m2

Sábado, 17 de agosto de 2002

Compositor de tipos

Rubén Fontana y el arte, raro entre nosotros, de ocuparse de la tipografía como una de las bellas artes.

Por Matías Gigli

Una imagen no vale por mil palabras y eso Rubén Fontana lo tiene bien en claro. Nuestra vida, nuestros hábitos, dependen en gran medida de las distintas formas de lectura que a cada momento requieren de nuestra atención. Es que la palabra aún hoy es el canal más importante de comunicación entre la gente. La letra sigue siendo insustituible. ¿Somos conscientes de ello? Al redactar un mail, ¿tenemos en cuenta el tamaño de la letra y su tipo, o utilizamos lo que ya está predeterminado?
Desde los años ‘60 y con el entusiasmo del descubrimiento del Pop, Rubén participó de esa rica experiencia que fue el Instituto Di Tella. Juan Carlos Distefano, Juan Andralis, Norberto Coppola y Carlos Soler lo acompañaron en esa búsqueda, la que lo ha llevado a transitar desde la cultura gráfica de aquellos años al mundo de la comunicación visual actual.
El desembarco masivo de las computadoras personales nos ha convertido sin saberlo en editores. A pesar de ello no tenemos una cultura que nos fundamente y nos ayude a transmitir nuestros mensajes.
La tipografía, disciplina antigua, exquisita y minuciosa no goza de una larga historia en nuestro país. A diferencia de, por ejemplo, Suiza, que desde los inicios de la imprenta ha hecho un arte de la tipografía, en la Argentina estuvo en manos de diversas profesiones del campo de la gráfica. Que hoy, con la incorporación de la computación, han desaparecido en muchos casos.
El mecanógrafo, el compositor, el corrector, son algunos de los oficios que han pasado a la historia. Con ellos se ha perdido mucho del conocimiento y la práctica de años de trabajo. Con el surgimiento de la Carrera de Diseño Gráfico, la tipografía se fue haciendo de un nuevo espacio. Rubén Fontana tiene mucho que ver con ello.
Desde su estudio de la calle Viamonte, Fontana junto con su hijo Pablo diversifican su actividad en dos campos del diseño: el trabajo para entidades corporativas y en la editorial de la revista Tipográfica. La publicación dio origen a un espacio para la reflexión y la cultura de la letra, y surgió con motivo de la carencia de material escrito en nuestro idioma para el número creciente de alumnos.
En aquel entonces, la cultura visual predominaba y se debía acceder únicamente a los problemas desde la imagen. El texto estaba relegado o escrito en idiomas que imposibilitaban una plena comprensión de los trabajos. La revista se fue construyendo con aportes de profesionales de distintos lugares. “De los problemas locales no se hizo una bandera y se trabajó sobre la problemática del diseño y cómo se comunica la gente”, recalca Fontana.
Se incorporó un comité asesor con figuras reconocidas internacionalmente: Félix Beltran desde México, Gui Bonsiepe desde Florianópolis, Norberto Chaves desde Barcelona, Jerome Peignot desde París, Jorge Frascara desde Edmonton, y Alexa Nosal, Martin Solomon y Lou Dorfsman desde Nueva York. Es que la tipografía, quinientos años después de Gutenberg y la invención de la imprenta, más allá de las modas, de tendencias en la vida y el diseño, existe una apuesta válida de ser mantenida y preservada: la legibilidad de la letra.

Compartir: 

Twitter

 
M2
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.