ESPECIAL RADIO 04: LAS NUEVAS, LAS VIEJAS, TODO LO QUE SE PUEDE ESCUCHAR
Radioactividad en alza
2004 vino con novedades en FM: Kabul, con el regreso de Grinbank; Kosiuko, con el largo brazo de una empresa exitosa. Además, toda la semana para disfrutar de una variada programación, renovada y viva. Apuntes para decidir y elegir entre todas las opciones posibles, ya sea en casa, en el trabajo o con el walkman.
KABUL ROCK
Kabul es la capital de Afganistán; se sabe más por la obra bélica de George W. Bush, que por la prédica didáctica de la profesora de Geografía. Y para Occidente, además de ser un almácigo de terroristas apañados por el maléfico régimen talibán y post-talibán, Kabul remite a una ciudad humeante y filtrada en el color verde digital de aquellas imágenes satelitales de la CNN, tomadas entre bomba y bomba, apenas horas después de la caída de las Torres en el lejanísimo 2001. También, aderezada con el sufijo Rock, es el nombre de la FM con la que Daniel Grinbank intenta regresar al trono en el que hace ya casi dos décadas lo depositara la FM Rock & Pop.
El mito fundacional de la FM Kabul Rock (107.9 del dial, también disponible en www.kabulrock.com) se adueña de esa visión de posguerra: su coordinador artístico, Juan Ignacio Melitón, asegura que “la escena rockera local quedó devastada después de los noventa, y en comparación con otros tiempos, perdió espacio y calidad”, y que Kabul “te trae todo lo que pasa en el mundo musical”. Entonces, es una radio claramente de música, cuyo eslógan “que viva la mezcla” puede resultar engañoso, ya que su menú musical no es un vale-todo rockero, sino una selección refinada pero abierta, que no juega para la tribuna, pero tampoco exige paladar negro ni lectura de revistas importadas. Su musicalizador en jefe, Nillo Flores, postula sus límites: “No nos cerramos a ninguno de los géneros que alberga el rock; tenemos indie nacional de los ‘90 y de los ‘00 (DDT, Los Látigos, Entre Ríos) pero también Beck, T-Rex, los Stooges y los Stones. No nos tiramos a la electrónica pero suenan Chemical Brothers y Zero7: el objetivo es la personalidad, que sea una radio divertida y con mucho apoyo a lo nuevo. Quizás hasta ponemos a Emma, la ex Spice Girls que sacó un disco insólito, tipo Burt Bacharach, que bien podría quedarse afuera de un formato de radio de rock, pero que en Kabul puede aparecer”.
El perfil musical rockero de una FM de Grinbank bien podría suponer la presencia, en el micrófono, de aspirantes a herederos de Pergolini o Lalo Mir. Pero no. “La conducción es impersonal, la estrella es la música”, precisa Melitón, “y tampoco hay llamados de oyentes, el concepto es que nosotros transmitimos y ustedes escuchan. La información está bastante dosificada, cada tres o cuatro temas el locutor ofrece algunos datos sobre la canción, y nada más”. La posible frialdad resultante de esa conducción impersonal se rompe en los separadores humorísticos, herederos, sí, de los que tenía y sigue teniendo la Rock & Pop. A cargo de los responsables del fanzine absurdo Nah, estos separadores se –justamente– separan de sus antecesores en que “son delirantes, divertidos, pero no se meten con nadie ni resultan agresivos”, al decir de Melitón. Y una mirada de Flores sobre las radios de la década del ‘00 define al mundo Kabul: “Lo que dejás afuera, es lo que te permite diferenciarte. Kabul no se suma a lo que hacen las demás radios, no se encajona a pasar lo mismo que pasan los otros. Ahora que los discos son tan caros, la radio tiene que ser un lugar para conocer y apoyar la música nueva; y no para hacerte creer que lo único que existe son la Bersuit y Outkast”.
FM KOSIUKO
El recorrido es curioso y parece un retoño más en la vital y pujante flora capitalista: una marca argentina de ropa joven tiene una radio propia que lleva su nombre. Sin embargo, de vestir a Britney Spears y tener locales que son vedette en los shoppings, a ser una radio punk y pseudo under podría haber la misma distancia que entre un jean talle S y uno talle M. Así lo cuenta Michel Peyronel, ex músico de Riff, otrora hombre fuerte de radios como FM Tango y Nostalgy, y actual responsable artístico de la FM Kosiuko (ahora en 101.9, y disponible en www.kskfm.com): “Estamos generando algo parecido a lo que pasaba en el ‘76cuando aparecieron las bandas punk, formadas por pendejos que la rompían porque eran auténticos. Las demás radios nos odian, los viejos dinosaurios anquilosados de la Rock & Pop sólo quieren mantener el statu quo, los del Suplemento Sí de Clarín nos ignoran, las FM X4 y Milenium nos tienen miedo, todos nos quieren bajar, nos tiran de todo, nos envidian por los anunciantes que tenemos, nos hacen lobby desde Ibope y el Comfer... está claro que los molestamos muchísimo”. La paranoia que parece brotar de las palabras de Peyronel viene precedida de episodios reales, como el que los obligó a cambiar de frecuencia, y mudarse a su 101.9 actual, a raíz de la aparición de la muy potente emisora FM Amadeus, de Daniel Hadad, que literalmente los borró de su espacio anterior del dial. O como las acusaciones, en el Comfer, a la empresa Kosiuko de usar una frecuencia radial para publicitar sus productos. En tanto, con apenas nueve meses de vida, la FM Kosiuko aprovechó el cambio obligado de frecuencia para relanzar su programación, con la incorporación estrella de Fernando Peña y su “El ParKímetro”, de lunes a viernes de 10 a 13 (“Peña se me acercó”, relata Peyronel, “y dijo ‘me hablaron muy bien de tu radio y no quiero laburar con ningún multimedio’”).
La oferta musical de la radio de los jeans tiene un fuerte perfil electrónico, con una franja lounge, de 19 a 21, conducida por el propio ex Riff y entre las 13 y las 19 un formato de chart-radio, o sea, música nueva, y con generosa presencia de remixes de viejos éxitos (U2, Queen) y no tan generosa de artistas nacionales (Babasónicos, Cerati). Los planes de la radio, hermanados con los de la marca de jeans de Federico Bonomi, incluye el sello KSK Records, con distribución de sus discos –obviamente– en los locales de Kosiuko, que al decir de Peyronel, “evolucionan como pasó en Estados Unidos con los Virgin megastore”. “En algún momento alguien tenía que hacer algo así”, agrega. “Las propuestas radiales de los megagrupos no son creíbles, y no tienen percepción real de la gente. En cambio, los pibes y las minitas nos escuchan y se identifican con nosotros. ¡Si hasta algunos se tatúan el logo de Kosiuko!”