Sábado, 25 de junio de 2005 | Hoy
CON NOMBRE PROPIO
La etiqueta 28 Sport diseña y recrea el calzado deportivo de los cuarenta y cincuenta en partidas diminutas, cantidades de combinaciones de colores y artesanía de antaño.
Por Luján Cambariere
Carlos Schongut, Edgardo Sanzo y Andrea Hecker vienen de la publicidad y el marketing. Se licenciaron, trabajaron en empresas multinacionales y -paradójico o no– después de estrenar el siglo 21 crearon una marca que remite a los tiempos en los que la publicidad era ingenua, el marketing no existía y la única forma de tener éxito era hacer las cosas bien. Se tomaron su tiempo para explorar y rescatar moldería, matrices, materiales y sobre todo el trabajo de maestros artesanos del calzado. Inspirándose en modelos deportivos proveniente del fútbol, boxeo, golf, rugby, hockey, alpinismo, atletismo y bowling de la década del ‘50 ofrecen a través de su etiqueta 28 Sport ediciones limitadas y cantidades mínimas con la factura de antaño.
Va de vuelta
“Para nosotros la palabra retro no existe. Lo nuestro es más bien histórico, un túnel del tiempo. No volvimos a otra época por la estética, sino que quisimos recuperar las creencias y valores en la producción de un objeto. Volvimos atrás en tren de rescatar la calidad”, aclara Sanzo. Así en una primera instancia junto a Schongut, que trabajaba en Berlín y Barcelona, recorrieron Alemania e Inglaterra buscando el origen del calzado deportivo de los cuarenta y cincuenta. “Eso fue sólo una parte del proceso. Porque una vez que dimos con algunas molderías originales, fotos y hasta productos en mercados de pulgas, que desarmábamos para ver cómo estaban hechos, nos pusimos a la caza de este oficio perdido ante el modelo de la rotación y el vértigo del consumo”, suma Sanzo. “Una época en la que el marketing no existía. No había megacampañas publicitarias con productos hechos en Vietnam con un costo de producción diez veces menor al de la campaña. Con esto hicimos una especie de contramarketing. Quisimos que el eje estuviera puesto en el producto”, agrega Schongut.
Los artesanos locales, en la mayoría de los casos inmigrantes italianos que vivieron su época dorada cuando la Argentina era una plaza muy importante, sin dudas vencidos por la realidad no entendían esta intención de rescate. “Al principio, descreídos, nos explicaban que ahora existían suelas más livianas que simplemente se pegaban en cuestión de minutos. Ellos mismos boicoteaban su propio oficio vencidos por la poca valoración que tenía. Pero otros se emocionaban y retroalimentaron la apuesta aportando desde matricería a materiales. Como la gente de la firma Ingrata, de las suelas Febo, que nos cedió la matriz de suela de caucho de una zapatilla que hacían en el ‘46”, cuentan.
Todos aportes que les permitieron abordar al producto que hoy ostentan. Zapatos de caña baja, media o alta con capelladas de cuero natural, costuras y punteras reforzadas, interiores de cuero, pasadores de cordones de bronce, suelas, entresuela y tacos de caucho cosidos, pegados y clavados en combinaciones de colores también muy típicas de la época como borravino y pana, o negro y pana, entre otros.
Casi personales
“Hicimos muy pocos: éste y el derecho”, dan cuenta desde una postal de su publicidad no tradicional. Es que otra de las características de la etiqueta es la exclusividad. Una vez que se les agota la “tarea” (así sedenomina a la producción de doce zapatos, la progresión del 36 al 45) cambian de colores. A la vez, del sobrante de materiales nacieron los “fuera de serie”. “Fuera de serie de esos doce que hacemos con una especie de efecto cenicienta. De doble juego de enamoramiento: te tienen que gustar y a la vez tiene que ser tu talle. Siempre hay un solo destinatario para ese par que está hecho al azar”, señala Sanzo.
Además, el local de estilo Fifties suma un museo donde los nostálgicos pueden dar rienda suelta a la emoción a través de los sacachispas, el típico botín de potrero que fabricaba Alpargatas, botines de fútbol ingleses de los años ‘30 o zapatos de golf de la casa Guante, de los ‘70, entre otros. Hoy, que además exportan pequeñas partidas a Alemania, Irlanda, Dinamarca, Suecia y Holanda, piensan ampliar la línea a prendas de jean y cuero, también como los de antaño.
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