sabrina López con ganchitos de abrochadora. Legno de Mariana Denevi, piezas elaboradas artesanalmente con exclusivas maderas de incienso y cedro rescatadas de la carpintería familiar en un mix de madera y tachuelas.
En acrílico y clavos, Confinement de Lucía Bollini y Melisa Levin y De Pelos, sobres y collares realizado con pelo artificial y plasticola y Lazos de Melina Knees uniendo piezas de acrílico con hilos donde el foco, de nuevo esta puesto en el vínculo, entre otros.
“Nos interesa mostrar la diversidad que surge en el taller donde cada alumno es un mundo. Partimos de ejercicios con temas abiertos fomentando preguntas y disyuntivas constantes desde las cuales ellos experimentan, buscan, se encuentran y van diseñando sus propias formas. Nos interesa especialmente recalcar y resaltar cada descubrimiento para impulsarlos, ellos son un montón de individualidades con habilidades, cualidades y características diferentes. Sin recetas a seguir, surgen infinidad de oportunidades y propuestas, no con una personalidad específica o un nivel homogéneo.
Trabajamos seriamente para lograr que cada alumno se desarrolle tanto en lo personal como en lo colaborativo, en relación a sus compañeros y profundizando en sus búsquedas. Trabajamos en no repetirnos a nosotros mismos, lo que implica muchísima dedicación y compromiso y respeto”, rematan las docentes.
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