LLEGAN “PERDIDOS EN TOKIO” Y “EL GRAN PEZ”
Sofía y Tim, culpables
Un actor en decadencia y una chica confundida, los dos con insomnio y encerrados en un hotel cinco estrellas, en una ciudad que parece drogada de neón. Un padre que no para de contar los mismos cuentos, un hijo que decidió no creerle nada. Las historias que se dejan ver en dos de las mejores películas del 2004, estrenos de hoy en tu cine favorito.
A los 32 años, Sofia Coppola es la primera directora de cine estadounidense nominada al Oscar. Gracias a Perdidos en Tokio. Luego de su debut con Las vírgenes suicidas (1999), basada en la novela de Jeffrey Eugenides, donde retrató la triste y claustrofóbica existencia adolescente de las puras hermanas Lisbon, Sofia se dedicó a escribir sobre la soledad que reúne en Tokio a Bob, un hombre maduro, y a Charlotte, una chica veinteañera. Bob (Bill Murray) es un actor conocido en decadencia que está en Tokio filmando unas publicidades, y Charlotte (Scarlett Johansson) es una estudiante de filosofía, casada con un fotógrafo de rock que no le presta demasiada atención. Al parecer, fue el mismo Murray (actor cómico por antonomasia, figura de la industria y también del cine independiente, ganador de un Globo de Oro y nominado al Oscar por este papel) quien inspiró a Sofia para este personaje. “Estaba interesada en la idea de la crisis de los 50 porque se parece de cierta manera a la que se atraviesa a los 20. Es ese período donde debe decidirse el tipo de persona que uno quiere ser. La relación que Bob y Charlotte mantienen es un poco más que amistad. A mi manera de verlo, no hay absolutamente nada de sexual entre ellos, es sólo una amistad un poco romántica”, explicó Sofia. Planteado así, crecieron las sospechas. Comenzó a decirse que se inspiró en su ex Spike Jonze para componer el fotógrafo hiperkinético y afectado que compone en la película Giovanni Rivisi. O que pensó directamente en Cameron Díaz para crear el personaje de la rubia tonta-estrella de cine (tan parecida también a Britney). Ella nunca lo confirmó, pero si el río suena...
No importa la edad que tenga. Tim Burton (45) siempre será como Edward Bloom, el compulsivo contador de historias de El gran pez. Todos sus films, con mayor o menor tono autobiográfico, son como cuentos protagonizados por freaks entrañables que habitan universos fantásticos. Algunas de sus películas, dicen algo más sobre su espíritu de niño dark y casualmente, el nombre de sus alter ego más cercanos, tiende a repetirse. Primero fue Edward Scissorhands (El joven manos de tijera), luego Ed Wood y ahora Ed Bloom. Basada en la novela de Daniel Wallace, El gran pez es la historia del tal Edward Bloom (interpretado de joven por Ewan Mc Gregor y de mayor por Albert Finney), que en su lecho de muerte continúa relatando cuentos maravillosos y aventuras increíbles que él mismo, dice, protagonizó. Esa capacidad inagotable le hizo merecer el afecto y admiración de quienes lo conocieron, a excepción de su hijo. William (Billy Crudup, el guitarrista de la banda de rock de Casi famosos) lo considera apenas un obstinado mentiroso. Después de una separación de tres años, William vuelve a Ed enfermo. Quiere estar más cerca del padre al que siempre esquivó y descubrir la verdad detrás de la ficción. Se dice que El gran pez es la película más madura de Tim Burton. También debe ser seguramente la más autobiográfica. Es aquí donde su mundo indiscutible de freaks (que ya no parece tan extraño) se acomoda y surge en todo su esplendor, poniendo en evidencia al niño dark que Burton no dejará de ser nunca. Además, considerando su propia y reciente paternidad,El gran pez se transforma en una herencia y una explicación maravillosa sobre lo que él es, un contador de historias.
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