Maravillas del mundo
Hace un par de años, un grupo de amigos se metió, medio en serio, a averiguar cuáles serían las siete maravillas del mundo moderno. Las del antiguo eran la pirámide de Giza, los jardines colgantes de Babilonia, el Coloso de Rodas, el faro de Alejandría, el mausoleo de Halicarnaso, el templo de Artemisa y la estatua de Zeus Olímpico. Todas construidas hace más de 2000 años, fueron declaradas maravillas hace 22 siglos pero hoy sólo podemos ver la pirámide.
Con la intriga planteada, los amigos crearon una fundación y una página web, www.new7wonders.com, y plantearon al mundo su pregunta: cuáles siete edificios serían las maravillas mundiales de esta era. Para evitar chacoteos y arrancar de algún lado, la página presentó como candidatas a las construcciones de la lista de patrimonio mundial de la Unesco, con la explícita aclaración de que se podía agregar cualquier otro edificio.
Sorpresa: de los 23 edificios o lugares edificados que votaron ya más de 16 millones de personas de todo el mundo, hay apenas dos del siglo veinte. Y no ganan ni empujados. Ya es oficial: a nadie le gusta el modernismo.
La estructura que gana la votación es la Muralla China, con 11,29 por ciento. Le sigue el palacio del Potala, en Tíbet, con 8,73. Luego vienen el Coliseo Romano, con 7,18, las ruinas de Chichén Itzá con 6,50, la Torre de Pisa con 6,13 y el Taj Mahal con 6,03. Recién en el puesto ocho viene un edificio más o menos contemporáneo, la Torre Eiffel, con 5,19. Los diez primeros colocados se cierran con Machu Picchu, con 4 por ciento, y el Kremlin, con 3,50.
Sigue un pelotón de trece edificios o lugares con votaciones dignas del PO: Versalles, la Alhambra, Angkor Vat, Hagia Sofía, la ciudad grecorromana de Petra, en Jordania, la ciudad imperial de barro de Timbuctú, la catedral de Aachen y el palacio Ducal de Venecia. En este pelotón se pierden algunas obras más o menos modernas, como la Sagrada Familia de Barcelona, la Estatua de la Libertad de Nueva York y el puente Golden Gate, de San Francisco. Y sólo hay dos iconos del modernismo: la ópera de Sidney y el Empire State.
Este tipo de bromas acabó siendo una oportunidad de ver con qué se identifica la gente, la que está libre de ismos, y qué considera valioso. Para que cierre el concurso faltan 84 millones de votos.