Sábado, 10 de diciembre de 2005 | Hoy
PELIGRA EL SILO DE MOLINOS
El empresario Faena presentó otro proyecto que toma otro edificio patrimonial y lo transforma en demasía. El problema es que es legal: el silo de Molinos ni es monumento ni está catalogado y su única protección es un difuso capítulo del Código que habla de Puerto Madero.
Por Sergio Kiernan
El pintoresco empresario Alan Faena acaba de anunciar que lanza otro de sus edificios en Puerto Madero, nuevamente tomando un predio industrial de gran porte y alto valor patrimonial. Primero fue el silo de Molinos del dique 2, el de ladrillos a la vista que ahora es un hotel que lleva su nombre. Y ahora es el silo del dique 3, una larga y enorme estructura revocada a la italiana, un edificio que a su estilo y en su función original es de primer orden. Y que ahora va a ser drásticamente alterado.
Una confusión generada por el material de prensa con que Faena promocionó lo que llama “Los Molinos Building” es que el edificio sea monumento nacional. De hecho, el centenario edificio de Molinos Río de la Plata no tiene casi ninguna protección legal: no es monumento nacional ni está catalogado por la ciudad. Esto permite las abundantes demoliciones parciales que propone Faena, ya que la única barrera legal, y muy tenue, es el pequeño capítulo del Código de Planeamiento Urbano que define dentro del Distrito Puerto Madero un Subdistrito de Edificios de Valor Patrimonial.
Este capítulo define el subdistrito como “zona destinada a la preservación de Edificios de Valor Patrimonial”, que en total son cinco: el molino de dique 2, que ya es hotel, el molino dique 3 que ahora remodela Faena, el ex silo de la Junta Nacional de Granos, el chalet de la Cruz Roja construido por Andrés Kálnay en el dique 3 y la Cervecería Munich, también de Kálnay, que aloja el Museo de Telecomunicaciones. El problema de este capítulo es la imprecisión, ya que lo único que dice es que estos cinco edificios son “de conservación obligatoria”, pero no da más detalles.
Cuando se cataloga un edificio o se lo declara monumento, se detalla con precisión el grado de protección que recibe. Esto permite, por ejemplo, que se ordene preservar sus exteriores y respetar sus aperturas. Pero en este caso lo único que dice el Código es que el edificio de Molinos del dique 3 puede ocupar el 60 por ciento del terreno, que se puede construir cuatro veces la superficie que ocupe y que hay que demoler obligatoriamente las construcciones que con los años se le fueron adosando al edificio original. Nada más.
El proyecto que está hoy a consideración del gobierno porteño y que Faena está vendiendo a 3300 dólares el metro con boletos provisionales que aclaran que puede haber modificaciones en el aspecto final del Building, toma en cuenta las obligaciones claras. Así, se ocupa el 60 por ciento del lote –la manzana de 220 metros de largo es mitad del Building y mitad de otra empresa que construirá una gran torre de vivienda– y se demuelen 3 edificios agregados malamente a la parte de atrás, sobre la calle Aimé Painé.
La cosa se complica con el FOT 4, la ecuación que permite construir cuatro veces el metraje que ocupa el edificio sobre el terreno. El Building, como está planeado hoy, tendrá dos subsuelos de cocheras, que no cuentan en la ecuación, y esto después de varias idas y venidas donde aparecían instalaciones de todo tipo y hasta un supermercado subterráneo, usos que sí cuentan. Por eso es que Faena le agrega al edificio en altura, planeando tres pisos, uno de los cuales equivaldría a la actual cumbrera de chapas y esa extraña caja vidriada “de control de temperatura”. La línea del edificio centenario queda, por supuesto, completamente alterada y dos pisos por encima del original. En eso se parecerá a su socio en el grupo Faena, el hotel del silo de ladrillos, que también quedó “jorobado” con su cumbrera levantada. Así se llega al máximo posible de metros, 29.000, para 97 departamentos de hasta 290 metros cuadrados.
El otro toque muy llamativo del proyecto es el hueco central que aparece en la larga fachada principal, sobre Juana Manso, que permite ver a través del conjunto. Resulta que el edificio de Molinos es en realidad dos edificios, construidos en momentos diferentes y de alturas levemente distintas. Ambos volúmenes, muy parecidos y con sus torres, estaban “cosidos” por un edificio malamente agregado más tarde, que es el cuarto que el Código obliga a demoler. Ahí nace el vano.
Según la imagen con que se publicitó el proyecto, el Building tendrá la recova comercial que pide el Código, con 3100 metros cuadrados de locales. Una parte anexa del volumen principal, de gran altura y bautizada como “la catedral”, será un “centro cultural” de 1900 metros cuadrados. No se sabe si la piel del edificio será restaurada y tratada por alguien que separa realmente de símil piedra, o será emparchada y pintada. Lo que sí aparece claramente en el render es que no quedará un cerramiento siquiera parecido a los actuales. Faena ya demostró su opción por las ventanas de hoja simple, con esos marcos de metal pintados bien de corralón pero “tecnológicos”, lo que alcanza para que los coloque en edificios que casi lloran por el vidrio repartido.
Entonces: deformado en sus proporciones, en peligro en su textura, con sus aberturas vandalizadas, pero legalmente. En sus materiales promocionales, Faena hasta dice que su edificio será una suerte de icono del bicentenario argentino, como en el centenario fueron otros edificios, y que Puerto Madero es un área donde “cada construcción quiere decir algo”. Lo que lo habría llevado a definirlo como un Art District, idea “tomada” de Miami hasta sin beneficio de traducción. Tal vez tenga razón, pero entonces 2010 será un aniversario definido por la revista Caras.
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