ARBOL, LISTOS PARA DAR EL GRAN SALTO.
Hola Susana, te estamos llamando
La versión coral de Ji ji ji es capaz de levantar a un muerto. Pablo y Eduardo dicen que eligieron hacerla "tipo coral de Bach", pero con lo más rockero que hay en Argentina. Y claro, lo más rockero que hay en Argentina ya sabemos qué es... Mientras, sueñan con tocar a la diva.
› Por Roque Casciero
Jueves a la noche, fines de un enero agobiante en Buenos Aires. Sin embargo, Cemento –que no es el más fresco de los sitios– está repleto de chicos que saltan y cantan (casi) tanto como los cinco tipos que están arriba del escenario. Un indicador claro, entre otros, de que Arbol está a punto de dar un gran salto y convertirse en una de las bandas “grandes” del rock argentino. En Cemento, cuando llega el momento de Ji ji ji, versión de Los Redondos pero en versión coral, parece que las paredes no pudieran contener la marea. Es que el arreglo que Arbol encontró para el clásico ricotero, compartido con las voces del público, tiene “esa cosa como de cancha, que tapa todo”, dice el cantante Pablo Romero. “Es uno de los himnos del rock nacional, de esos que sabe todo el mundo.” Eduardo Schmidt, el otro vocalista de la banda de Haedo completa la idea: “Es un momento en el que todo el mundo está implicado, porque no se puede no tener algo que ver con esa canción. Hacía tiempo que queríamos hacer algo vocal, porque estábamos metiendo voces en todos los temas. La onda era hacer algo súper clásico, tipo un coral de Bach, porque hay algunos que fueron creados para que cualquiera pudiera cantarlos en la iglesia. Como nos gusta trabajar por opuestos, dijimos: ‘Bueno, ¿por qué no hacemos algo súper clásico con lo más rockero que haya?’ Y lo más rockero de acá son los Redonditos. Pablito dijo que hiciéramos Ji ji ji y ya no hubo dudas”.
Es probable que el cover integre el próximo disco de Arbol, que la banda comenzará a grabar en marzo con Gustavo Santaolalla como productor. Será, dicen los dos cantantes, “un disco barato, en el sentido que va a costarle poco a la gente”. Será un mini lp, de siete u ocho temas, aunque también es posible que se le agreguen una versión punk de “Ya lo sabemos” y “Es lo que hay”, una canción que salió en un compilado en Estados Unidos. “Son canciones que ya están grabadas y podemos meterlas ahí”, dice Schmidt. “La idea es sacarlo rápido y, de todas las canciones que hay, elegimos las que están más terminadas”. Romero apunta una de las diferencias con los trabajos anteriores: “Esta vez Sebastián (Bianchini, bajo) canta dos temas. Y está bueno, porque es más afinado que nosotros (risas). Además es lindo, alto, esbelto, las chicas le gritan. Y nosotros dos somos gordos, petisos, pelados...”
El disco y la actuación en Cosquín Rock quizá sean el empuje para que Arbol dé el salto y acceda al olimpo rockero argentino. “Durante 2003 hicimos más de ochenta shows y nunca tuvimos tiempo para pensar o replantearnos cosas”, explica Schmidt. Nos juntamos a ver qué hacemos con el crecimiento de la banda más que a cuestionarnos el por qué. Supongo que cuando se dan las cosas de modo natural al principio sentís como un vértigo, pero después te acostumbrás a estar en ese lugar. En este momento estamos muy cuidadosos con respecto al crecimiento. Nosotros vivimos en Haedo: salimos a la calle y nos conocen todos. Pero al hacer la gira por la costa nos pedían autógrafos donde estábamos comiendo”. Romero apoya con otra anécdota: “Siempre ando entre la gente antes de los shows, para charlar con los chicos. Pero en el último Cemento estaba rodeado de banderas y de pibes que me decían ‘firmame acá’, y tuve que irme al camarín. Es re loco, nunca me había pasado antes”. Schmidt agrega, optimista: “Mientras podamos, queremos seguir haciendo las cosas que hacemos siempre. Pero si vamos a comer a un lugar, la onda es poder comer, ¿no? Igual hay ejemplos de gente súper grossa como León Gieco, que la pudo llevar bien”.
Lo que está claro es que Arbol no le rehúye a la popularidad y se banca ciertos “pasos necesarios”. “Trabajamos para que cada vez más gente escuche a la banda”, afirma Romero. “A mí me encantaría salir en el programa de Susana Giménez; no dejaríamos de ser Arbol por estar ahí. De hecho, soy fanático de Susana Giménez, tengo una gigantografía de ella en mi pieza. De chico estaba enamorado de ella. Cuando tenía cable –me lo cortaron– veía sus películas en Volver. Me parece una tipa súper grossa,porque todo lo que tiene lo hizo ella, pero por el otro lado pregunta si los dinosaurios están vivos... (risas). Me gustaría mucho conocerla: le toco el piano blanco, me le tiro encima, la beso, todo.”