Jueves, 18 de agosto de 2005 | Hoy
LOS EX CABALLEROS SE SIENTAN EN LA MESA REDONDA
Hace no tanto tiempo recorrieron la Argentina, vendieron más de 250 mil discos y reventaron estadios de mediano calibre. A cuatro años del fin de Los Caballeros de la Quema, sus ex integrantes están repartidos en Sendero, No Tengo e Infradisco, intentando conquistar nuevos territorios sin subirse a ningún caballo. Iván Noble, en la suya.
POR DANIEL JIMENEZ
En la bisagra hacia los ‘90, una camada de bandas jóvenes se predisponía a calentar el under porteño a puro rock extraído de los suburbios del conurbano, que traía consigo una carga poética directa y cómplice que revalorizaba el concepto del héroe de la clase trabajadora. De aquella escena emergieron La Renga, Bersuit Vergarabat, Los Piojos y Los Caballeros de la Quema, quienes en 1993 debutaban con un disco punzante y caliente llamado Manos vacías, y llenaban sus primeros Arpegios.
A partir de la edición de Perros, perros y perros (1996), Iván Noble, Martín Méndez, Pablo Guerra, Javier “Nene” Cavo, Patricio Castillo y Ariel “Garfield” Caldara –que falleciera trágicamente en el 2001– se subieron a un vertiginoso tren que los llevó a recorrer la Argentina de punta a punta, vender más de 250 mil discos y reventar Obras Sanitarias a caballo del exitoso La paciencia de la araña, grabado en Los Angeles y producido por Afo Verde. Sí, el que incluía Avanti morocha. Cierto desgaste producto de los años, la muerte de uno de sus miembros y discrepancias artísticas fueron argumentos suficientes para que la banda dejara de existir a comienzos del 2002. Hoy, los ex Caballeros integran tres frentes absolutamente disímiles en lo musical: Sendero, No Tengo e Infradisco. Y cada uno, desde su propio espacio, intenta diseñar una propuesta personal y aggiornada a los tiempos que corren.
Pablo Guerra, actual cantante y guitarrista de No Tengo, proyecto formado en el 2002 donde también participan Javier Cavo, Lucas Kocens y Mariano Belardinelli, asegura que “uno se queda para siempre con lo que puso en los Caballeros, porque lo que tenía para dejar lo dejé ahí, aunque acá deje otra cosa. Nosotros tocamos de manera diferente y hay menos músicos en la formación, pero creo que todos nos quedamos con un poco de reviente”. La música del cuarteto, según Guerra, es “urgente, casual, de dientes apretados y desprolija”, y puede apreciarse en el rock visceral de Lulú y Sol y Quemándome, canciones que seguramente integrarán su primer disco, aún sin fecha de edición.
¿Empezar de nuevo? No parece ser problema para el guitarrista. “Estoy aprendiendo a hacer algo inédito para mí, que es cantar y hacer letras, y está buenísimo comenzar de cero, porque vas entendiendo un montón de cosas que desconocías, pero soy consciente de que no puedo pretender de un día para el otro vivir lo que viví en ese momento. Lo bueno de esto es que hay variantes: está Pato, está Martín y está Iván, aunque creo que ninguno todavía está en el plano de decir: ‘Bueno, yo me voy de gira’.”
Posteriormente a la separación, que llegaría después de la salida de Fulanos de nadie, los cuatro sobrevivientes formaron Vale 4, una experiencia fallida que duró siete meses y algunos shows. “Quisimos hacer varias cosas a la vez sin Iván, pero para mí era como ir a menos. También me cayó la ficha de que mi socio del comienzo era Noble y que no tenía por qué estar aferrado a ellos si esta historia la había empezado con él. Por eso pensé que lo mejor era que cada uno hiciera lo suyo y que los Caballeros vivieran así”, explica Martín Méndez, cantante y guitarrista de Sendero, el experimento más lejano desde lo musical a la esencia quemera.
Con formación de cuarteto –que completan Mateo Crespo, Sebastián Bruno y Gastón Britos–, el grupo también tomó forma en el 2002 y editó de manera independiente Nadie es normal, un disco debut de canciones ásperas y circulares con toques electrónicos, pergeñado por Martín.
Aunque afirma que la relación con sus ex compañeros sigue siendo muy buena (de hecho, hace un par de meses, Guerra subió a hacer coros con Sendero en un show en Ituzaingó), Méndez no encuentra sólo un factor en la ruptura de los Caballeros: “Nos separamos por lo que cada uno en términos individuales vislumbrábamos que podíamos hacer, por lo de Garfield, por el sueño un poco cumplido y por el rechazo hacia actitudes de otros compañeros que ya no caían tan simpáticas, aunque en mi caso personal ladecisión fue más que nada artística. Cuando murió Ariel supimos que ya no era tan divertido algo que todo el tiempo era una fiesta, y ya en Fulanos de nadie sentía que estábamos yendo hacia un formato radial”.
Patricio Castillo fue el último en entrar a la banda reemplazando en el bajo a Martín Carro Vila y el primero en buscar nuevos horizontes. Así comenzó a trabajar como productor de Infradisco en los días finales de la banda del Oeste, combo al que ingresó meses más tarde como guitarrista.
Con dos producciones editadas (Sopita y a la cama y el reciente La culpa de los monos), Pato, junto a Damián Tejero, Cristian Romero, Martín Romero y Manuel Caché, intenta sacarle nuevas sonrisas al escenario desde su quinteto de power rock arrabalero con base en el barrio de Belgrano. Para él, los días de locas giras interminables y la luz caprichosa del éxito no parecen ser cosas a extrañar. “Tanto antes como ahora espero lo mismo de la música: tener una banda que ensaye tres veces por semana y que toque cada quince días, con la diferencia de que hoy nosotros no encontramos un lugar para poder tocar por todo lo que pasó.”
Respecto de su paso por los Caballeros, Castillo es muy claro: “Aprendí muchas cosas malas y muchas cosas buenas, como priorizar un objetivo por sobre las cuestiones individuales, pero eso se fue perdiendo con el tiempo y creo que fue una de las causas por las cuales el grupo de separó”. Más allá de algunos rumores que circularon las últimas semanas en algunos medios sobre un posible reencuentro, todos coinciden en que se cerró un capítulo para siempre. Dice Pato: “Aunque tengamos la buena voluntad de juntarnos en una sala a tocar, no creo que haya acuerdo, porque hay cuestiones musicales y filosóficas que ya no pueden funcionar y porque entre Sendero e Iván Noble hay un abismo, entre otras cosas”.
Méndez suscribe: “La verdad es que no me causa curiosidad saber qué podríamos hacer juntos, ya que cada uno está desarrollando el costado que perfilaba: No Tengo se encarga del rock and roll, Noble le dio rienda suelta el romanticismo que ya los Caballeros le empezábamos a resistir, e Infradisco posee un beat porteño muy interesante combinado con un toque retro”. Para que no queden dudas, el baterista Javier Cavo, hombre de pocas pero precisas palabras, deja algo más que una definición: “Creo que nosotros nos quedamos con la sangre, Martín con la rareza, Patricio con la juventud y Noble con la plata”. ¡Chan!
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