En San Pablo hay 2018 favelas donde viven más de un millón de personas. También hay 1241 asentamientos irregulares con un millón y medio de habitantes. Y decenas de cortiços, conventillos en los que viven 600.000 personas más. Son tres millones de personas, exactamente la población entera de Buenos Aires –de la General Paz para adentro– y más de la cuarta parte de la población paulista con problemas de vivienda.

La escala del problema asustaría a cualquiera, pero Roberto Loeb, el arquitecto a cargo del Sao Vito, es un optimista. En recientes declaraciones a El País Semanal, Loeb dijo que “el caos de San Pablo es una oportunidad única para una propuesta de innovación urbana de grandes proporciones. Yo propuse algunas ideas, como el metro aéreo, una modificación completa de la estructura de la ciudad, una participación popular a través de acción local, que hoy ya tiene 80 participaciones. Cada calle es considerada como un consorcio”.

Utopista como suena, Loeb considera imposible eliminar las villas miseria y se quiere concentrar en mejorar las condiciones de vida del favelado. El municipio tiene un amplio plan de regularización de propiedades que abarca a 45.000 familias que recibirán el título de sus viviendas precarias.