Sábado, 28 de mayo de 2005 | Hoy
La dupla del momento es revisada desde los claustros a través del Dicom, carrera de especialización en Teoría del Diseño Comunicacional que ofrece un abordaje desde la polifonía y la multidisciplina.
Por Luján Cambariere
Matrimonio por conveniencia que esconde luchas de poder, amor genuino y verdadero, ¿quién sabe? Lo cierto es que hoy comunicación y diseño –o diseño y comunicación– van de la mano conformando una dupla explosiva que está en boca de todos. Desde los discursos más frívolos y curiosos (hoy hay diseñadores de eventos y odontólogos que diseñan implantes, y del lado de la comunicación, los más variopintos engendros mediáticos) hasta fenómenos concretos que demuestran cómo el diseño está en todas partes. Paradójicamente, el análisis de estos campos se presenta como intangible o atrincherado en ciertos claustros.
En el 2002, en la FADU (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires) abrieron el juego a través de Dicom, carrera de especialización en Teoría del Diseño Comunicacional con la mira en la multidisciplina y el diálogo en un quehacer que nos involucra a todos. Una carrera acreditada por la Coneau (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología) concebida y dirigida por el arquitecto Enrique Longinotti (director de la carrera de Diseño Gráfico) junto al profesor doctor Jenaro Talens de la Universidad de Valencia, España, con la coordinación de la arquitecta Mora Chague. En tren de echar luz, Longinotti y Chague explicitan este territorio.
–¿Cómo nace el Dicom?
Enrique Longinotti: –Se había detectado la necesidad de encontrar un área, una región de reflexión, de crítica y de teorización sobre la comunicación vista desde el diseño. Después del crecimiento en la última década de esta disciplina, parecía lógico empezar a pensar que dentro del concepto de lo proyectual habría un espacio para la producción teórica. Tenía que ver con potenciar un nivel de pensamiento latente en los actos del proyecto, y también con la sensación de que desde una casa como ésta se podía empezar a construir ese espacio.
–¿Tomaron algún ejemplo concreto de otra parte?
Mora Chague: –Investigamos la oferta académica de las carreras de posgrado de Latinoamérica y de Europa, y encontramos que había dos líneas. Una orientada al hiperdesarrollo de las herramientas, sobre todo de la tecnología, y otra vertiente más dirigida a la publicidad y al marketing. Esta propuesta de unir diseño y comunicación no estaba y eso nos alentó.
E.L.: –Del aporte de Talens, en referencia a los programas de estudios avanzados de la Universidad de Valencia y su misma figura (teórico, semiólogo, poeta), surgió la fisonomía de nuestro programa. Y por supuesto de la impronta que le da la FADU, que ameritaba este ensayo de entrecruzamiento.
–¿Cuál es la misión de la carrera?
E.L.: –El diseño es una actividad múltiple que tiene fronteras con muchas otras disciplinas del quehacer social y cultural, de la creación de valores, de problemas de la estética y de la tecnología. Entonces nos parecía que los aportes debían ser de estos universos. Justamente no para definir una teoría del diseño comunicacional sino para reflexionar. Nosotros acá preservamos la independencia de la especificidad de losdiscursos. Esta no es una carrera de autor. No tiene una línea de pensamiento único sino que es polifónica. Imposible pensar de otro modo un campo en construcción y móvil.
–¿Es una herramienta para qué?
E.L.: –Como primer punto, para ampliar la formación académica como umbral para un tema de doctorado. Pero también vemos que sirve como un catalizador para comprender desde una perspectiva más precisa y de fondo la acción misma del diseño y de los fenómenos culturales. Y acá tomo un pensamiento muy interesante de Talens que sostiene que la teoría verdadera es la que produce acción. El análisis o la comprensión crítica de un fenómeno que igual se te impone, ya lo transforma.
–¿Existe una lucha de poderes entre comunicación y diseño?
E.L.: –Es un tema interesante. Si el diseño es carente o flojo en teoría, en discurso, se supone que le pide a las ciencias de la comunicación que le baje línea. Pero, por otra parte, la comunicación no puede dar cuenta per se del fenómeno propio que el diseño produce, que no es mero instrumento de comunicación porque siempre hay una interrelación. Precisamente este empate es el que a nosotros nos interesó. De ahí también las palabras que la definen. Esta carrera no te hace un superdiseñador, en el sentido de un animal gráfico más potente, sino que intenta rescatar el valor de la reflexión en la acción.
M.CH.: –Acá no va la idea de “yo hago cosas, no teoría”.
E.L.: –Las cosas son ideas y las ideas hacen teoría porque son visiones del mundo.
–¿Por qué está abierta a la multidisciplina?
E.L.: –El diseño tiene en este momento una existencia cultural. Es en sí mismo una dimensión de la cultura, por eso reflexionar con otros profesionales que tal vez no lo producen, pero tal vez lo padecen, enriquece. El diseño nos permea a todos. Opera en tu vida social, cultural. Acá apuntamos a alfabetizar en términos de diseño. Porque además, si bien el diseño no es un productor primario de valores, como mínimo es un vehiculizador, un organizador de valores. Ahora, que en un futuro cercano todo será diseño, resulta indispensable analizarlo. Esa era la hipótesis de la carrera y eso justamente es lo que estamos verificando n
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