El Cedodal presentó ayer su libro dedicado a la vida y obra de Julián García Núñez, el español que vivió su vida viajando entre sus dos países, inmigrante en uno e “indiano” en el otro. El libro lleva, entonces, el muy apto subtítulo de “Caminos de Ida y Vuelta”.

La publicación coordinada por los arquitectos Ramón Gutiérrez, José Ramón Alonso Pereira y Fernando Alvarez es, como todas las del Cedodal que dirige Gutiérrez, erudita y completa. Entre otras cosas, el libro permite estudiar el rol que tuvo García Núñez en la remodelación del Casal de Cataluña.

El primer misterio es si tuvo algo que ver con el anexo de 1909. Hay indicaciones documentales de que sí, pero a la vez también se sabe que no estaba en el país para esas fechas. El caso del edificio principal parece más claro: la misma fachada lleva las firmas de Carrizo Rueda y Devito Constructores, y de Julián García Núñez y Eugenio Campllonch arquitectos. Esto crea el problema de saber qué aportó cada uno en el ejercicio neogótico catalán, que no les debe haber resultado muy complicado, ya que ambos se formaron en Barcelona, a la sombra de edificios así. Pero Julio Cacciatore, en su artículo sobre el Casal en el libro del Cedodal, aporta otra hipótesis: que García Núñez diseñó la fachada de 1909 y Campllonch la de 1936, cada uno por su lado, y compartieron la única firma disponible en el edifico más tardío.

Como sea, el libro permite apreciar la amplitud de estilos que manejó García Núñez aquí y en Galicia, donde subsisten residencias indianas –españoles que volvieron a su terruño con sus dineros americanos– que todavía son famosas. También se puede apreciar lo que fue su Hospital Español de la avenida Belgrano, casi completamente destruido en un suicidio institucional: subsiste una parte, abandonada y degradada pero gloriosa, y el resto fue reemplazado por un edificio de baratura asombrosa, una verdadera porquería.