CONCURSO DE ANTEPROYECTOS
› Por Matías Gigli
No creo que exista tema más complicado que trabajar con el Consejo de Arquitectos como comitente, entendiendo que lo que hay que proveer no es otra cosa que arquitectura. Esto no parece haber impresionado a Carlos Blanco, Gastón Flores, Santiago Grillo Ciocchini y Adriana Pérez Moralejo: ganaron el concurso de anteproyectos para remodelar la nueva sede del CPAU y ahora se las tendrán que ver con la realidad de pasar de los papeles a la materialización de una obra muy vigilada.
El llamado que convocó a dieciséis equipos se hizo con la organización de la SCA y tuvo como asesores a Claude de la Paolera y a Alberto Varas. El jurado se conformó con Juan Molina y Vedia, Lorenzo Gigli, Antonio Antonini, Juan Manuel Escudero, Teresa Egozcue y Roberto Aisenson.
El equipo de ganadores no debuta en intervenciones de edificios existentes y a refuncionalizar. Tanto Gastón Flores, ganador del Centro Metropolitano de Diseño, como Carlos Blanco y Adriana Pérez Moralejo, autores de la primera intervención del CMD y actualmente responsables de la arquitectura del edificio de Barracas, tienen claro cuándo hay que demoler y cuándo conservar lo existente.
El CPAU abandonó rápidamente su antigua sede de la calle Paraná y con los usuarios adentro de la nueva en 25 de Mayo piensan remodelar gran parte para cumplir las expectativas de tener un auditorio. Para esto hubo que proyectar nuevos núcleos verticales de uso exclusivo del público externo, desvinculando con los internos de la administración y gerencias del edificio.
Los ganadores del concurso plantearon la necesidad de demoler el encuentro con la fachada de cinco losas desde el subsuelo hasta el tercer piso, organizando un vacío interno y una nueva segunda fachada retirada, revestida en madera y con planos inclinados haciendo de marco de la nueva circulación interna que mira hacia 25 de Mayo. Este nuevo edificio del CPAU, más grande y con una fachada organizada por columnas y vigas de hormigón formando una grilla, data de 1945 y fue proyectado por De Lorenzi, Otaola y Roca. Tiene un buen nivel de mantenimiento pero con esta intervención tomará un carácter y una singularidad de la que actualmente carece. La intervención incluye la construcción de un salón auditorio en el sótano y para ello se debió proyectar una escalera y un nuevo ascensor al frente del edificio. A su vez y pasando por la espacialidad construida a costa de demoler parte de las losas, el ascensor llegará hasta el tercer piso pasando por la biblioteca.
A escala urbana, la intervención cambiará la percepción de la calle por el ensanchamiento del espacio urbano a nivel de basamento y fuste del edificio. Constituye una nueva imagen que subraya la geometría y austeridad de la construcción existente a través del contrapunto de formas y materiales. A escala edilicia, rompe la organización típica de un edificio de propiedad horizontal de plantas estratificadas e incomunicadas espacialmente, transformando un edificio generado por la extrusión de plantas en un edificio con vivencias interesantes en corte.
Desde lo funcional, la necesidad manifiesta de comunicar varias partes del programa con el acceso, obliga a generar este hall en vertical: el SUM, la atención al público y la biblioteca logran reconocerse desde el acceso, participando de este nuevo recinto y conectándose a través de un nuevo ascensor. En la Planta Baja se concentra el área de Atención al Público, Cafetería y Venta de Libros. En el entrepiso y primer subsuelo se ubica el salón. En el Primer Piso se localiza la Biblioteca con atención al público y Sala de Lectura, previéndose su crecimiento en el Segundo. En el restode las plantas se ubican el área operativa, gerencias, presidencia, salas de consejo y comisiones, dejando un área vacante en las últimas plantas.
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