Sáb 10.01.2004
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El trabajo del vino

› Por Matías Gigli

El vino también tiene su museo. En este caso es en San Juan y la historia gira en torno de uno de sus pioneros ilustres, el italiano Santiago Graffigna, que llegó a nuestro país en 1870, a los doce años y en el barco “Cristoforo Colombo”, y es una parte importante dentro de la historia de nuestro vino. Desde hace dos meses ya tiene un museo que lleva su nombre y explica con fotos, textos, maquinarias, toneles y botellas una historia en donde el trabajo y el esfuerzo dio como resultado una bodega que llega hasta nuestros días. El museo está en la bodega Santiago Graffigna de Desamparados, San Juan.
Las responsables del emprendimiento son la arquitecta Adriana Piastrellini y Virginia Agote. Ellas organizaron un discurso que hilvana los 1200 metros cuadrados cubiertos y los 600 de exteriores en los que se montó el museo.
El trabajo fue poner en condiciones los edificios industriales de valor patrimonial e incorporar las viejas máquinas que todavía y por milagro permanecían en la bodega. Adriana Piastrellini entiende que este museo tiene como objeto generar una herramienta válida como elemento comunicador con el fin de organizar nuevos lazos de comunicación con la gente. La arquitecta recalca el rol de los museos como espacios que vinculan al público con la historia de un modo no formal.
El edificio elegido para museo se encuentra dentro del complejo de las bodegas. De estilo colonial, se realizó una profunda tarea de recuperación de espacios interiores, todas las carpinterías existentes, adobes, ladrillones, pinoteas y tejados de lava volcánica. El museo firmó un convenio con la Universidad Nacional de Cuyo para trabajar en conjunto y generar trabajos de valor académico.
El recorrido empieza por la sala de guarda de botellas, que está ubicada en el subsuelo, por la que se llega a través de un túnel con temperaturas controladas a la sala de guarda de vino en barricas. Allí se explica a los visitantes el proceso de fermentación. Después se llega al patio de cubas y bajo las primeras cepas, de un siglo de antigüedad, se va después a la capilla dedicada a la Virgen del Rosario. El templo es una réplica de la capilla de Ullum. Todo el complejo tiene sectores de exhibición con tecnologías virtuales.
Por supuesto, al final del recorrido se organizó un bar para degustar los vinos de la bodega.

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