SON ACTORES, QUIEREN ACTUAR
Sub-20 sobre tablas
Trabajan en teatro, cine y televisión. Pero su profesión se convierte en un karma cuando las actividades coinciden con la escuela. Cuatro talentosos actores de menos de veinte años cuentan cómo trabajar cuando la educación “formal” puede interrumpir sus verdaderos destinos.
› Por Eugenia Guevara
Ignacio Rogers (17) tenía diez años cuando Federico León lo descubrió en una clase de teatro de Alejandro Catalán y lo incluyó en Mil quinientos metros sobre el nivel de Jack y después en El adolescente. Ignacio había empezado teatro a los seis años. Con Federico León, ensayando intensamente, y con los que se presentaron en los festivales más importantes del mundo, Ignacio dice haber aprendido: “Desde mis 10 años hasta los 16 estuvimos trabajando. Fue una escuela de actuación y teatro. En El adolescente discutíamos la obra y eso me hizo aprender. Hubo momentos, antes de estrenar, en que ensayábamos cinco veces por semana”.
Con la escuela, la situación actual no es sencilla. “El año pasado dije: éste va a ser más tranquilo.” Pero vinieron El adolescente, el corto Como un avión estrellado y la nueva película de Ezequiel Acuña (Nadar solo). Después de León viene, para Ignacio Rogers, Temporariamente agotado de Hubert Colas, dirigido por Lola Arias, que se estrenará en mayo, luego de haberse presentado un fragmento en Estudio Abierto el año pasado. Y la adolescencia vuelve a ser tema. Inés Efrón (20), compañera en esta obra, empezó con el teatro en la adolescencia, “durante un verano en que no sabía qué hacer y tenía ganas de conocer gente nueva”.
Para eso tenía que viajar a Capital, “algo bastante lejano desde provincia”. Hizo cursos hasta que llegó a Nora Moseinco. “Fue increíble: juego extremo, felicidad, intensidad. Aprendí una visión del teatro con mucho amor. Fue un lugar de no solemnidad. Ahí se dio toda esa adrenalina de llegar con miles de ideas.” Luego de una experiencia poco feliz de estudios de teatro en el IUNA y recién llegada de Zapala, donde participó del largo Glue de Alexis Dos Santos, se prepara para volver a ser Tao, una adolescente militar, integrante del ejército de mujeres de un extraño país, en Poses para dormir, también de Lola Arias, que se repone en abril y que será el paso decisivo en su carrera: “Trabajar con Lola me dio tranquilidad. Ahora me ocupo de actuar”.
Martín Piroyansky (19) actúa desde chico no sólo en teatro sino también en televisión (Magazine for fai, Medios locos y Campeones), quien no pudo estar para la foto porque estaba grabando un programa para chicos que saldrá al aire en breve. También se formó con Nora Moseinco y Alejandro Catalán, Ciro Zorzoli, Paco Jiménez y Guillermo Angelelli. Su comienzo, a los siete años, se relacionó con el ámbito donde creció: “Mi papá tenía un grupo de teatro. Me gustaba ayudarlo con la letra, ver las funciones y repetir las líneas. Finalmente, no sé a quién se le ocurrió que empiece a estudiar teatro”. No tenía más de 14 cuando se unió al Grupo Sanguíneo, estrenaron Capítulo XV y Afuera, dirigida por Gustavo Tarrío, que se repondrá este año, donde interpreta al hijo demandante de una joven viuda en una fiesta que transcurre en una terraza. Ahora trabajará con Cecilia Roth en La intrusa, nueva peli de Ulises Rosell (Bonanza, El descanso), después de haber terminado el colegio técnico, que no lo complicaba mucho: “Con lo mala que está la educación, no me exigían nada”.
El caso de Renata Marrone (17) es más radical. Hija de Rita y nieta de Osvaldo Terranova, creció en el ambiente del teatro. Dice haber heredado “cierta sensibilidad, una manera de ver la vida que pienso explotar, adaptándola a mi carácter; aunque nunca se sabe si es una verdadera elección”. Estudió teatro con Alejandra Boero y Cecilia Maresca mientras mantenía una relación “problemática” con la escuela. Quedó libre en una oportunidad, y aprovechó ese mismo año para rendir libre todas la materias. La primera vez que salió a escena, a los 16, fue interpretando a una criada muda en Otra vuelta de tuerca (Henry James) dirigida por su madre. “Fue alucinante, algo que estaba esperando. Siempre había querido actuar, pero entré al mundo del teatro muy protegida.”
Ahora puede vérsela en El jardín de los cerezos, de Chejov, dirigida por Hugo Alvarez. “Estoy buscando nuevos proyectos, formar un grupo de teatro, tengo mis propias inquietudes. Escribo y quiero dirigir también. Al teatro hay que vivirlo de todos lados.” Renata no es la única que quiere estar detrás de escena, en un momento donde hacer teatro de manera independiente no es una quimera. También Martín Piroyansky e Ignacio Rogers quieren hacer obras teatrales o películas.
El cine es nuevo y excitante para ellos. Pero el teatro es el origen y lugar preferido de estos talentosos actores. “Son formas diferentes; en cine no se tiene la continuidad y el ensayo. Tenés que generar un estado muy rápidamente, con mucha concentración y, una vez que está la toma, ya está. Es difícil, no se tiene conciencia del camino del personaje como en el teatro, donde tenés que aguantar esa conciencia una hora y media delante de la gente. Son muy diferentes, pero me gustan los dos”, explica Ignacio, mientras que Martín sostiene: “El cine es más anecdótico, el teatro habla de otras cosas, no tiene tiempo, y es más poético. El teatro es el mejor lugar, es podés dar el ciento por ciento”.
Para Renata, el teatro “es donde el actor se desarrolla más”. Y para Inés, la cuestión se da en otros términos: “No sé bien por qué hago teatro, hay algo del ego que me asusta bastante. Me parece que lo lindo es cuando eso se supera, y se llega a ese punto de creatividad que te sorprende. Que te cambia estructuras mentales. La mayoría del teatro no me gusta. Pero cuando se encuentra la sutilidad, lo chiquito parece mágico”.