El estilo
El Hotel Alvear Palace está protegido como parte del Area de Protección Histórica de la ciudad, que tiene su eje en la avenida Alvear y toma los palacios y residencias, culminando en la iglesia y el cementerio. Además de ser uno de los hitos urbanos mejor conocidos de la zona, el hotel es una verdadera maquinaria con 450 empleados que atienden sus 80 habitaciones, 120 suites y 12 salones. No lo hacen mal: hasta el malhumorado Andrew Harper, un crítico de hotelería que viaja de incógnito y se paga sus gastos para que nadie lo identifique, lo puso entre los mejores 20 del mundo entero.
Arquitectónicamente, la planta baja del hotel es una delicia. Básicamente francés, muestra la amable mezcla de estilos –o el estilo mulato– de la escuela de Bellas Artes, con mucho de dieciochesco. Esto se ve especialmente en sus salones de eventos, con sus moldurados en dorado y sus arañas, y en la poco conocida escalera helicoidal, de piso de piedra y muros sólidamente trabajados. La orangerie, con sus pilastras y muraletes, también marca el tono francés, que se mantiene –con menos rigor– en muchos apartamentos y habitaciones.
Sobre este fondo se pueden adivinar toques de época y remodelaciones que fueron modernas pero nos resultan hoy tan datadas como el resto. Por ejemplo, los vidrios de las banderolas curvas de la orangerie muestran grabados al ácido, cuyo estilo neoclásico no hace olvidar que ese recurso era moda furibunda en la década del treinta, cuando se construyó el hotel. Otro caso es la misma entrada del hotel, cuya carpintería era moderna allá por 1932.
Pero como en todo edificio bien hecho, estas variaciones hace tiempo que se fundieron en un blend asentado y agradable.
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