Por Lujan Cambariere

Diciembre de 1999: Roberto Acosta Gómez, Eduardo Bartolomeo y Alejandro Postigo terminaban la carrera de Diseño Industrial en Córdoba y las perspectivas de entrar a una empresa no eran nada promisorias. Con una industria nacional inexistente y una invasión de productos importados, aparentemente poco tenían para ofrecer estos flamantes egresados. Con lo que sí contaban era con infinitas noches en vela en común, dibujando para alguna entrega y sobre todo con una fuerte amistad fundada en anhelos que sin querer les marcaron el rumbo hacia el camino de la autoproducción. “Fabricar algo con nuestra propia marca fue la primera meta a alcanzar”, cuenta Acosta Gómez.
Así nació la etiqueta Ego Design. Con la mira en el diseño de productos de iluminación abordados desde el diseño y fundamentalmente desde la creación de un material propio, el Difolam, que ostentan desde hace cuatro años y con el que hoy fabrican 1600 lámparas por semana de entre más de cien modelos distintos, de Córdoba para el mercado interno y el mundo.
Diseño luz
“Al principio el objetivo que nos pusimos era dar una alternativa estética a la oferta que había. En ese entonces, las casas de iluminación contaban con muchos productos importados y casi ninguna opción de factura local”, cuenta Acosta Gómez. Así, pusieron quince pesos cada uno para los materiales e hicieron tres lámparas de pie con distintas pantallas.
“Tres versiones distintas de la que apodamos luminaria Arpa, de pantalla perlada, pie de aluminio y sin tornillos a la vista. Un sistema artesanal que parecía industrial para un producto de vanguardia”, señala. Las ofrecieron en el negocio de decoración más importante de la ciudad, lo que les sirvió de pantalla y se fue armando la rueda. Con la ganancia de esas tres hicieron nueve más y así continuaron.
“Estuvimos un año y medio haciendo el aguante sin sacar un peso. Con lo que ingresaba, hacíamos más lámparas. Primero tomamos el garaje de mi casa, después alquilamos un salón, pero siempre pensando en la meta de la fábrica y sobre todo con el objetivo de desarrollar nuestro propio material, lo que daría una identidad aun mayor a nuestro trabajo”, suma Acosta Gómez.
Difolam es el material plástico-vitroso utilizado como pantalla difusora al que arribaron. Un polímero desarrollado y producido por ellos, resistente al calor (150 grados), lavable, flexible, sin estática, difusor de luz, traslúcido, con filtro de rayos UV, apariencia de vidrio esmerilado, inalterable en el tiempo y reciclable.
También se preocuparon por diseñar componentes transparentes: un cable cristal, interruptor y enchufe. Y por crear diseños originales. Así llegarían las distintas líneas cilíndricas, los conos, las cuadradas. Algunas de las vedettes de este trío de varones como la lámpara Hélice, según ellos una escultura lumínica que representa el viento en ascenso o la Marea, “ondulantes olas de luz que bañan los ambientes”, según dicen. Los encargos son de numerosas empresas, y sobre todo de bares y restaurantes ávidos de ambientar sus espacios con apuestas contemporáneas.
Versión 2004
Hoy, las nuevas líneas de Ego Design pasan por los cubos para apoyar directamente en el piso o colgar. Los prismas de colgar o como apliques. Y sobre todo, una nueva línea bautizada Ovo con la que apuestan a la tridimensión en lámparas de pie, colgar y en apliques. ¿Otras de las preferidas del team? La Capullo y la Plato. “El camino de la autoproducción es complicado. Tenés miles de condicionantes. Nuestra meta fue siempre tener una fábrica y hoy de a poco lo estamos logrando. El próximo paso es incursionar en mobiliario y ediciones limitadas. Nosotros tenemos un ego constructivo y creativo. Intentamos reinventar el ego argentino positivo para desde nuestro país, con materiales, mano de obra y diseño local, apuntar a una marca global”, remata Acosta Gómez.



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