En estos megaencuentros con diseñadores, críticos y periodistas especializados de todo el mundo, lo más jugoso se cuece fuera de los parámetros formales. En los desayunos con jugos de mango y papaya o las sobremesas que alarga la cerveza. Sobre todo porque en este caso el anfitrión del evento, Nicola Goretti, estaba siempre dispuesto y atento a generar vínculos haciendo carne el término “compartilhar”.

Así, los jornalistas del sur del mundo tuvimos acceso en vivo y en directo a personajes emblemáticos del design mundial, como la venezolana Marva Griffin, creadora nada menos que del Salón Satélite de Milán. Y colegas de todo el mundo, como la encantadora francesa Chantal Hamaide de Intramuros y la italiana Francesca Picchi, de Domus, pudieron saber de primera mano que los cartoneros en la Argentina no son sólo personas en situación de calle o sin techo, sino a una nueva población que después de la crisis del 2001 encontró una fuente de trabajo en la basura.

¿Reflexiones varias? De Antonelli: “La seguridad es una necesidad básica y con estas experiencias aprendí que hoy la vida está difícil para todos. Hoy no se está a salvo en ningún lado, sobre todo porque la seguridad es una actitud. Un sentimiento. Del sur me sorprende la resiliencia, de resurgir de la adversidad. ¿Por qué seleccionamos a estos diseñadores? Porque consideramos que son los mejores para comunicar una emoción personal y verdadera”.

Mientras que María Helena Estrada, editora de la revista ArcDesign, quien en su charla comenzó haciendo una comparación de los elementos de seguridad en todos los tiempos, pasando de las fortalezas medievales a los deptos de San Pablo o Río y del cinturón de castidad al preservativo, dejó bien en claro el rol del diseñador en estas latitudes: “Necesitamos crear nidos de protección para quienes viven en el abandono. Diseñadores éticos y bondadosos que piensen en diseños sustentables e inclusivos”. Por su parte, Adélia Borges, directora del Museo de la Casa Brasilera, y el referente más sensible en esto de ver a la persona que hay detrás del objeto pensó su propio nido. Analizó que es allí donde también el ser humano se busca para procrear. Pero que tan necesario como eso es el poder salir. El no renunciar al espacio público. “Tenemos derecho a nuestra ciudadanía. A los diseñadores también les compete pensar en estas cuestiones. En las necesidades de adultos y niños en pos de un mundo mejor para todos”.

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