Jue 19.05.2005
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“END OF THE CENTURY”, O LA REEXPERIENCIA RAMONERA EN DVD

Honestidad brutal

Es la oportunidad ideal para atronar el vecindario con la mejor síntesis de una banda irrepetible. Mejor aún: el documental de Michael Gramaglia y Jim Fields, que reventó de gente las funciones del Bafici 2004, se mete en la mugre hasta los codos y saca a relucir una historia real, no el típico cuento de hadas de las biografías oficiales.

› Por Roque Casciero

“Supongo que es un poco duro para una banda que fue el catalizador, y siempre parece que son los pioneros los que no alcanzan la gloria completa. La alcanzan las bandas que les siguen, porque lo hacen un poco diferente o transigen con su música y entonces despegan, o tienen un sonido que atrae a una audiencia más amplia, o algo así”. La frase es una de las tantas que pronuncia Joey Ramone en el documental End of the Century, que acaba de aparecer en dvd, pero es crucial para terminar de entender la historia de los Ramones. Porque sin la aparición de esos cuatro zaparrastrosos de Queens con pinta de pandilleros, nada hubiera sido lo mismo en el rock de los últimos treinta años. Contá ¡1-2-3-4! y pensalo un minuto: ¿cuál hubiera sido el germen para la existencia de los Sex Pistols, The Clash, Black Flag, Bad Brains, Nirvana, Pearl Jam o los Chili Peppers? Así de importante fue que se juntaran Jeffrey Hyman, John Cummings, Douglas Colvin y Tom Erdelyi, más conocidos como Joey, Johnny, Dee Dee y Tommy. La mejor función que cumple el documental dirigido por Michael Gramaglia y Jim Fields es poner las cosas en su lugar: puede que los pioneros no alcancen la gloria completa, pero su nombre y su integridad van a trascender las modas incluso después de su desaparición. Y a casi nueve años de la separación del cuarteto, cuando ya han muerto sus tres miembros más prominentes, la leyenda de los Ramones no termina. ¡Gabba Gabba Hey!

End of the Century no es el típico documental en el que se junta a un montón de estrellas para que hablen maravillas de una banda que nunca llegó a la masividad, y en el que los miembros del grupo en cuestión narran su historia como digna de un cuento de hadas, en el que todos son maravillosos. La película funciona porque captura algo esencial en los Ramones: la honestidad brutal. Aquí se muestran las peleas sobre el escenario (¡imperdible!) y debajo (en la camioneta, Dee Dee quería apuñalar a Johnny), se habla de la vida agitada de Dee Dee (su adicción a la heroína y cuando se prostituía para conseguirla), de la patológica timidez de Joey y su cúmulo de enfermedades, del carácter tiránico del ultraderechista Johnny, de cómo Richie Ramone (uno de los bateristas) se fue de la banda porque no participaba de las ganancias de la venta de remeras, del patético intento de Dee Dee por convertirse en rapero (“la verdad es que no sé hacerlo bien”, reconoce el bajista) y de por qué el alcoholismo de Marky (el segundo batero) lo dejó fuera de la banda.

Pero donde el documental más mete el dedo en la llaga es en la relación entre Joey y Johnny. No sólo los pinta como dos tipos políticamente antagónicos sino que describe con lujo de detalles el momento en que el guitarrista le roba la novia al cantante. Joey, que idealizaba el amor, tuvo que ver cómo Linda se iba con Johnny. Y, para peor, la pareja no sólo se casó sino que vivió junta hasta que la separó la muerte de Johnny. La presencia de Linda era un dramático recordatorio permanente para Joey, que compuso The KKK took my baby away pensado en ella (imaginen quién era el Ku Klux Klan). “Joey nunca superó nada”, asegura Marky. De hecho, el cantante y el guitarrista, a pesar de seguir con los Ramones, no volvieron a hablarse nunca.

La reveladora película, que se vio en el Bafici 2004 en una función atestada de fans, puede ser entendida como la desesperada lucha de los Ramones por conseguir la masividad y de cómo fallaron en el intento. Pero también como la quijotesca lucha de un grupo de outsiders por transmitirle al mundo sus historias en revolucionarias canciones de dos minutos, y de cómo el mensaje llegó a destino. Desde sus inicios en Forest Hills, donde se juntaban a escuchar a los Stooges y a los New York Dolls, hasta el tardío reconocimiento que implicó la introducción de la banda en el Salón de la Fama del Rock’N’Roll, End of the Century repasa la historia del grupo con los testimonios de los protagonistas y de algunos allegados: el diseñador Arturo Vega, el manager Danny Fields, la fotógrafa Roberta Bayley, Legs McNeils y John Holstrom (los fundadores del fanzine Punk!), Joe Strummer (The Clash) y Glenn Matlock (Sex Pistols), Debbie Harry y Chris Stein (Blondie) y Seymour Stein, el hombre que los hizo grabar para su sello Sire.

Como no podía ser de otro modo, la repercusión de los Ramones en la Argentina aparece en End of the Century. Hacia el final se ven imágenes que tomó Eddie Vedder, cantante de Pearl Jam, durante la última visita del cuarteto a Buenos Aires: centenares de fans persiguen a la camioneta que lleva a los Ramones, miles se agitan en la cancha de River y Mario Pergolini presenta a la banda en La TV Ataca. Lástima que, mientras están esas imágenes, CJ (el reemplazante de Dee Dee) se la pase hablando de Brasil... La aparente paradoja es que el éxito de los Ramones en América del Sur sólo sirvió para acelerar su final, porque les resultaba insoportable volver a los mismos antros de siempre tras haber paladeado el estrellato en una cancha de fútbol atestada.

Joey no llegó a participar de End of the Century con su testimonio: falleció de cáncer linfático justo en la semana en la que había acordado ponerse frente a las cámaras. Los directores del documental consiguieron entrevistas inéditas que aportan la visión del cantante y su figura es exaltada por Danny Fields: “Joey tomaba todo lo que estaba mal en él y lo volvía hermoso, lo cual creo que era lo mejor que tenía. Y toda la filosofía del punk: tomás todo lo que es una mierda, lo celebrás y lo convertís en algo bueno. Pero para miles, cientos de miles de millones de personas, él era un libertador. El los liberó de su propio sentido del fracaso y de su falta de popularidad. Joey era un héroe porque superó las probabilidades y triunfó sobre sus problemas, a pesar de que comenzó como un ser extraño en el mundo en que lo criaron”.

Sin embargo, las estrellas del documental son Dee Dee y Johnny, simplemente porque fueron los más brutalmente honestos, incluso con afirmaciones discutibles. Por ejemplo, ambos dicen que Tommy no fue para nada importante en la conformación del sonido Ramones. El guitarrista va más lejos: “Cualquier canción grabada con bateristas, bajistas e incluso cantantes diferentes, siempre sonaba como los Ramones”. Lo que equivale a decir: el único que importaba era yo. El bajista, que murió de sobredosis de heroína, reconoce que nunca terminaron de aceptar al primer batero como un verdadero Ramone: “Presentaba un frente muy conservador frente a nosotros, pero yo sabía que Tommy era un loco total. Al mismo tiempo, hay ciertas cosas de él que eran tan maravillosas, que yo nunca podría ser como él. Lo percibía y no me gustaba eso de mí mismo. Tommy era el tipo de hombre que compraba unas papas y hamburguesas, y se cocinaba la cena. A los 21 años, eso es fantástico, en vez de comer drogas y papas fritas”.

El contraste no podría ser mayor entre la locura de Dee Dee (drogas, novia prostituta, peleas, pasado de taxi boy, rebeldía eterna) y la estrictas reglas (casi militares) de Johnny. “El sólo trataba de sacar provecho de una oportunidad única en la vida”, asegura Dee Dee. “Trataba de ser adulto acerca de ello. Y nosotros éramos realmente disfuncionales. Eso lo volvía loco. Ya era suficientemente desagradable y encima de eso, lo instigamos a convertirse en un monstruo”. Pero enseguida reconoce: “Creo que él también hizo muchos sacrificios por la banda. Tuvo que soportar muchas molestias. Y creo que lo ofendía el comportamiento de toda la banda. No quería que nadie se drogara. Yo tampoco quería adaptarme a su manera todo el tiempo. Y creo que los Ramones realmente tuvieron que adaptarse”. El propio Johnny habla de su carácter férreo y de los problemas que eso ocasionaba, pero la película no lo deja parado como un depravado dictador que defiende su gallina de los huevos de oro. “Era el pegamento que mantuvo unida a la banda”, reconocen sus compañeros. Además, Johnny se mantiene firme en sus pensamientos hasta el final. Por eso, mientras sus compañeros lamentan no haber podido visitar a Joey en su lecho de muerte, el guitarrista defiende su idea de no haber intentado contactarlo, con palabras que suenan especialmente fuertes si se piensa que Johnny falleció el año pasado. “Si no te llevas bien con alguien, entonces andate...”, afirma. “Sólo me comportaré de la manera que quiero que se comporten conmigo. Si no me gustara alguien, no querría que me visitara si me estuviera muriendo. No querría que sintieran culpa por no hablarme, me alegraría de que no lo hicieran. Si me voy, así es la vida”. No obstante, el guitarrista reconoce que la muerte de Joey lo afectó: “No pude evitarlo. Me importó. Me preguntaba: ‘¿Por qué me importa tanto?’, pero me importó. Estuve deprimido toda la semana y me preguntaba: ‘¿Por qué me siento así? No nos llevábamos bien’. Así que me molestaba. ¿Por qué? No estoy seguro. Me pregunto si es una debilidad interna, no lo sé. (Joey) Es un miembro de los Ramones y yo amo a los Ramones. Aun si no nos llevábamos bien, si alguien le hacía algo, yo lo defendía. Si veía a alguien tirándole algo, quería ir y agarrar al tipo. Me importaba porque lo tomaba como un insulto hacia los Ramones. Así que, de esa manera, estábamos en eso juntos”.


CIRO PERTUSI FRENTE A LA TELE

“Esto te incentiva”

Por Ciro Pertusi

End of the Century me hizo pensar que, en la Biblia del Rock, los Ramones tienen su capítulo asegurado. Y dentro de ese capítulo, este documental es increíble, súper recomendable. Me lamenté mucho cuando me perdí de verlo en el Bafici del año pasado, porque me enteré tarde, por eso está buenísimo que haya salido en dvd. Lo que me sorprendió es notar el poder de análisis y de autocrítica que tenían todos los Ramones, y también que dejan ver todo, está todo muy expuesto. Es bueno prestarle atención, porque te enseña mucho sobre lo humano; me pareció muy rico ver cómo funcionaban internamente. Es notable cómo pudieron armar semejante banda siendo tipos tan diferentes: Dee Dee con su locura, Johnny con su carácter casi militar, Joey con su timidez y sus obsesiones... En el documental entendés que estuvieron de acuerdo en muy pocas cosas, pero eran las importantes, las que nos gustaban a todos. Nos shockeaba su look amenazador, pandillero y hasta grotesco; las letras y sus historias, que eran como un cómic sórdido e irónico; y el estilo musical, porque tocaban con esa pulsación tan firme, tan veloz y tan precisa. Ahí radica un poco de la magia de los Ramones.

Es que, salvando las diferencias, los Ramones son como Los Beatles. Si algo sabés de Los Beatles es que ningún disco te defraudaba: con los Ramones pasa lo mismo. Si algo sabés de Los Beatles es que siempre sonaban Beatles: con los Ramones pasa lo mismo. Dentro de Attaque, yo soy el menos fanático, pero siempre escuchábamos los discos para ver si estaban buenos y nunca nos defraudaban. Me acuerdo que Mariano siempre venía con los casetes que le copiaban en una disquería, porque los discos todavía no llegaban a la Argentina, y lo pasábamos una y quinientas mil veces, disfrutando cada canción. Ahora no escucho seguido a los Ramones porque ya escuché cada disco a morir. No es que me hayan cansado, pero, por ejemplo, no tengo ningún disco en mi casa. Lo que hago es escucharlos cuando aparecen, porque sé que vienen a mí solos. Por eso es genial que me haya venido este documental que me provocó tantas emociones. ¿Cómo no me voy a emocionar escuchando a Joe Strummer relatar cómo se metieron los Clash y los Pistols por la ventana del backstage en el primer show de Ramones en Inglaterra? Además, ver un documental así te incentiva, te llena de ganas. Por lo pronto, apenas termine de escribir estas líneas voy a agarrar la guitarra y tocar a toda velocidad mientras pienso: “¿Cómo me había olvidado de que esto estaba tan bueno?”

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