Sábado, 17 de septiembre de 2005 | Hoy
PATRIMONIO PERDIDO. DESDE EDIFICIOS COLNIALES HASTA CABAÑAS CARIBEÑAS
El huracán no sólo se cobró vidas, hogares y empleos. También destruyó cientos de casas y edificios públicos de valor patrimonial, entre ellos algunos realmente únicos.
Por Sergio Kiernan
Mientras se sigue evacuando a la población y se recogen cadáveres, la amplia zona del Golfo de México por la que pasó Katrina está empezando también a contar sus pérdidas patrimoniales. La lista de edificios catalogados o no, que van de monumentos históricos a viejas y modestas cabañas, ya es larga. El huracán demolió muchas de estas viejas estructuras de madera, llenó con más de un metro de agua a muchas más y hasta se llevó calle abajo a una casona de dos pisos, hasta estrellarla contra una arboleda.
El litoral sur de Louisiana y de Mississippi tenía hasta la tormenta un muy rico patrimonio edificado, en un estilo muy local. En esta banda costera se unían la influencia colonial francesa con la arquitectura caribeña “del calor”, tan bien descripta en sus prioridades por el cubano Alejo Carpentier. Es un estilo de galerías anchas, ventrudas y perimetrales para crear una zona de sombra y fresco alrededor de la casa en sí, con pisos palafitados para que el aire también corra por debajo, y con pasillos centrales de doble entrada que canalicen las brisas. Estas galerías, pequeñas o grandes, se usan como ambientes semiexteriores durante diez meses al año, y sus anchuras permiten habitarlas hasta cuando llueve a la caribeña.
El “renacimiento griego” y el colonial británico son los dos parámetros principales para este estilo de casas en el siglo XIX, con sus respectivos “neo” en el XX. Y otra característica es el “macramé” en madera, decoraciones complejas en varillas que dan sombra dejando pasar el aire y permiten decoraciones hasta extravagantes en las galerías.
El edificio más protegido que se perdió es la casa de Jefferson Davis, el único presidente que alcanzó a tener la Confederación y todavía un héroe localista para los sureños. La casona estaba cerca de la playa en Biloxi, Mississippi, el pueblo más golpeado por Katrina. Sobre veinte hectáreas, estaba la casona principal, de 1852 y en estilo renacimiento griego, cuya galería acababa de ser restaurada, con especial cariño para las puertas de entrada, cada una con nueve ventanitas ovaladas. El huracán prácticamente demolió la casa principal, desintegró una de las dos residencias menores –la que habitaba el director del museo, Patrick Hotard–, la réplica de un cuartel confederado y el monumento a Davis. También se llevó el techo de la biblioteca y archivo del complejo, cuyos papeles históricos quedaron desparramados en los charcos.
Biloxi era una pequeña ciudad encantadora, muy visitada por su notable identidad arquitectónica, preservada admirablemente. Katrina recorrió sin piedad su calle más elegante, Beach Boulevard, demoliendo todo a su paso. La bellísima casa Dantzler, con 150 años, dos pisos y dos galerías perimetrales superpuestas (ver foto) fue absolutamente demolida, con tal saña que ni siquiera quedaron escombros para revolver. Muy cerca, faltaba la pequeña y deliciosa casa Brielmaier, creada en 1895 en un estilo “neo” y muy querida por las decoraciones macramé en su galería. Algunos vecinos que se quedaron durante la tormenta dicen que la vieron flotar calle abajo, rumbo al mar, arrancada de sus cimientos por Katrina. La casa de Pleasent Reed, un ex esclavo que se hizo su propia cabaña de madera en 1897, y la mansión Tullis-Toledano, un imponente caserón de ladrillos de 1856, también desaparecieron sin dejar rastros.
Por todas partes en Biloxi se ven hoy pilas de escombros o lotes vacíos donde no quedaron ni los árboles, entre sectores de casas prácticamente intactas o apenas golpeadas. Walter Blessey dio una fiesta a sus vecinos –con cocas calientes– porque Katrina solamente le arrancó una pared lateral a su chalet neocolonial de 1903. Un poco al este de Biloxi, en Ocean Springs, hubo también algo de alegría porque el huracán no demolió dos casas construidas como lugar de veraneo en 1890 por Frank Lloyd Wright y Louis Sullivan.
También cerca de Biloxi se contaban los daños en un lugar muy peculiar, Turkey Creek, dueño de una arquitectura histórica especial. La aldea, de 70 casas, fue fundada después de la guerra civil por esclavos libertos en un bayou, tierras bajas inundables, de nulo valor. La mayoría de los edificios son de finales del siglo XIX, hechos a mano y vernacularmente, sin ninguna ayuda o guía profesional y muy bonitos. Turkey Creek –Arroyo del Pavo– no fue golpeado directamente por Katrina, pero las aguas del Golfo taparon el pueblo con más de un metro de turbulencia. La mayoría de las estructuras tiene daño estructural y sus viejas maderas reventaron con tanta agua.
Esto es apenas un primer vistazo que realizaron preservacionistas en zonas bien conocidas con alta concentración de edificaciones valiosas o históricas. Tanto en Louisiana como en Mississippi hay centenares de edificios no catalogados destruidos o dañados. Y la preocupación es qué va a pasar cuando la emergencia amaine y la vida vuelva a su normalidad. ¿Con qué serán reemplazados? ¿Con qué fondos se encararán las restauraciones? Hasta ahora, sólo la casa de Davis tiene asegurados dineros federales, porque es un monumento histórico nacional.
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