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Sábado, 18 de marzo de 2006

HOSTERIA DE BONET EN PUNTA DEL ESTE

SOS Solana del Mar

La famosa hostería de Bonet en Punta del Este, construida en 1946, está amenazada de demolición. Una campaña para salvar una pieza central del patrimonio moderno de la región.

 Por Matías Gigli

Gran indignación en el mundo de los arquitectos: está en trámite de demolición la obra de Antonio Bonet Castellana (1913-1989) en Solana del Mar (1946). Hostería en las afueras de Punta del Este, la obra única por sus características vanguardistas reúne tanto los atributos modernos de una arquitectura simple y contundente, como la sensibilidad de la modernidad tardía de la vuelta al compromiso con el lugar y el clima en donde está implantada. Sitio y arquitectura fundidos en una obra, un ejemplo a seguir ahora en peligro inminente de demolición.

Desde Uruguay se organizó una red de llamadas a fin de salvar el edificio. La idea es que se envíen mails al intendente de Maldonado Oscar de los Santos a la dirección [email protected] solicitando su intervención en favor de Solana del Mar.

Antonio Bonet, catalán, se estableció en Buenos Aires como tantos españoles huyendo del franquismo. Desde aquí tuvo una gran influencia en el medio arquitectónico, con la creación del Grupo Austral en sociedad con Kurchan y Ferrari Hardoy. El trabajo en cuestión está inserto en la encomienda de 1945 que consistió en la urbanización en Punta Ballena. Bonet comentó “en este caso se me encargó la planificación de una zona de 1500 hectáreas con una forma básica triangular. El mar constituye uno de los lados, un gran lago como segundo y el tercer lado la Sierra de Punta Ballena. De las 1500 hectáreas, mil están ocupadas por un bellísimo bosque de pinos, eucaliptus y otras especies de gran valor botánico. Este bosque, creado por Antonio Lussich, fue junto con la playa el factor determinante del proyecto”.

En cuanto a la hostería Bonet escribió: “Este edificio se construyó en la urbanización de Punta Ballena, la más ambiciosa que había hecho el Uruguay hasta ese momento. Naturalmente uno de los sitios más atractivos era la costa y por consiguiente el primer edificio público debía construirse allí. Fue uno de los primeros que proyecté, profundamente compenetrado con la topografía del lugar. Me encontré con una duna existente entre el mar y el bosque y se me ocurrió utilizarla como elemento básico del proyecto. Le adosé una gran losa de hormigón que aunque arquitectónicamente es única, va dando dos niveles distintos debido a la fuerte pendiente del terreno. Interiormente quedaron definidos tres niveles ya que, caminando por la duna se accede hasta el techo ajardinado donde se emplazó un sitio de juegos, una pista de baile y tabiques para contener el viento. Aproveché estos tabiques para crear un efecto contradictorio con el racionalismo muy puro de aquel entonces”.

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