Sáb 16.07.2016
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Cuentos al horno

Los personajes de la artista rosarina Naná González hablan desde platos, azulejos o tazas que pinta a mano. Piezas únicas, historias ilustradas que alegran el cotidiano.

› Por Luján Cambariere

Conocimos parte de su trabajo hace varios años cuando, entre varias propuestas del Salón de diseño del Museo Castagnino de Rosario, nos deslumbraron sus deliciosas señoras y señoritas a las que daba vida combinando distintas piezas de vajilla de porcelana pintada a mano. Ella siguió poblando el cotidiano con guiños en cerámica o porcelana, como Caperucitas que trocan en lobo u osos que se comen todas las galletitas. Licenciada en Bellas Artes egresada de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, Naná González sigue enamorando con personajes que trepan, saltan, danzan y hablan desde platos, azulejos o tazas.

–¿Ilustradora, ceramista? ¿Qué nació primero en vos?

–Mientras estaba en la facultad, comenzamos a dar clases de pintura decorativa con mi mamá. Montamos un taller muy lindo que mantuvimos juntas durante casi veinte años. Eso me permitió trabajar y tener mucho espacio y tiempo para pintar, así que de profesión soy “pintora”. Pinté muchos cuadros y participé de muchas exposiciones y concursos. Tengo varios premios que me hicieron muy feliz. Un día exponiendo en Arte Ba 2003 vio mi trabajo una editora de libros infantiles independiente (Kumquat). Ya en ese entonces mis imágenes eran muy infantiles e ingenuas, y ella me propuso hacer un libro para niños. Así fue el comienzo de mi trabajo como ilustradora freelance hasta hoy. La porcelana y la cerámica vinieron después, creo que tengo cierto grado de curiosidad que hace que quiera aprender a hacer muchas cosas, que después las empleo o no para mi trabajo. Me gusta pintar, hacer objetos, restaurar, armar y desarmar.

–¿Con qué colección empezaste?

–De esa curiosidad y ganas empecé a hacer una serie de vajilla que, apilada de cierta forma, me permitía crear personajes. Me entusiasmaba la idea de poder pintarlas y caracterizarlas como yo quería, toda una serie de mujeres conformada por vajilla, objetos de uso cotidiano de la “cocina” que me permitía darle vida a mujeres de cuentos clásicos y cuentos de hadas. Así que aprendí a pintar sobre porcelana y armé la serie “Fairy Tale Little Ladies”, mujeres de cuentos clásicos de vajilla ensamblada y pintada a mano. Mandé la serie completa al Salón de diseño del Museo Castagnino junto con un juego de té llamado “Woodlandfriends” que es un juego de té ilustrado, compuesto por una tetera que es un oso, dos tacitas que son dos bulbitos de la tierra y una azucarera que es un puercoespín. Quedó seleccionada la serie de las mujeres y ganó un premio en ese salón. La Secretaría de Producción de la Municipalidad de Rosario me dio un “Premio subsidio” para promover la marca y toda mi línea de vajilla. Fue muy estimulante para mí y para mi trabajo. Estos objetos resultaban muy bellos pero son solo “objetos” y la gente me escribía y me pedía cosas “utilitarias”, así que ahí arranque fuerte con los juegos de té, las tacitas, los platos y los bowls.

–¿Hoy cuántas tenés?

–Tengo muchas series, algunas las hago por única vez, veo cómo funciona y quizás no las hago más. También están aquellos productos que aunque pase el tiempo, la gente me sigue pidiendo. Comencé con las tazas, las teteras (el mundo del té es todo un mundo) cafeteras, tacitas de caperucita que se combinan entre si, entonces el Lobo tiene el torso de caperucita y al revés para hacer lo cotidiano más divertido. Después la misma técnica me permitió plasmar en cerámica lo que ya venía haciendo en papel y eso fue maravilloso. De ahí salieron todos los azulejos pintados uno por uno y seriados. Les pongo nombres que, como por lo general los personajes son animales o personajes de fantasía, de ilustración, de cuentos tienen nombres locos: un bowl que es “El gato del vecino”, un juego de tazas de café que son “Las vecinas” que se juntas a “cuchichear”, azulejos con animalitos en situación humana que se juntan en la esquina, “Los amigos del barrio”, el juego de té son los amigos del bosque “Wood- landfriends”, un platito que es un oso que se come todas las galletitas y por eso se llama ÑamiÑami... en fin hay mucho. Cada nombre se piensa como cuando pintas un cuadro y le das un cierre con el título, contando parte de la historia. Mi vajilla la llevas a tu casa y te cuenta un montón de historias.

–¿Cómo es tu proceso de trabajo?

–Cada pieza esta pensada y pintada de manera única. Pintadas una por una, desde una carita en una taza hasta los azulejos que a veces llevan tres horneadas entre mano y mano. Aclaro siempre que es pintado a mano, por que eso lo hace únicas, y tengo que competir no sólo con la industria china, sino también muchas colegas que subliman o usan calcos, eso les permite reproducir sus dibujos o ilustraciones de manera industrial, y competir con un precio muchísimo mejor que el mío. Pero bueno, mi trabajo no es pegar calcos en una taza y mandar al horno, cada pieza que te llevas mía, o regalas se lleva parte de un trabajo único y personal, es una ilustración que en lugar de llevarla en papel y marquito de madera, la tenés en una vajilla y la podes compartir y disfrutar cada día en tu vida cotidiana. Sólo el que valora este tipo de trabajo tiene ganas de comprar mis cosas.

–¿Dónde abrevás para tus personajes o temas?

–Desde que empecé a pintar me gusta utilizar la imagen del “animal humanizado”. Podés decir muchas cosas de una manera mas ingenua está mejor. Caperucita y el lobo me pueden, creo que la historia clásica original es genial. La reinterpreté muchísimas veces, en cuadros, dibujos, objetos de papel. creo que se adapta a muchas historias y situaciones. Después busco que se genere un diálogo entre varios de los personajes que conforman mi vajilla, miradas, colores, situaciones. El resto queda librado para que cada uno continúe la historia como más le guste.

–¿Qué te comenta la gente de tu trabajo?

–La gente que me compra tiene cierta conciencia de lo que se lleva, saben que son piezas únicas ilustradas. La negociación arranca siempre muy bien y con la mejor onda. Todos tienen para mí palabras hermosas (he recibido hasta poemas) y después una vez que ya se llevaron sus vajillas, o una vez que las recibieron por un pedido (porque hago envíos a todo el país), siempre me escriben para agradecerme. Arme también un pequeño espacio en mi sitio donde le pido a mis clientes que si están satisfechos me manden una foto, que publico felizmente. Esto en una motivación muy importante para mí. Es lo que hace que me siga esforzando y siga creyendo en trabajar en el objeto único y en la revalorización de los oficios y en no aflojar y seguir con fuerza para que los proyectos se lleven a cabo y se concreten.

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