Sáb 17.07.2004
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La manía del Lomo

Una serie de cámaras soviéticas de espionaje dieron origen a un movimiento internacional de fotografía que rescata una estética con base en el papel. Es que las Lomo no producen fotos comunes sino sutiles distorsiones y efectos de luz. Ya hay una “Misión Lomo” argentina.

Por Luján Cambariere

En plena era digital, un grupo heterogéneo de personas se une a raíz de un descubrimiento muy particular: las cámaras LOMO. A pesar de que pudiera parecer que su nombre forma parte de nuestra industria nacional, este movimiento social y cultural nació en Viena, con sorprendentes raíces en Rusia, y fue creciendo a partir de la gestión de distintas organizaciones que comenzaron a promocionarla en museos y espacios relacionados con el mundo artístico.
Todo comenzó en 1991 cuando Matthias Fiegl y Wolfgang Stranzinger, dos estudiantes de arte vieneses, descubrieron en un negocito de saldos de Praga una pequeña cámara compacta creada durante la Guerra Fría para los agentes de la KGB. La cámara era producida por la Unión de Opticos y Mecánicos de Leningrado, en ruso Leningrandeskoye Optiko Mekhannichskoye Obedinyeniye, de donde viene la sigla LOMO. Los dos muchachos se deslumbraron con las imágenes y posibilidades creativas de esa pequeña cámara rusa automática, capaz de registrar color y movimiento, sin necesidad de flash y sin ninguna deformación. Los dos estudiantes comenzaron a promocionarla en su país a través de la creación de una Sociedad Lomográfica.
El objetivo era abrir un espacio cultural dentro de la fotografía instantánea. A partir de 1992, comenzaron las lomo-exposiciones (la primera exposición internacional se realizó en 1994 en Moscú y Nueva York simultáneamente). Y en 1995, la registran comercialmente para evitar el cierre de la fábrica de San Petersburgo donde se realizaba el ensamble.
Hoy ya suman 500.000 los adeptos al fenómeno en todo el mundo, entre los que se encuentran muchos argentinos. La gran mayoría son fotógrafos aficionados que disfrutan experimentando con lentes que en un mismo disparo multiplican la imagen, crean una acción secuencial o manipulan infinitamente los colores creando en algunos casos imágenes sorprendentes.

Lomomanía argentina
En junio, la Tiendamalba presentó en sociedad el fenómeno Lomo. Desde allí, venden varios modelos de la cámara. Una es la legendaria Lomo Kompakt Automat –pequeña, robusta y totalmente automática–. Otra es la Holga, cámara de culto que produce fotos de baja resolución con las funciones mecánicas mínimas indispensables (foco blando, capacidad de doble exposición e impredecibles filtraciones de luz). Luego está la multilente Super Sampler en la que cuatro fotos panorámicas se disparan de modo secuencial en un mismo negativo. La Action Sampler saca en un disparo cuatro fotos en una misma impresión (un segundo es fragmentado en cuatro partes nítidas y rápidamente ensambladas en una nueva creación). La Pop 9 en un sólo disparo produce nueve imágenes idénticas en una foto, fraccionando el sujeto en un pequeño patrón. Y la Colorsplash, que mediante un flash y diferentes gelatinas de colores permite jugar infinitamente con las distintas tonalidades.
“Hace cinco años conocí las cámaras en Nueva York por una amiga que estudiaba cine. Lo que más me gustó fue el lente y el hecho de poder controlar la profundidad de campo con una cámara pequeña y muy bien diseñada. Fue ahí cuando me compré la Lomo LCA y luego, en diferentes viajes a ciudades de Europa y Estados Unidos empecé a conocer toda la familia lomográfica”, cuenta Eduardo Constantini (hijo), director ejecutivo de Malba-Colección Costantini. Al principio le fascinó la cámara, luego participó del fenómeno enviando sus fotos a las misiones Lomo (concursos que versan sobre distintas temáticas) y en poco tiempo decidió traer el proyecto a nuestro país.
¿La estética Lomo? “Tiene que ver con fotos sacadas a modelos de la vida real, imágenes fuera de foco y mucho color (colores bien saturados)”, detalla Costantini.¿La mística alrededor del movimiento? “Yo creo que lo más interesante que generó el fenómeno en el mundo es que muchas personas que aman la fotografía pueden expresarse, dar a conocer sus trabajos y tener un diálogo fluido con personas de todas partes del planeta y también divertirse y sobre todo experimentar con cámaras que no existían”, señala. ¿Y la era digital? “Es una realidad, por eso Lomography también se encuentra trabajando en el proyecto de una cámara digital para los próximos meses. Sin embargo, más allá de todas las ventajas que trajo la fotografía digital, personalmente soy un gran defensor de la fotografía tradicional. Creo que no hay nada como el negativo”, remata.

Just shoot
Sólo dispara. Esa es la consigna de los lomographers, cultores de una movida que sorprendentemente ya tenía muchos adeptos en el país. Para dar con ellos un primer paso puede ver sus portfolios en la web www.lomography.com, donde varios compatriotas muestran sus fotos. Marcelo Pla, estudiante de Comunicación Social en la UBA, es uno. “Oí hablar de Lomo por primera vez en un viaje al sur y me interesó mucho. Me entusiasmó las características de los lentes. La luz pasa de manera diferente por el ojo de estas cámaras, tienen otra sensibilidad a los colores. Las fotos quedan como con un sutil aura onírica. Cuando volví de las vacaciones, me puse a investigar y encontré la página web y algunos sitios más. Entonces con unos puchitos que había logrado juntar me compré por Internet la LC-A y la Super Sampler, que es medio de juguete pero es muy divertida. Estoy sacando fotos desde 1997, hice un pequeño curso introductorio en el CBC y después me largué a probar y a jugar. No diría que soy fanático de la fotografía, lo mío más bien es terapéutico, me hace bien. Lo hago como un juego, es una forma más de expresión, una expresión artística. En lo referente a la movida no siento que pertenezca a un grupo, aunque me gustaría hacerlo. Desde una perspectiva más sanamente artística ojalá se le pueda dar la embajada de Lomo Argentina una personalidad propia, que refleje nuestra idiosincrasia, nuestras miserias y virtudes latinoamericanas”, señala Pla.
Marcelo Colombo también cuenta su experiencia: “Me trajeron la Super Sampler de Francia el año pasado y ahí empece a averiguar. Al principio fue más que nada una cámara divertida, original, para sacar fotos en movimiento, hasta que, folletos mediante y horas en Internet, me empecé a meter un poco más. La propuesta estética de estas máquinas es muy llamativa y frente al auge de la fotografía digital me entusiasmó la oportunidad de poder experimentar (con resultados inciertos) pero con una cámara convencional que lleva rollo de fotos. Estas fotos tiene otra textura. Siempre me gustó la fotografía. En una época fui adicto a las Polaroids, de grano más grueso, colores saturados y resultado sorprendente. La Lomo tiene algo de eso, los colores no son los mismos, las esquinas se oscurecen un poco y los colores salen bien saturados. Después de la devaluación, la Polaroid se hizo prohibitiva con lo que la Lomo se volvió una opción de sacar sin tanta culpa. Hoy tomo todas mis fotos con la LCA y ocasionalmente con la Super Sampler. Soy bastante fiel a los principios de la lomografía, trato de llevar la cámara encima para ver qué pasa y siempre me sorprendo”.

Primera Misión Lomo Argentina

Con el fin de rescatar nuevas miradas sobre la ciudad y su gente, Lomo Argentina convoca al público en general (a partir de los 18 años) y también a artistas, diseñadores, músicos, fotógrafos profesionales y amateurs a registrar rincones, emociones, detalles e instantáneas denuestra cotidianeidad. “No hace falta ser fotógrafo profesional; simplemente disparar”, señalan, por eso para la convocatoria disponen de un cupo limitado de cámaras para prestar a todos aquellos que quieran participar. Informes: Figueroa Alcorta 3415, 4808-6563, [email protected].

 

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