Por Marcelo L. Magadan*

En el barrio de Palermo, en Buenos Aires, con frente a la avenida del Libertador, existe un Hipódromo propiedad del Estado nacional y con más de cincuenta años de existencia. Como tal, protegido por ley. Esto implica que no puede ser intervenido sin la debida autorización de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos.
En la puerta de entrada a la Tribuna 2 existen carteles de obra que dan cuenta de que los trabajos que se están llevando a cabo –allí se hará la próxima Casa FOA– para recuperar el edificio cuentan con la aprobación de la Comisión y de las autoridades del Gobierno de la Ciudad.
El edificio es una imponente tribuna de unos doscientos metros de largo, que estuvo fuera de uso durante varios años. Sin embargo, la nobleza de los materiales con los que fue construido le permitieron sortear sin mayores consecuencias la desidia y el abandono.
Buena parte del exterior de la tribuna está revestida con un impecable símil piedra, que tenía unos pocos deterioros concentrados en no más del 5 por ciento de la superficie total, de unos 3600 metros cuadrados. El símil piedra tenía además una muy pequeña diferencia entre los tramos norte y sur del edificio, separados por una junta de trabajo, dejando una casi imperceptible indicación de dos etapas constructivas.
Mientras escribo esto, operarios trepados a endebles andamios, sin protección personal de ningún tipo, rodillo en mano, están pintando la fachada. Una fachada que podría haberse recuperado simplemente lavándola con agua y cepillo. Se pierde así otro destacado ejemplo de símil piedra, un material que supo ser un clásico de Buenos Aires. Y sabemos que en esto del patrimonio arquitectónico lo que se pierde es para siempre.
La duda que cabe es: la pintura de la Tribuna 2, ¿estará dentro de las tareas aprobadas por la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos?.

* Experto en restauración arquitectónica.