CONTRATAPA
Modernos y argentinos
Jorge Liernur publicó una personal y muy narrativa historia de su oficio, "Arquitectura en la Argentina del siglo XX: La construcción de la modernidad." Una obra inteligente que trasciende lugares comunes y se ancla en ideas originales y en búsquedas propias.
Por Matías Gigli
La oficina de Jorge "Pancho" Liernur en el instituto Di Tella es un taller de investigación, un pequeño espacio ocupado por libros, revistas, documentos e ideas. Uno de los productos de este cubículo es el libro "Arquitectura Argentina del siglo XX: la construcción de la modernidad", auspiciado por el Fondo Nacional de las Artes. Es una obra peculiar, una narración de nuestra arquitectura del siglo que acaba de terminar absolutamente llena de idea y peculiaridades.
Usar la palabra "narración" para definir este volumen de Liernur no es casual. Para el autor, es la "sintetiza la búsqueda de este libro: lograr una sensación de totalidad que dé sentido al discurso." A este estar a contramano de la hiperespecialización ya típica en todo lo que sea historia, se le agrega la vocación literaria del libro. "Este trabajo no tiene notas al pie," señala el autor. "La literatura, a diferencia de la historia, no necesita notas al pie falseables. Este trabajo está dirigido a un público más amplio que el de los historiadores. Es un ensayo, más cercano a lo literario." Talvez para marcar y remarcar esta posición, el libro tiene un esperable prólogo de un arquitecto, Francisco J. Bullrich, y uno atípico en un volumen de arquitectura de la ensayista Beatriz Sarlo.
Nacido como una colección de artículos "que de a poco empecé a tocar para poder vincular y achicar espacios," el libro de Liernur define un "siglo largo" de 120 años y arranca con buen tino en 1880 con el título de "La tradición en jaque". De ahí se pasa, en la segunda parte, a "Un estilo moderno" y se acaba con "Los días del diluvio", que se cierra con un duro capítulo titulado "El imperio de la frivolidad".
"La gran transformación que seguiremos a través del ibro consiste en el pasaje del mundo urbano al mundo metropolitano," explica Liernur de arranque. Este cambio no es "meramente" arquitectónico sino cultural, el paso de un mundo "de valores relativamente permanente, con profundos anclajes a lugare y tradiciones, y con sólidas redes de relaciones interpersonales intransferibles" a otro "de constelaciones de flujos, bienes, personas e ideas" en el que "los valores de larga duración tienden a ceder su lugar a un inestable conjunto de enunciados equivalentes" cuyo "núcleo duro es el dinero". Este proceso tiene como gran escenario a las ciudades y en especial a Buenos Aires.
Para Liernur, la arquitectura argentina es esencialmente moderna, y el autor no teme discutir de lleno con los que distinguen una arquitectura liberal y otra moderna que arranca apenas en 1930. Citando a Marshall Berman, Liernur ve "modernismos", explica sus roles y simboliza sus dominios en los hitos que van de la visita de Le Corbusier en 1929 a la de Aldo Rossi en 1978. De ahí la división en tres partes simbólicas de la obra.
Un edificio, el Kavanagh de Sánchez, Lagos y De la Torre, aparece como un ícono y, de hecho, es la primera imagen del libro, en una foto de época con un cielo extrañamente despejado y una fila de faetones descapotables circulando en lo que hoy sería contramano. Para Liernur, este edificio es una "buena muestra de la ambigua relación entre modernismo y tradición" que caracteriza la década del 30. Por un lado, "su masa se organiza de manera simétrica y, apilada al modo clásico, cierra frontalmente el espacio de la plaza San Martín". Pero por otro lado, "al estar conformado a partir de la matriz triangular de su planta, el rascacielos ofrece su arista aguda hacia el río, generando una visión de escorzo de extraordinario dinamismo."
Es uno de cientos de este volumen generosa y hábilmente ilustrado, que ilumina la búsqueda de liviandad trascendente que algunos lograron en este siglo largo.