Vie 10.12.2004
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LA MUERTE DEL VIP Y OTRO MODO DE VER LA NOCHE

Basta de pulseritas

› Por Julián Gorodischer

¿Pasó de moda la era del VIP y del relacionista público estrella al estilo de Gaby Alvarez? Cuatro anti-RRPP promueven que se termine con ese espacio vallado y lleno de ejemplares lindos en exhibición. Esa zona de vasitos en mano, saludos con bajada de cabeza, sonrisas congeladas y muchos flashes es un resabio de la década menemista y parte del negocio de unos pocos, según Martín Hojman (fiestas Garage), Julio Fernández (Crème de la Crème), Nuria Acosta (Voodoo Bar) y Andii Alperovich (fiestas con Capri y Bad Boy Orange). “Que se curtan”, es la respuesta de los entrevistados a los habitués de la pulserita de acceso restringido. Los cuatro defienden el anonimato detrás del mail o el messenger para convocar, reivindican la muestra de fotos o pinturas como antídoto contra la frivolidad, y hasta reclaman una toma de conciencia a los sponsors. “¿Por qué no puede pegar electrónica con polenta? Tomen riesgos”, pide Martín Hojman, en cuyas fiestas Garage no se cobra entrada, pero se exige un alimento no perecedero para hacer donaciones.
El anti-RRPP se define como “un nerd”, defiende la práctica ad honorem, y pelea para el fin de la jerarquía del famoso. En el caso de las Garage, que suspendieron sus fechas por la presión de los bolicheros de la zona de San Cristóbal, la lucha es por dejar de salir en las agendas de los diarios. “Hay que regular un secreto a voces”, dice Hojman. “Salimos en los suplementos sin quererlo, llamamos a los periodistas para que no nos publiquen. Cada fiesta incrementó su número en dos mil personas, y el riesgo y los costos fueron demasiado grandes.” Fernández se distancia de los modos habituales en la franja de la Costanera: “Se quedan en el champagne y celular sobre la mesa”. Y Acosta propone un manifiesto del “decir que no”. “No al maltrato en la puerta del boliche, porque todos tenemos los mismos derechos. Y no a estimular el consumo de éxtasis en una disco, y cerrarles las canillas para que paguen sus consumiciones.” La cruzada de Alperovich (autor de una página web que recomienda e invita a recitales de Bad Boy Orange, Capri y Julián Aznar, entre otros) es el anonimato: esconderse detrás de su lista de mailing, proclamarse como “la versión nerd” del oficio y derribar la figura del RRPP que sale en las revistas o conduce programas de radio (ver recuadro).
–¿Qué simboliza el VIP?
Andii: –El VIP es el peor lugar de cada boliche, donde la pasás mal. En los lugares en los que trabajo, ni sé cómo se entra al VIP. Ni conozco a la gente (sólo les mando mails) ni tampoco me conocen (nunca pongo mi nombre en el remitente). Está claro que yo no soy el centro de la fiesta.
Julio: –Todo tu lugar tiene que ser un VIP.
En la era del regreso del evento de lujo, de las fiestas privadas en Puerto Madero y el reinado de las fotos para revistas cholulas, el anti-RRPP hace malabares con su bajísimo presupuesto y echa mano a unas pocas estrategias: convocar siempre al mismo artista en las malas y en las buenas para ganarse su fidelidad, o programar a un rockero de bajo perfil, pero pedirle que traiga invitados estrella. Hasta se puede asumir a la “nada” como una propuesta legítima. Si no hay, ¡no hay! “Este fin de semana no mandé mi página de recomendaciones –dice Andii–. Si no hay nada, quedate en casa.” En el caso de las Garage, todo es más problemático y revolucionario: el rumor sobre unas fiestas gratuitas en un estacionamiento del Centro las fue desbordando, sumando cada vez más gente, y el lobby de los dueños de boliches cercanos las llevó a cerrar en el 2004 con un posible regreso el año próximo. Martín Hojman no tiene un buen recuerdo de sus sponsors: “Los personajes famosos ayudan a preservar el juego de unos pocos. Las marcas piden: ¿qué famosos nos aseguran? Y yo pienso: ‘Ni siquiera los quiero’”, asegura.
–¿Cuál es el lema del anti-RRPP?
Nuria: –No discriminar a nadie. Que el VIP, que el extra-VIP, que el recontra-VIP: me parece una ridiculez total.
Andii: –Hacer el camino inverso: ir a los lugares que te gustan y terminar trabajando para apoyarlos. Lo prefiero a resignarme y cobrar tres veces más.
Martín: –Que venga todo el mundo: desde gente de Rosario en bondi hasta extranjeros y barmen de otros boliches. Eso sí: estamos hartos de que digan que nos hicimos millonarios.

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