ENTREVISTA EXCLUSIVA CON MANU CHAO, MUSICO DE GIRA PERMANENTE
Acaba de sacar el disco en francés Sibérie m’etait contéee, que no se editará en la Argentina. A cambio, tiene listos dos o tres trabajos, uno en portuñol, que todavía no tiene nombre ni sello que lo explote. Manu Chao por ahora no viene a la Argentina, aunque tiene ganas. Mientras, esta semana canta con Maradona en Nápoles y después “ya veré”, dice. El barrio catalán está cabrón, aunque el rock mestizo gana terreno.
› Por Mariano Blejman
La verdad, es que el Manu es un tío difícil de encontrar. Es como si conociera al dedillo esas callecitas del Barrio Gótico, como si en su cabeza el mundo entero fuese una especie de gran Medina árabe donde sólo unos pocos pueden encontrarlo si él da las coordenadas adecuadas. Hace ya tres años que no viene a la Argentina. Había amagado en febrero pasado, pero finalmente las cosas no se dieron. Ahora, en su enésimo viaje por algún lugar del mundo, Manu Chao viene llegando de Mali, donde tocó un rato con unos grupos de hip hop de ese nuevo barrio que acaba de incorporar a su cada vez más vasto vecindario de mezclas. Manu Chao está volviendo al barrio, después de haberse ido en una minigira personal. El tour incluyó un show en Francia junto a Amadou y Mariam, ese dúo de senegaleses que está rompiendo todos los pronósticos con más de 100 mil discos vendidos. Desde que se detuvo la formación Radio Bemba hace un año y medio, el Manu no ha hecho otra cosa que rodar por los barrios. Los sellos lo siguen detrás, pero el Manu no se deja agarrar. Corre y corre, escapándose de ataduras y es difícil alcanzarlo. De prisa, de prisa, a ritmo perdido.
–¿Por qué no editaste tu último disco en la Argentina?
–No es que no se editó en la Argentina solamente. Sólo se editó en Francia, porque no se trata de un disco, se trata de un libro con un disco dentro que está todo en francés. Sibérie m’etait contéee no es un disco para traducir a otro idioma. Es un ejercicio muy complicado traducir las letras del francés. Son ideas muy francesas. Pero prometo de aquí a nada que sacaré otro disco en castellano, también tengo uno listo en portuñol. Eso saldrá pronto. Lo del francés no creo que se haga por ahora, pero es cuestión de esperar. No tengo ni compañía de discos, ni nada. Después de lo del libro-disco tuve la desgracia de que muriese mi manager y estamos reorganizando todo. Desde ahí se paró un poco la cosa.
–¿Cuando viajas para Argentina?
–Cuando sea posible. Espero ir con Radio Bemba, pero no tenemos cita hasta el invierno europeo que viene (enero, febrero de 2006). Hay unas ganas enormes de ir ahí, tenemos recuerdos muy lindos de las últimas veces que tocamos allá. Además, aquí se nota mucho la comunidad argentina de Barcelona. Esto está lleno de compatriotas, tío...
–¿Cómo sigue tu vida hacia adelante?
–Por ahora estoy viviendo el momento. Cada día es un día, no tengo nada programado en mis calendarios. Estoy haciendo mil cosas, estuve en Mali con la escena hip hop, estoy grabando con un chaval de Argelia, en Francia con otros migrantes. Estoy con dos o tres discos míos encima. Esta semana me voy a cantar con Maradona en Nápoles, y cosas así. Luego me voy a Brasil, en junio, a tocar con un grupo de Costa de Marfil. Voy a cantar unas canciones por ahí. A vivir el día a día, tío... A vivir el día.
–De algún modo, el hecho de relacionarte con otros músicos se transforma en un gesto generoso. Vas abriendo caminos.
–Son cuestiones de la vida. Como estoy viendo mucha gente nueva en proyectos que surgen en el momento, como vivo el día a día, me voy moviendo donde está lo caliente, y eso va generando nuevos lazos. Además, lo caliente está por todos lados. Pero lo que falta es tiempo. Mi carrera es más que nada contra el tiempo. Con respecto a mis proyectos tengo las cazuelas cociendo ricas comidas, de vez en cuando les doy una vuelta. No sé muy bien qué saldrá primero. Pero tranquilo, que no se van a quemar.
–¿Seguís en relación con la gente de La Colifata, la radio que emite un grupo de internos del Borda?
–Estoy trabajando con los Colifatos. Un amigo mío, Carlos Arondo, está haciendo una peli sobre ellos, y yo estoy dando una mano grande. Es algo enorme: La Colifata es un proyecto que me encanta. Son unos maestros. Con ellos hubo un encuentro precioso, y hace años que vamos siguiendo la pista. Se vienen los de La Colifata para Barcelona, y nos vamos conociendo cada día más. Ahora llegaron unos por aquí.
–De algún modo, rompiste moldes. ¿Las bandas nuevas pueden seguirte?
–No hay ley. Es imposible tener un modo único de hacer las cosas. Creo que tener una banda es en parte mucho trabajo, mucha perseverancia y también tiene que ver con la suerte. Pero si la suerte pasa, tenéis que haber trabajado mucho.
–¿Cómo es tu responsabilidad con los medios?
–Esa es una caña mía. Si puedo atraer a los medios en ciertos casos, puede ser bueno, en otros casos es malo. Pero siempre la prensa persigue la movida y hay que ver cómo enfrentar a los medios, cómo tratarlos. Por suerte me sé escapar del acecho muy fácilmente. Paso desapercibido por las calles y con esta gente de la calle tengo un rollo muy bueno. Por suerte nadie me agobia cuando camino. Sé desaparecer.
–¿Y dónde estabas ahora?
–Estaba en Mali, tío, grabando y con grupos de hip hop y un concierto con Amadou y Mariam en Francia.
–¿Tu responsabilidad social se mantiene?
–Esta la tengo asumida hace mucho tiempo: intento ser portavoz de algunos, aprovechar que tengo micrófono, pero después pasarle el mic al otro y al siguiente, y al otro. En Barcelona soy uno más del barrio, convivo con mi gente. Lo mío es ser músico, y me junto con los que hacen música.
–Una ciudad llena de pequeñas personas con grandes historias.
–El centro está plagao de miles y miles de grandes personas, y musicalmente la gente que fue llegando aquí durante años aportó mucho. Muchos de Latinoamérica: muchos argentinos, uruguayos, chilenos, brasileros, ecuatorianos, venezolanos, y eso hace la mezcla de la música de la calle.
–¿Cómo está la escena de rock mestizo?
–Hay mucha gente haciendo cosas. Hay una vida musical de calle que es interesante. Pero en Barcelona no es ningún paraíso tocar en las calles, se está poniendo todo mucho peor. Es una pelea del día al día. El problema grande se llama Ayuntamiento (el gobierno), que cada vez pone más trabas para salir a tocar en la calle.
–¿Por qué produjiste Amadou y Mariam?
–Pero eso es otra cosa. Eso es otro nuevo barrio mío que hice ahora. En cambio, lo del barrio de aquí en Barcelona no es ninguna decisión racional. El hecho de apoyarlos, de estar aquí, es parte de mi vida cotidiana. Simplemente vivo en mi barrio. Hay muchas bandas argentinas que se han curtido fuertemente en estos años, que están listos y es un sueño para ellos volver a su país. Che Sudaka, Go.Lem System son dos de las bandas que ya podrían estar volviendo. Ese podría ser un comienzo.
Cuesta reconocerlo en puro francés a Manu Chao, después de haberlo escuchado durante años cantar en español, inglés, francés (y pronto será el portuñol). Un sonido pulido, intentando evadirse del típico loop manuchaoísta, ese con el que atornilló a los argentinos en tres shows memorables (Mendoza, Rosario y poco después Buenos Aires) a los argentinos con Clandestino, primero, y Próxima Estación: Esperanza, después. Siberie m’etait contée reúne un grupo de canciones frescas, pero más que un disco, como bien dice Manu Chao, se trata de un libro que trae dentro un disco. Son 48 páginas con textos de Manu e ilustrado por el dibujante polaco Jacek Wozniak, con el que trabajaron más de seis meses para llegar a esta edición. Por el momento, no se podrá escuchar este disco en la Argentina de manera convencional. Habrá que buscar otra forma.
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