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Sábado, 21 de mayo de 2016

Espacios falsificados

El nuevo Centro de Convenciones está atrasado meses, tiene sobreprecios notables y además simula ser una plaza cuando es una estructura de hormigón de miles de metros cuadrados. Este jueves votaron alquilarlo para que el negocio sea privado.

 Por Sergio Kiernan

El larretismo anda intentando probar que es nomás la fase superior del macrismo, y este jueves tuvo un día de gloria. La Legislatura porteña le aprobó más privatizaciones del uso del espacio en la ciudad, negocios importantes que se suman a los que cerraron en los ocho años de gestión del actual presidente. Como señala el Observatorio del Derecho a la Ciudad, la casi década perdida de Macri en Buenos Aires nos hizo perder 170 hectáreas, casi el tamaño de una comuna. Entre los últimos recortes a lo público se cuentan las tres hectáreas de la Casa Amarilla mal vendidas a los amigos del Club Boca Juniors, las casi cinco en Costanera Norte que iban a ser parques pero no, y los negocios en las 45 hectáreas del Parque de las Victorias. Este jueves se sumaron la concesión por treinta años de un “polo gastronómico” en la Plaza Houssay, el permiso para endeudarse por 160 millones de dólares para pagar una Villa Olímpica y el alquiler por quince años del Centro de Convenciones que todavía no lograron terminar en la avenida Alcorta. Si bien el currete de la Houssay es el más cómico –se da en concesión un polo gastronómico, “centro cultural” y estacionamiento– el más cínico es el del Centro, porque en este caso la gilada ciudadana pagó la obra y un privado disfrutará de la ganancia.

La obra sobre Alcorta se encaja entre el Parque Thays y la Facultad de Derecho, y toma los viejos galpones del Centro de Exposiciones más la playa de STO donde llevaban los autos en infracción y casi todo el espacio de las terminales de colectivos. La obra fue autorizada el 14 de abril de 2014 por la Legislatura y se hizo un concurso de diseño junto a la Sociedad Central de Arquitectos. El edificio resultante es de la habitual mediocridad actual -apenas más que un galpón glorificado- pero lleva firmas conocidas y permite una segunda impostura municipal, vender la obra como la creación de espacios verdes. El edificio tiene cien metros de frente sobre la avenida, setenta de fondo y catorce de altura máxima, con lo que toma todo el lote disponible. Como la pérdida de acceso de terrenos públicos a manos privadas tiene un correlato en la pérdida de árboles y espacios verdes, que no paran de desaparecer en la gestión macrista, pasó a ser importante confundir espacio abierto con espacio verde. El Centro de Convenciones tiene un gran garage subterráneo para mil autos, cuyo techo será una “plaza” porque tendrá canteros. Y el techo del Centro en sí, ondulado como una rampa, será oficialmente considerado como un espacio verde porque se puede caminar por encima y tiene también canteros...

Todo lo que ocurrió desde que se votó la ley es una muestra de incompetencia. La obra fue concesionada a una unión transitoria de dos empresas, Criba SA y Mejores Hospitales SA, con un presupuesto de 313 millones de pesos. El diario oficialista La Nación anunció ya en julio de 2014 que el edificio estaría listo “en 2015”, pero recién está terminado en un 74 por ciento. El costo ya pasó de los 442 millones de pesos, y todavía falta equiparlo. Todavía es temprano para juzgar la calidad de la construcción, pero nada indica que no se estén usando los materiales de siempre, comunes y corrientes, con lo que habrá que ver cuánto dura el cielorraso que tendrá una plaza encima, con peatones y plantas. Entre otros costos que pagarán nuestros impuestos estará un acceso especial a la estación del subte H a construir en el nodo de la Facultad y la estación de trenes.

La ley que se votó este jueves privatiza efectivamente todos estos costos públicos a cambio de un canon. No extraña que a la hora de votar la ley que ordenó la construcción del Centro las cámaras del sector exposiciones y convenciones defendieran la idea con entusiasmo en las audiencias públicas. El argumento que usaron, los beneficios indirectos para la ciudad si Buenos Aires se pone de moda para hacer convenciones internacionales, es razonable pero débil. Para peor, es un argumento que intercambia algo muy concreto –jugoso contrato de construcción, cesión del uso de tierra pública, alquiler a un privado– por un supuesto futuro beneficio que puede tener la entidad de la “lluvia de dólares”. Para dar una idea de la que se viene, el estado porteño, dueño efectivo del lugar, sólo lo puede usar 45 días por año sin alquilarlo como cualquier privado. Y si el negocio es tan evidente para los privados ¿por qué no construyen ellos un Centro de Convenciones? De hecho, el gobierno porteño debería pensar más en la cosa pública y construir otro parque en el lugar, ampliando el Thays y revirtiendo la negativa tendencia de su gestión.

Compra directa

La vocación de negocios municipal no se limita a estos curros grandes por vía legislativa. Esta semana, el Ejecutivo publicó en el Boletín Oficial su decisión de ampliar por un gran margen lo que se puede comprar o encargar sin necesidad de licitación. La caja chica se estira ahora hasta los seis millones y medio de pesos, línea que obliga a la licitación pública. A los seis millones se tiene que hacer una licitación o concurso privado, y hasta 1.300.000 se pueden hacer contrataciones directas. Por abajo de este último monto, parece que la única obligación es presentar alguna factura.

Una nota irónica del decreto del ministerio de Modernización es que justifica esta ampliación del gasto sin control diciendo que así “los distintos organismos estatales pueden cumplir con mayor celeridad y eficacia sus objetivos en aras del bienestar general”.

Aguas, salas y dibujos

Mientras tanto, hay gente en esta ciudad que se dedica a cosas menos venales y calculadas, que tiene en cuenta algo más que una planilla Exel. Un caso fue AySa, que este martes abrió las puertas de su espléndido Museo del Agua en la avenida Córdoba para participar del Día Internacional de los Museos. El evento arrancó desde la mañana con recorridos guiados del museo, que toma el centro del palacio. Como se sabe, no hay una fachada mejor que esta en el país y pocas hay en el mundo, a lo que hay que agregarle las impresionantes instalaciones victorianas de tanques y bombas que oculta elegantemente en su interior.

El evento siguió a la tarde con una charla del director del museo y miembro de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos Jorge Tartarini, que es un experto en patrimonio industrial. La charla fue una clase histórica muy bien ilustrada sobre de dónde sacábamos el agua los porteños, sobre la inmensa inversión que significó la empresa Obras de Saneamiento, luego devenida OSN, y la muy temprana incorporación de tecnología que implicó el tema. Como los caños se entierran y todos nos acostumbramos a girar una canilla y ver correr agua potable, el milagro devino costumbre. Tartarini, que sabe convencer, hizo sentir a los presentes por un momento que realmente el tema era un milagro. Y además destacó con imágenes impactantes que las obras de este tipo en Argentina unieron siempre tecnología e ingeniería con una vocación de belleza hoy asombrosa, rara.

En el evento también se inauguró una instalación del artista Carlos Montani con pequeñas botellas de agua de 55 países, obra que se seguirá ampliando a medida que más gente traiga más agua de más países. La idea fue recordar que el agua es un bien cada vez más escaso y que puede faltar en un futuro cercano.

Otro caso de acciones más idealistas fue el anuncio del Museo Nacional de Arte Decorativo, que este martes inaugura la restauración del Salón de Música del palacio Errázuriz y presenta un libro. La sala es la primera del recorrido, a la izquierda desde el hall de acceso, una fantasía versallesca de gran belleza y elegancia que andaba necesitando una mano amiga. American Express se presentó por medio del sistema de mecenazgo cultural y la obra se muestra esta semana y luego queda abierta al público.

También estuvieron activos los Croquiseros Urbanos, un grupo que se dedica a ver de cerca y con atención el espacio urbano lápiz urbano. Ayer, los Croquiseros realizaron una actividad especial para ayudar a salvar el último pabellón de la feria del Centenario, que yace abandonado atrás del Jumbo de Bullrich y Cerviño, una joya Art Noveau en ruinas. Y también convocaron a su tercer encuentro nacional de croquiseros urbanos, a realizar en San Juan entre el 27 y el 29. La movida incluye charlas sobre el tema, un día de caminata por la capital sanjuanina dibujando y una visita a una bodega local.

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El pseudo espacio verde, en realidad un techo con canteros y arbolitos, y algo de pasto. Contarlo como verde es una falsedad necesaria.
 
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  • Nota de tapa
    Espacios falsificados
    con atrasos y sobreprecios, se votó privatizar el uso del nuevo Centro de Convenciones
    Por Sergio Kiernan
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