Jue 15.09.2005
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NAVEGANDO POR EL RIACHUELO

Luna (negra) de Avellaneda

Un grupo de estudiantes secundarios recorre el río menos limpio del mundo en una excursión ecologista. Pero los alumnos están más preocupados por perder horas de clase y fotografiarse con sus celulares. El No se subió al barco de este inverosímil paseo, muuuy comprometido con el medioambiente.

POR LUCAS SCHAERER


Nadie piensa para este verano vacacionar en las oscuras playas del Riachuelo, como tampoco nadie espera navegar con cierto placer por las aguas aceitosas y estáticas, que bordean la avenida Pedro de Mendoza en el barrio de La Boca frente a Caminito. De todas formas, lo inusual e impensado se realiza: un curso secundario decide navegar durante dos horas desde la boca del Riachuelo hasta tres kilómetros río adentro. El 5º A de la escuela salesiana San Juan Evangelista del barrio de La Boca comienza la jornada en la sede de la Organización No Gubernamental “Fundación x La Boca” (FXLB), que organiza el paseo. Allí sirven un desayuno y muestran un video sobre la problemática ambiental en la cuenca Matanza-Riachuelo, para después embarcarse en la lancha Ciudad de Fe.

El río está bajo, las aguas se retiran y dejan al descubierto las playas negras. La humedad potencia el olor nauseabundo. El capitán, Bruno Licea, de 26 años, comienza a maniobrar la nave y todos se sientan. Luego de unos minutos alguien propone subir y el griterío de los estudiantes se retira a la parte superior de la lancha. Desde allí, los alumnos del San Juan disfrutan de un día al que poca importancia le dan a lo que le dicen los guías, mientras suena por unos parlantes la música de alguna FM.

Interrumpiendo la charla de los alumnos del colegio religioso sobre el viaje a Bariloche, un adulto comenta que los dos puentes de hierro por los cuales están pasando por debajo son el Avellaneda 1 o “antiguo”, y el Avellaneda 2 o “nuevo”, y que al lado de los puentes está la autopista que une la Capital Federal y La Plata. Al finalizar la explicación, las cargadas continúan entre las chicas, que son mucho más en cantidad que los varones.

Las parejas más atrevidas se abrazan. Otros blasfeman unos chistes contra el Papa, mientras el profesor de catequesis los mira sonriente sin darles importancia. Todos mantienen la misma postura por acción del viento: los ojos achinados y las manos en los bolsillos. “Alguien se cagó pero no de risa”, dice impunemente uno que tiene acné en su rostro y que atribuye al hombre un olor ambiental.

Los telefonitos

Las palabras de la fotógrafa Nora Lezano sobre los adolescentes no son del todo bondadosas. Ello se debe a que todos los chicos de entre 17 y 18 años tienen sus respectivos teléfonos celulares en mano apuntando a los rostros de sus pares. Para los que aman las imágenes de calidad que perduran y que son un testimonio de la historia es difícil poder aceptar que esos pequeños aparatos con músicas de moda pueden superar al clic que se escucha con cada gatillar. Continúa el viaje marítimo. “Ni empedo me quedo acá (sic)”, grita Natalia García mientras acelera el paso para descender y evitar su sensación de mareo, dejando así la problemática ecológica y humana de lado. A mitad de camino (un kilómetro y medio), el agua pasa de color negro a color café con leche, las aguas toman movimiento y aparecen por primera vez las gaviotas. Desde lejos (unos 3 kilómetros) antes de regresar a la costa se distingue la reserva ecológica y detrás los edificios de la city porteña. La organización del viaje es producto de la ONG FXLB, la empresa privada Buenos Aires Boats y la Unión Industrial de Avellaneda. “Con este recorrido, los alumnos se llevan imágenes de una Buenos Aires moderna y productiva y de los rastros innegables que dejaron los distintos momentos de su desarrollo histórico, además de experimentar una relación directa con la problemática ambiental de la zona”, asevera un texto de la ONG.

La mezcla

Las paradojas no sólo suceden al realizar un viaje por una de las aguas más contaminadas de la Argentina. Resulta que la Unión Industrial de Avellaneda está formada por las empresas que desechan sus químicos al río y que a su vez son parte de FXLB. En realidad, este espejo de agua negro tiene a su alrededor unos 100 basurales, un polo petroquímico con 50 empresas y 88 embarcaciones abandonadas o hundidas. Tampoco se comenta en el paseo a la veintena de estudiantes sobre un informe del ETOSS (Ente regulador de la empresa privada proveedora de agua) que asegura que Aguas Argentinas (cuyos capitales extranjeros en estos días se están retirando del país) no realizó inversiones por mil millones de dólares. Por ello, 800 mil personas no tienen agua potable y más de un millón están sin cloacas en Buenos Aires. Además, pocos recuerdan que en esas aguas, en el 2002, murió ahogado Ezequiel Demonty, luego de ser arrogado junto a dos amigos por agentes de la comisaría 34ª de la Federal.

Al finalizar el recorrido marítimo Fernando Cánepa (17) le dice al No que “habría que tener conciencia porque esto nos afecta a todos. La solución sería que la población controle más, hacer lo posible para que los funcionario hagan algo, que solucionen el problema”, y canta una canción junto a sus compañeros destinada a la hinchada xeneize, mientras camina al colegio que queda a dos cuadras: “Los sábados en la bailanta se van a poner en pedo y se van de vacaciones a las playas del Riachuelo, rarara, rarairarai, que no quede ni un bostero”.

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