Después de la experiencia del año pasado y en el marco del Programa ProPymes de la Organización Techint, la siderúrgica Siderar redobla la apuesta junto a sus pymes-clientes –Emege, Expanmetal, Oblak, Rapiestant, Shulman y las de la Cámara de Fabricantes de Envases Metálicos y Afines– con algunos ajustes (una jornada de capacitación sobre materiales y procesos y la realización del prototipo). Cuestiones que hablan de la intención de establecer una relación más estrecha entre este proveedor, los productores y profesionales del diseño con el fin de incorporarlos como último eslabón de la cadena de valor metalmecánica. Nuevamente un jurado de lujo –los arquitectos y diseñadores Diana Cabeza, Ricardo Blanco y Roberto Nápoli, quien viajó especialmente desde Milán–, el artista plástico Sebastián Gordín y el apoyo de Fundación Proa y el CMD. Y estudiantes y profesionales o idóneos de carreras proyectuales (diseño industrial y gráfico, arquitectura e ingeniería) que se abocaron a diseñar objetos que dieran cuenta de las posibilidades de este material.

Profesionales

Dentro de esta categoría, se alzaron con el primer puesto Daniel Callegari, Germán Sbrascini y Diego Martín. ¿Su propuesta? Fuoco, una salamandra a carbón que utiliza chapas de acero tanto interna como externamente y hojalata para disipar el calor. “Participar de concursos es movilizador. Nos da la posibilidad de trabajar con libertad y reflexionar, algo que no siempre se logra en el trabajo diario. Además de trabajar con amigos. Y también, si dijéramos que el monto del premio no nos interesa, estaríamos mintiendo. A la salamandra llegamos como elemento motivador del consumo de combustibles renovables. Debido a que esta clase de productos están resueltos en fundición de hierro, existía la factibilidad técnica de resolverla íntegramente en acero. Otro factor fundamental fue su significado: evocar la reunión de amigos alrededor del fogón y revalorizar la vieja cocina económica de nuestros abuelos que actuaron como desencadenantes”, detallan.

El segundo premio fue para el Ombligo, un estético alcorque u hoyo que se excava al pie de las plantas para detener el agua en los riegos, creado por Ivan Longhini, que fue Primer Premio junto a Patricia Nardini de la primera edición. El tercer premio correspondió a un minicarro de supermercado en acero galvanizado de Marcelo Federico y Sebastián Dovis. Por otra parte, el jurado otorgó tres menciones especiales. Una para la parrilla a carbón plegable y transportable de Víctor Adrián y Domingo Peterle, con experiencia a través de su propia pyme. “Los concursos te dan la posibilidad de comparar en qué instancia estás con respecto a los colegas y, particularmente elegir este producto emblemático, fue un desafío”, cuenta Víctor, docente de varias escuelas y facultades de diseño.

Otra mención fue para la unidad mesa-banco “Arrimate”, de Guido Izbicki y Pablo Jeifetz con la que buscaron evidenciar y enfatizar situaciones de uso informales: “Encuentros en clubes, quinchos, terrazas o comedores de empresas donde poder ampliar la superficie de la mesa y asientos de acuerdo a la ocasión. Como en este tipo de situaciones van juntos ¿por qué no probar de generar una sola unidad?”, explica Jeifetz. Y por último, al sistema para bicicletas Ciclooruga de Juan Ignacio Posada.

Estudiantes

En esta categoría, los votos se inclinaron por el sistema de estanterías modular Globe de Diego Hernán Vapore. El segundo premio fue para otrosistema, esta vez las bibliotecas desmontables DaO de Luciana Rodríguez y José María Paz, que entre sus motivaciones, detallan el hecho de poder ponerse a prueba: “Y también el poder cumplir sobre todo con los tiempos requeridos ya que siempre nos colgamos con miles de ideas y nos cuesta quedarnos con una sola. Y esta vez, gracias al inmenso apoyo de nuestra jefa de trabajos prácticos Teresa Garuti, que nos asistió en todo momento aún en época de paros, pudimos llevar a cabo el proyecto con el que básicamente quisimos comunicar significados y sensaciones a través de los sentidos para que el acero deje de ser algo frío y tome vida”, señalan. Mientras que el tercer premio, en este caso, se adjudicó a un exhibidor-ordenador de vinos de formas laminares de dos cordobeses Paolo Porcel y Martín Pietropaolo: “Nos tentó trabajar con este material y sobre todo innovar con un producto atípico para él”.

Por último, también hubo tres menciones especiales. Una para el cesto de residuos y cenicero para espacios públicos de Carlos Eduardo Herrera. Otra para una mesa baja para organizar y desacoplar de vibraciones a los distintos elementos de audio de Ernesto Torriano. Y un banco para espacios públicos de líneas netas, de otro Vapore (Pablo Nicolás), quien junto a Juan Manuel conforman el trío de hermanos proyectistas que el año pasado se alzó con el segundo premio de esta misma categoría. “Viendo equipamientos urbanos de exterior buscamos desarrollar el propio con aire porteño y tecnologías nacionales. Porque: ¿por qué todos los bancos de plaza deben ser coloniales si los usuarios no lo son? De hecho, los que gustan del diseño contemporáneo también van a plazas y parques”, rematan.

Desde la industria

Martín Berardi, director general de Siderar, explica qué rumbos fueron corregidos de la primera edición: “Esta es una experiencia completamente novedosa para la empresa. En términos de aprendizajes, se pueden mencionar además de la formación en el uso del material, la elección del tipo de proyectos a presentar. Entendimos que era necesario ir definiéndolos más específicamente para que sean más cercanos a lo que las pymes pueden comercializar. Por último, respecto a los dos aspectos tal vez más importantes del concurso –la fabricación de los prototipos y la oferta de capacitación rentada para los ganadores en las plantas de las pymes– aprendimos que es fundamental mantenerlos como instancias y mejorar sus condiciones”, aclara.